Angélica Morales es una
escritora nacida en Teruel en 1970 y residente en Huesca en la actualidad. Ha
recibido varios premios de poesía y ha estado entre las narradoras finalistas
del Premio Planeta de novela 2017 y del Azorín 2018. Ha publicado el libro de relatos “Amar
en martes” (Certeza, 2009), la novela “La huida del cangrejo” (Mira Editores,
2010) y los poemarios “Monopolios” (Prensas Universitarias de Zaragoza, 2014) y
“España toda” (Hiperión, 2018). “Mujeres rotas”, que estuvo entre las diez
narraciones finalistas del Premio Planeta 2017, es su novela más ambiciosa,
aunque recientemente la escritora aragonesa ha colocado una nueva novela, “La
convención”, entre las diez finalistas del Premio Azorín que otorgan la
Diputación de Alicante y la Editorial Planeta.
Debo
confesar que, por su título y temática, comencé la lectura del libro con cierta
prevención y una pizca de desconfianza, porque uno está algo cansado de ciertas
narraciones recientes que tienen a mujeres como protagonistas y tema principal
del relato. Obviamente, no por ello en sí mismo, sino por temor a encontrarse
con tópicos demasiado manidos y en muchos aspectos ya cansinos por reiterados y
previsibles. Sin embargo, aunque se trata de una novela protagonizada por tres
mujeres (abuela, madre y nieta) que viven en la misma casa, el relato supera
esa prevención negativa y presenta a tres féminas de tres generaciones
distintas con sus problemas, sus soledades, sus lenguajes, sus miedos y sus
esperanzas. Lucía, de 45 años, se ha separado de su marido y, abúlica y sin
trabajo, se va a vivir con su hija Ámbar, de dieciocho años recién cumplidos,
al reducido piso de su madre Inés, octogenaria viuda desde hace tiempo y
pensionista mínima. Las tres se van alternando para narrar en primera persona cada
uno de los capítulos. Lo mejor es la buena prosa, el ritmo y fluidez de la
narración, el logrado dibujo de los personajes, muchos de sus diálogos y su
aspecto más costumbrista y descriptivo. Lo más flojo es quizás la trama en
torno a un misterioso cuadro que cuelga del comedor de la casa de la abuela,
aunque esconde un antiguo secreto familiar y es el hilo narrador que hace que
el relato mantenga la intriga novelesca hasta el final.
La
historia, que transcurre en Valencia, muestra de fondo un país azuzado por una
crisis económica y moral. Las tres mujeres protagonistas encarnan a tres
generaciones que, cada una a su manera, hacen frente a esa situación difícil
tanto en lo personal como en lo colectivo. Inés debe hacer encaje de bolillos
para llegar a fin de mes con su pequeña pensión con la que ahora debe mantener
tres bocas. A pesar de sus achaques, sale cada día con su amiga Milagros a los
puestos del mercado y se preocupa sobre todo por su hija y su nieta, pero
también por sus vecinos de escalera, como ese señor Braulio, víctima de la
extrema soledad que sufren algunas personas mayores en las ciudades. Inés
representa a esa generación de mujeres fuertes y valientes que, aunque nunca
hayan llevado pantalones, han contribuido de manera esencial a soportar la
crisis al conjunto de las familias españolas. Lucia encarna a una mujer de
mediana edad, separada y sentimentalmente confusa, enganchada a las telenovelas
y con ganas de iniciar nuevas relaciones, aunque sea a través de internet y con
los frustrantes resultados esperables. Inicialmente pasiva y atenazada por las
dudas sobre si desempeña adecuadamente sus funciones de hija y madre, tiene al
fin la suerte de encontrar un sorprendente trabajo que la saca del hastío.
Ámbar encarna a un sector de la juventud que descuida su preparación personal y
los estudios para lanzarse a una vida social y sentimentalmente activa.
Conocemos a su nuevo novio Toño, que la lleva a las campañas anti desahucio y a
recitales de poesía social, y a su amiga Patri, siempre preocupada por ligar.
El misterio del cuadro despierta en ella una pasión investigadora que eleva su
autoestima y parece sacarla de la adolescencia vana para proyectarla a un futuro
más serio y responsable. Ámbar, que parece cambiar del rojo al verde,
representa la esperanza de la juventud.
No hay espacio para
extenderse mucho más. Concluiremos, pues, recomendando la lectura de la novela
y apostando por Angélica Morales como una de las escritoras aragonesas, a la
vez poeta y narradora, con mayor presente y futuro de nuestras letras.
“Mujeres rotas”. Angélica Morales.
TerueliGRáfica. 2018. 384 páginas.
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