El
pasado domingo, el Centro Excursionista Ribagorza realizó una bonita excursión por
el valle de Ordesa. Fue un itinerario circular desde la Pradera de hasta la
Cola de Caballo, con el camino de ida por la Senda de los Cazadores y la Faja
de Pelay y la vuelta por el camino tradicional que coincide con un tramo del
GR-11, por las Gradas de Soaso, el Hayedo y las cascadas de la Cueva y el
Estrecho.
Los
veinte participantes en la actividad salimos de Graus a las 6 horas y nos
dirigimos con nuestros vehículos por carretera hasta el aparcamiento de la
Pradera de Ordesa, en el municipio de Torla. Poco después del parking, tomamos
un desvío a la derecha, señalizado como Senda de los Cazadores. El camino
asciende sin tregua desde el principio, en fuerte zig-zag, por un espeso y
sombrío bosque. Tras unos 650 m. de continuo desnivel, llegamos al mirador de
Calcilarruego, situado a 1950 m. de altitud y punto más elevado del recorrido.
Aquí hicimos una breve parada para reponer fuerzas, hacernos la foto de grupo y
disfrutar de las extraordinarias vistas que desde allí se contemplan.
Seguimos
el sendero por la Faja de Pelay, llaneando y en suave descenso, con tramos de
espeso bosque y abundancia de rododendros y algunas otras flores. Y con vistas
de la Brecha de Roldán, la falsa brecha, el Dedo o el pico Tallión, entre otros
lugares. Descendimos hasta el imponente circo de Soaso, ya con completas vistas
de los picos Cilindro, Monte Perdido y Añisclo, enlazamos con el GR-11 y
llegamos a la impresionante cascada de la Cola de Caballo, siempre muy
concurrida de excursionistas muy diversos. Tras una indispensable parada y las
fotos de rigor, iniciamos el camino de vuelta, ya por el fondo del valle y
siguiendo el curso descendente del río Arazas.
Junto
a las gradas de Soaso, muy cerca del río, algunos hicimos una parada para
comer. Continuamos luego por el espeso bosque de hayas y nos desviamos a la
izquierda para contemplar desde todos los miradores posibles las preciosas
cascadas de la Cueva y el Estrecho. Ya por terreno más llano y tras contemplar
los diferentes miradores con paneles con descripciones de la zona, y con el
cielo cada vez más cubierto, llegamos a la Pradera y cerramos nuestro
itinerario.
Habíamos
recorrido 21,5 km, con un desnivel acumulado de unos 650 m en un tiempo de más
de siete horas y media con paradas. Y habíamos disfrutado de uno de los lugares
más hermosos de nuestro Pirineo oscense. Unos paisajes tan bellos que uno nunca
se cansa de mirarlos por más veces que los recorra.
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