“El gigante enterrado” es la última
novela de Kazuo Ishiguro (Nagasaki, 1954), ganador del Premio Nobel de Literatura
2017. Ishiguro nació en Japón, pero a los seis años se trasladó con su familia
a Londres y allí fijó su residencia. Adquirió la nacionalidad británica y se
dedicó a la literatura escribiendo hasta ahora todas sus obras en lengua
inglesa. Es autor de siete magníficas novelas, entre las que quizás sea “Los
restos del día” la más conocida por su exitosa adaptación al cine, llevada a
cabo por James Ivory en 1993 y cuyo título en español fue “Lo que queda del
día”. Aunque ha escrito también algunos libros de relatos y varios guiones para
el cine y la televisión, Ishiguro no es un escritor demasiado prolífico y se
toma su tiempo a la hora de escribir sus libros. En 2015, diez años después de
la aparición de su anterior novela “Nunca me abandones”, se publicó en
Inglaterra “El gigante enterrado”, su última obra hasta la fecha. En 2016, como
todos sus libros, fue editada en España por Anagrama, con la traducción de
Mauricio Bach.
Alejado de modas y cambiando de temática
en cada una de sus narraciones, el escritor anglo-nipón ha sorprendido de nuevo
con “El gigante enterrado”, un extraño y sugerente relato ambientado en la
Inglaterra medieval, en los siglos oscuros (VI o VII tal vez) de la época
posartúrica, un tiempo legendario en que aún existían ogros, dragones y duendes
y en que britanos y sajones viven momentáneamente en paz, aunque algunos
esperan convertir pronto su resentimiento en renovados odios y violencias. Los
protagonistas de la novela son los ancianos Axl y Beatrice, una pareja que vive
en una pequeña aldea britana de la que salen con la intención de visitar a un
hijo que se fue de allí hace tiempo. El relato va contando, al mismo ritmo
lento y dificultoso con que se mueven los ancianos, el viaje que estos siguen
en busca del hijo con el que esperan reunirse. Sin embargo, ellos, como todos los habitantes
de la región, sufren una extraña pérdida de memoria que denominan “la niebla” y
cuyas causas van a averiguar durante su viaje. En casi todo ese recorrido, Axel
y Beatrice van a tener la compañía de un joven soldado sajón, enviado a esas
tierras por su rey, y de un joven pastor a quien una herida de un ogro convierte
en maldito para los britanos de su poblado. Los cuatro se encontrarán muy
pronto con Gawain, sobrino del rey Arturo y uno de los principales caballeros
de su mesa redonda. Único superviviente de aquella época dorada, Gawain es ahora
un anciano que recorre la comarca con su viejo caballo Horace, realizando una
misión que le encargó tiempo atrás el mítico monarca de la corte de Camelot.
Los cuatro recorrerán bosques y aldeas, cruzarán ríos, visitarán un monasterio
con extraños rituales expiatorios y se encontrarán con duendes y ogros en su
búsqueda de una vieja hembra de dragón que habita en la comarca.
En cualquier caso no estamos ante
una novela de fantasía y aventuras, aunque ambas cosas hay en ella, sino ante
lo que podría considerarse como una alegoría de la vida y de la muerte, de la
memoria y el olvido, del amor de la pareja y de la soledad final del individuo.
El simbolismo de la vida como camino y del barquero que conduce al otro lado
del río y que examina antes a quienes va a transportar. Y el debate entre la
conveniencia o no de la memoria del pasado, pues la desmemoria elimina los
recuerdos y avivarlos puede desenterrar a veces, tanto en los individuos como
en los matrimonios y en los pueblos, antiguas inquietudes que generen nuevos
odios ya olvidados.
“El gigante enterrado” es una
magnífica novela para lectores reposados que van más allá de la superficie del
relato. Puede parecer extraña y hacerse lenta a quienes tengan el hábito de
ritmos narrativos trepidantes, pero contiene muchas historias y alegorías que
hacen de su lectura una experiencia singular, rica y diferente. Una historia
crepuscular de la que pueden extraerse algunas enseñanzas atemporales y eternas.
“El gigante enterrado”. Kazuo Ishiguro. Anagrama. 2016. 368 páginas.
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