lunes, 25 de febrero de 2008

ALGUNAS NOTAS SOBRE LA CAPELLA MEDIEVAL

En primer lugar quiero mostrar mi agradecimiento a las personas que me han invitado a participar en este "Llibré" de las fiestas de Capella. Es para mí un honor y una satisfacción hacerlo. Y lo es por mi vinculación familiar y sentimental con este querido pueblo. Mi padre nació en él y yo, durante algunos años de mi infancia y adolescencia, pasé aquí inolvidables temporadas de verano que me dejaron un grato e imborrable recuerdo. Después de mucho tiempo en Cataluña, volví a esta comarca y he renovado, como profesor del instituto de Graus y como residente en la zona, mis lazos afectivos con Ribagorza y, de manera especial, con el pueblo de Capella.

En esta colaboración sólo pretendo dar a conocer, de forma breve y para quien no tenga noticia de ello, algunos aspectos de la Capella medieval, del origen de su nombre, de su castillo y sus tenentes, de su caballero principal Berenguer Gombaldo y de la importancia antigua del lugar.

Siempre se ha relacionado el nombre de Capella con el significado de "capilla u oratorio", aunque es muy probable que proceda del término del latín tardío "cappella", diminutivo de "cappa", en alusión al fragmento de manto con que San Martín de Tours, titular de la iglesia parroquial, obsequió a un pobre para que pudiera protegerse del frío. Menos defensores parece tener el posible origen del topónimo en la expresión "cap peña", es decir, "al 'cap', al cabo o en lo alto de la peña".

Su primera mención histórica se produce cuando Ramiro I reconoce al monasterio de San Victorián de Asán una iglesia dedicada a San Julián "in villa Capella", edificada en el año 842 y consagrada por el obispo Jacobo de Lérida. Tal cosa sólo pudo ocurrir si se trataba de cristianos mozárabes, tolerados en su territorio por los dominadores musulmanes. A éstos les conquistó el lugar Ramiro I, seguramente entre 1060 y 1063, en su camino hacia la importante plaza de Graus. Tenía Capella castillo, de muy probable origen árabe, en lo más alto del pueblo, donde hoy se halla su iglesia parroquial. Se documenta ya como cristiano en 1065, en que Guillermo Servus Dei era su tenente. Perteneció al importante señor urgelense Arnau Mir de Tost, que lo poseía en nombre del rey aragonés. A su muerte, según consta en su testamento, lo legó a su hija Valencia y a su nieto Arnau Ramón I, conde de Pallars Jussá. Pasó después al linaje de los señores de Lierp, que lo organizaron y tomaron de él apellido. Entre 1100 y 1134, Berenguer Gombaldo (Gombal o Gombau) fue señor de Capella. Emparentó con la emergente familia de los Erill que entre los siglos XII y XIII se titularon señores del lugar y poseyeron su castellanía. El rey Jaime II lo integró en el condado de Ribagorza. En 1549 el castillo aparece registrado como derruido.

Los caballeros de Capella eran considerados hombres de confianza por el rey Pedro I y junto a él iban -cuando todavía era infante, en quien su padre, Sancho Ramírez, delegaba ya funciones importantes- al frente de las tropas que en 1087 y 1089 conquistaron Estada y Monzón. El más importante de estos caballeros fue Berenguer Gombaldo, cuya participación en estas conquistas sería destacada, pues recibió en premio - junto a Garci Jiménez de Grustán - algunas almunias y casas en la ciudad montisonense. Gombaldo participó también con otros caballeros ribagorzanos en la toma de Zaragoza en 1118 por Alfonso I el Batallador, y en la expedición que en 1125 éste organizó a tierras andaluzas. Los expedicionarios - entre los que se encontraba San Ramón, obispo de Roda-Barbastro, que en Capella tiene ermita dedicada - pretendían instaurar un principado cristiano en el reino de Granada y, aunque no lograron ese audaz objetivo, regresaron con varios miles de mozárabes (cristianos que vivían en las tierras musulmanas) con los que repoblar algunas de las muchas tierras que el rey batallador había conquistado en el valle del Ebro. Aunque no he podido documentar tal hecho, es muy probable que Berenguer Gombaldo muriera en 1134 en la batalla de Fraga, ya que ese mismo año figura como el último de su tenencia del castillo de Capella. En esa ciudad, los cristianos sufrieron una tremenda derrota en la que perdieron la vida, además de muchos de los caballeros que acompañaban al rey, los obispos de Roda y Huesca -Pedro Guillermo y Arnaldo Dodón- y el abad Durando de San Victorián de Asán. El propio monarca murió poco tiempo después, posiblemente a causa de las heridas recibidas en la batalla.

En esos siglos XII y XIII, Capella recibió algunos privilegios reales que indican la importancia de su universidad - conjunto de la población - que presidida por consejeros y jurados celebraba sus reuniones delante del pórtico de la iglesia de San Martín. En ella, según consta en un documento de 1260 conservado en el archivo de Roda, servían varios canónigos y sacerdotes. El rey Jaime I también concedió a Capella en 1273 la celebración todos los sábados de un mercado semanal.
De la antigua importancia y abolengo de la localidad dan muestra los escudos y blasones que aún presiden algunas de sus casas. Esa nobleza de tiempos pasados se ha transformado con el transcurrir de los siglos en la forja de unas gentes de carácter emprendedor y espíritu abierto, que han sabido buscar soluciones a las dificultades, disfrutar del presente y proyectarse hacia el futuro.

Sólo me queda expresar, para concluir, mis mejores deseos de unas felices fiestas para todos.

Carlos Bravo Suárez

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