sábado, 23 de febrero de 2008

"LAS NIEVES DEL ANETO", UNA NOVELA DE LOS PIRINEOS

"Las nieves del Aneto" es una buena novela de montaña. Un destacado exponente de un subgénero narrativo que a pesar de su auge no acaba de dar obras de verdadera calidad. Es también una documentada novela histórica, ambientada en los Pirineos del primer cuarto del siglo XX. Los hechos narrados transcurren en pleno corazón de la cordillera, en los agrestes y bellos parajes que se extienden entre Luchón y Benasque, dominados por el gigante Aneto, a cuya poderosa atracción no pueden resistirse para bien o para mal muchos de los personajes de la novela.

Publicada primero en francés, tras un considerable éxito entre los amantes a la montaña del país vecino, "Las nieves del Aneto" ha sido traducida al castellano por la editorial ilerdense Milenio, dentro de su colección Biblioteca de los Pirineos (1). Supone el debut como novelista de la escritora francesa Nanou Saint-Lèbe, que ya había publicado en España los libros "Cocina de los Pirineos" (Sua, 2000) y "Viajeras en los Pirineos" (Sua, 2002). Nanou Saint-Lèbe es originaria del valle de Comminges, muy cerca de Luchón, y en sus obras muestra un gran conocimiento de la geografía, la historia y las costumbres de nuestra cordillera.

Los valles de Luchón y Benasque son, como ya se ha dicho, los majestuosos escenarios en que transcurre la novela. Sus principales personajes son dos turistas que coinciden en la villa termal francesa durante las vacaciones estivales: Madeleine Marival, una atractiva anticuaria parisina que ha sufrido un desengaño amoroso, y Filéas Creagh, un rico y apuesto irlandés fabricante de whisky que, tras viajar por otros lugares y por influencia de su medio compatriota Henri Russell, recala finalmente en Luchón. Allí va a enamorarse simultáneamente de Madeleine y de las elevadas cumbres pirenaicas.

Como fondo de ambas pasiones, se nos muestra el ambiente montañero y pirineísta del primer tercio del siglo XX. Luchón se había convertido en aquel tiempo en un centro turístico de moda entre los aristócratas franceses y europeos, que acudían cada verano a sus balnearios a tomar unas aguas cuyas propiedades eran conocidas desde la época romana. Junto a ellos, un buen número de amantes de la montaña, deseosos de emular las gestas recientes de las celebridades pirineístas del siglo XIX. Y, además, los primeros esquiadores, que anunciaban las nuevas tendencias del turismo en los años futuros. Conocemos los establecimientos hoteleros de la villa francesa y se nos da noticia del inicio de la construcción de un gran hotel en Superbagnères, cuyas obras se verán paralizadas por el estallido de la Primera Guerra Mundial.

Al otro lado de la frontera encontramos un Benasque casi aislado, al que la carretera que sube desde Graus y Campo no va a llegar hasta 1917 (2). La villa pirenaica apenas recibe visitantes del resto de España, donde la afición al montañismo es casi inexistente. Sólo los catalanes, llegados a través del valle de Arán, van a mostrar interés por esta zona de la cordillera que desde hacía tiempo atraía a numerosos pirineístas franceses. Éstos, desde Luchón y el Hospice de France, atravesaban la frontera por el puerto de Benasque, también conocido como El Portillón. A pocos metros del paso fronterizo se encontraba la Casa Cabellud, una pequeña cabaña albergue que estuvo en funcionamiento hasta el inicio de los años treinta del pasado siglo. Francisco Cabellud era un bodeguero y comerciante benasqués que intentó aprovechar económicamente el auge del pirineísmo y el creciente tránsito de personas por El Portillón. Aparecen también en el libro otros lugares del valle de Benasque, como el Hospital, los Baños o La Renclusa, que vemos en la novela transformarse de pequeño abrigo para pastores en importante refugio de montaña desde donde partirán las excursiones a los Montes Malditos y el Aneto. Del propio Benasque se citan las fondas de Cabellud y Sayó. En esta última se hospedan algunos personajes de la novela, y su propietario José Sayó Pedrón desempeña un importante papel en su desarrollo argumental.

Porque la mayor parte de los personajes secundarios de "Las nieves del Aneto" están extraídos fielmente de la realidad. Así ocurre con José Sayó, "Pepe, el de Llausia", mítico guía benasqués, perteneciente a una familia que, además de la citada fonda de la villa, tuvo a su cargo en arriendo el Hospital de Benasque y La Renclusa. La construcción de este refugio de montaña en el lugar donde sólo existía un pequeño abrigo de pastores es consecuencia del tesón de otro personaje histórico de la novela: el montañero y fotógrafo catalán Juli Soler i Santaló, presidente del Centro Excursionista de Cataluña, gran enamorado y divulgador de las bellezas del Pirineo y buen amigo de José Sayó. Sin embargo, ni uno ni otro vieron inaugurado el refugio en cuya construcción habían puesto toda su ilusión y empeño. Santaló murió unos años antes de penosa enfermedad. La muerte de Sayó fue mucho más trágica e inesperada. A finales de julio de 1916, pocos días antes de la fecha en que se iba a inaugurar oficialmente el refugio ya terminado, Sayó y el cura y montañero catalán mosén Jaume Oliveras acompañaron a dos turistas alemanes al Aneto. Cuando ya habían alcanzado la cima y atravesaban de regreso el Puente de Mahoma, se desató una violenta tormenta y un rayo fulminó a Sayó y a uno de los alemanes. Ambos cayeron electrocutados por el terrible precipicio. La noticia conmocionó a Benasque, donde el guía era muy apreciado por su carácter bondadoso y su responsabilidad y honradez. Su yerno, Antonio Abadías, continuó su trabajo como guía de montaña y realizó innumerables ascensiones a la máxima cima pirenaica, lo que le valió el apodo de "El león del Aneto".

En la novela se nombran bastantes cimas y parajes de esos valles pirenaicos. Son numerosas las cumbres que su protagonista Filéas, acompañado del guía francés Emile o del español José Sayó, logra alcanzar a lo largo del relato. El Aneto es la principal de todas ellas, pero también se citan la Maladeta, el pico del Alba, el Aragüells, el Ballibierna, el Russell, el Tempestades, el Margalida, el Mulleres, la Forcanada, el Salvaguardia -por cuya ascensión había que pagar un peaje a Caballud que argumentaba que era él quien mantenía limpio el camino de subida-, el Sacroux, el Maupas, el Cabrioules, o los Gourgs Blancs y los Spijoeles. Y lugares como Llosas -con su pequeña cabaña de pastores-, el lago Cregüena o el bello paraje de Aigualluts.

La geografía pirenaica de esos valles es bien conocida por la escritora francesa y, aunque en alguna ocasión se hace referencia al catalanismo profesado por Soler i Santaló, se deja siempre claro que los Montes Malditos y el Aneto pertenecen al municipio de Benasque y están por tanto en territorio aragonés. Sin embargo, en las primeras páginas del libro, al referirse a la localidad de Aneto, de la que toma el nombre el pico homónimo, se dice que es un pueblo aranés, situado en el país catalán. Se trata de una dato geográfico equivocado, ya que Aneto se encuentra en la orilla occidental del río Noguera Ribagorzana  -frontera administrativa entre Aragón y Cataluña-  y pertenece en consecuencia a la provincia de Huesca.

Por las páginas del libro desfilan muchos de los pirineístas de la época. Desde el mítico Henri Russell, que muere en esos años y cuya obra "Recuerdos de un montañero" es el libro de cabecera de Filéas, hasta los jóvenes escaladores franceses Falisse y d'Ussel y sus guías Castagné y Haurillon. También los catalanes Estasen, Soler i Coll, Ribera y Feliu, que en 1922 fueron los primeros españoles en alcanzar la cima del Aneto con esquís.

La traducción del libro al español parece aceptable en su conjunto, aunque se observan algunos detalles que pueden chirriar un poco al lector más exigente. Así, el uso frecuente del galicismo "es por eso que", calco literal del francés y perfectamente sustituible por el más genuino y sencillo "por eso". Los hechos contados se organizan temporalmente con las fechas que encabezan cada capítulo y cada uno de sus apartados, lo que proporciona mayor fluidez y ritmo a la narración y hace más ágil y amena su lectura. Además, las referencias a la vestimenta de los personajes indican que la autora no ha olvidado ningún detalle a la hora de documentarse para ambientar su relato.

En resumen, "Las nieves del Aneto" es una novela que gustará sobre todo a los amantes de la montaña y de su historia reciente, y en especial a quienes conozcan los hermosos parajes pirenaicos que le sirven de telón de fondo. Una novela sobre la atracción que ejerce la montaña y las satisfacciones que proporciona, pero también sobre su poder destructivo y el riesgo que se esconde tras su seductora belleza.

NOTAS:
(1) - "Las nieves del Aneto". Nanou Saint-Lèbe. Editorial Milenio. Biblioteca de los Pirineos, nº 8, Lleida, 2006. Título original en francés "Les neiges de l 'Aneto" (2005)
(2) - Para conocer con detalle el pasado de Benasque es muy recomendable la lectura del libro "Aproximación a la Historia de Benasque", de Vicente Juste Moles, editado en 1991. En el libro se dice que el trayecto del Congosto de Ventamillo hasta El Run se abrió al tráfico en 1912, mientras que el tramo desde El Run a Benasque se finalizó en 1909. Se dan también muchos detalles sobre algunos lugares que aparecen en el libro, como la Casa Cabellud, el Hospital de Benasque o la Renclusa, y sobre los principales guías de montaña que hubo en la localidad.

Carlos Bravo Suárez

(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón en 2006)
(Foto: Glaciar del Aneto)

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