A ocho kilómetros de Graus y a tres de Capella, a cuyo municipio pertenece, se encuentra, sobre un pequeño altiplano en la margen izquierda del río Isábena, la ermita de Miralpeix. Se llega a ella por la carretera A-1605 que lleva de Graus al Valle de Arán. Inmediatamente después de cruzar el llamado puente de Torrelabad, se toma una pista agrícola a la derecha en dirección a unas granjas que se divisan desde la carretera. Muy cerca de la explotación ganadera, y también visible desde la calzada, se halla esta pequeña y sencilla ermita de estilo románico, en medio de un campo de labor y cubierta cada vez más por una frondosa hiedra que parece querer envolverla por completo. También se puede acceder al lugar desde el vecino pueblo de Pociello, siguiendo la pista que lleva hasta el cementerio y continuando desde allí campo a través.
Sobre Capella, su magnífico puente medieval, su iglesia parroquial de San Martín y el bello retablo que alberga en su interior, ya he escrito en estas páginas en alguna otra ocasión. Muy cerca de la ermita de Miralpeix que hoy nos ocupa, se encuentra el pequeño pueblo de Pociello, con una iglesia románica también de tamaño reducido y formas sencillas. Siguiendo la carretera A-1606, y tomando otro desvío a la derecha, se halla Laguarres. En su cementerio, al otro lado de la carretera, se levanta la ermita de la Virgen del Llano, también románica y con un destacado ábside semicircular. Los dos pueblos -Pociello y Laguarres-, situados como la ermita de Miralpeix en la cara norte de la Sierra del Castillo de Laguarres, o del Castell de Llaguarres en el habla local, pertenecen al municipio de Capella.
Por un desvío que arranca desde la izquierda del puente que atraviesa el Isábena, en sentido opuesto al camino que lleva a la ermita de Miralpeix, se llega al pequeño pueblo de Torrelabad. Otra carretera secundaria que arranca del mismo punto conduce a El Soler. Ambos pueblos, como el diseminado Güel, pertenecen, sin embargo, al municipio de Graus. En la entrada de El Soler se levanta la bonita ermita de San Marcos, románica y restaurada hace unos años por el famoso mosén José María Lemiñana, hasta no hace mucho cura párroco de Roda de Isábena y restaurador infatigable de numerosas iglesias y ermitas de la comarca.
Parece seguro que la ermita de Miralpeix formaba parte de un pequeño caserío o mas del mismo nombre. Tal vez algunos viejos edificios situados entre la ermita y las granjas próximas pertenecieran en su origen a la pequeña aldea. El apellido Miralpeix aparece entre los vecinos de Capella en la relación de los fogajes medievales de 1381, 1385 y 1549. En 1381, se cita a un Pere Miralpeix, que se incluye también en el fogaje de 1385 junto a su yerno y su hijo. En 1549, uno de los jurados de Capella que se entrevistaron con el futuro conde don Martín de Gurrea y Aragón en su visita a la localidad fue Joan de Miralpeix. Pere de Miralpeix aparece también como uno de los prohombres u hombres importantes de la villa presentes en ese encuentro. En el informe de esta visita condal, del que se conserva una copia en el monasterio de Montserrat en Barcelona y otra en la colección Salazar de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia en Madrid, aparece el apellido escrito como Mira el pex, separado en tres palabras. La de los Miralpeix sería sin duda una de las casas fuertes de la zona y sus propietarios tendrían gran influencia en Capella y en la comarca de la Ribagorza. El apellido aparece asimismo con frecuencia en Cataluña, ligado en ocasiones a algunas familias influyentes.
Sobre el topónimo hay que decir que la “x” final corresponde al sonido prepalatal fricativo sordo [s], inexistente en el castellano, pero muy presente en el aragonés y el catalán (ixo, buixo, caixa, etc). Transcribo las primeras líneas que Chesús Vázquez dedica a Miralpeix en su interesante librito “Toponimia ribagorzana. Municipio de Capella” (Editorial Milenio, Lérida, 2003): “Nombre de una masía y del terreno circundante, situada junto al río. Es un topónimo compuesto, formado con el verbo mirar y el sustantivo ribagorzano peix (pez). Parece que los lugares así llamados (abundantes en la toponimia de regiones vecinas), se encuentran casi siempre junto a una zona del río en la que hay bastantes peces, y el verbo ha tomado el sentido de estar encarado hacia”.
El topónimo Miralpeix aparece ciertamente en varios lugares de Cataluña, siendo tal vez el más conocido el denominado los Colls y Miralpeix, en Sitges, donde antes hubo un castillo y hoy hay una ermita. En la provincia de Lérida, en el municipio de Tiurana, existe asimismo un pequeño pueblo llamado Miralpeix. Aparece también este nombre en otro lugar aragonés. Se trata del monumento funerario romano conocido como el mausoleo de Miralpeix, que actualmente se levanta en Caspe, adonde fue trasladado desde su antigua ubicación, sumergida hoy bajo las aguas del pantano de Mequinenza. Aguas arriba del río Isabena, en Serraduy, a unos veinte kilómetros de la ermita de Miralpeix de Capella, se encuentra, muy próxima al río y haciendo honor al significado del topónimo, la Casa “El Peix”, conocido y afamado restaurante de la comarca de Ribagorza.
En 1586, la aldea o casa de Miralpeix aparece documentada como un ente autónomo, aunque parece probable que siempre dependiera directamente de Capella. Según se cita en documentos medievales, a esta población pertenecían las aldeas o masías de Casa Chorchi, L’Heréu, Estorianz, La Bruballa, La Buixeda, La Serranía, La Sierra, Miralpeix y San Chenís. Algunas de estas casas siguen existiendo en la actualidad y varias de ellas están todavía habitadas. Estorianz y La Buixeda, también en la margen izquierda del río Isábena, conservan sendas ermitas junto al caserío vivienda. Son muchos los mases y casas de la zona que tenían su propia ermita u oratorio, uniendo a la autosuficiencia económica la religiosa.
La ermita de Miralpeix es de dimensiones reducidas, de gran simplicidad y con casi total carencia de ornamentación. Se encuentra abandonada desde hace tiempo y se levanta en la actualidad, como hemos dicho, en medio de un extenso campo de labor. Estuvo en tiempos dedicada a la Transfiguración del Señor, cuya festividad se celebra el seis de agosto; aunque en documentos más antiguos aparece bajo la advocación de San Salvador.
El edificio es de una sola nave, rectangular, casi trapezoidal, con un ábside románico preceptivamente orientado al este. La parte peor conservada de la ermita es la techumbre; a dos vertientes y de losas, aunque muchas de ellas se desprendieron hace tiempo. Su ausencia da a la construcción un aspecto algo incompleto en la actualidad. Una frondosa hiedra, a la manera de un verde penacho sobre la mitad del edificio, parece querer sustituir hoy al viejo tejado caído. La nave es de bóveda de cañón y el ábside de cuarto de esfera. Las paredes son de sillares pequeños e irregulares. La parte mejor construida es el ábside y los arcos de la bóveda, algunos de los cuales están hechos con piedra tosca para aligerar el peso de la cubierta.
No puede apreciarse bien el pavimento de la ermita por estar actualmente cubierto de tierra, aunque autores que la vieron antes indican en sus escritos que era de losas; la parte del ábside se halla ligeramente elevada sobre el resto de la nave, pero no hay restos de ningún altar en ese espacio.
La puerta de la ermita se abre a poniente, opuesta al ábside. Está construida con grandes dovelas que forman un arco de medio punto. Esta puerta es posterior al resto de la ermita, consecuencia de una reforma más moderna. La puerta original sería más humilde, en consonancia con la sencillez y simple rusticidad de todo el conjunto. Delante de esta entrada actual aún puede adivinarse un pequeño escalón de acceso, aunque prácticamente esté hoy enterrado y oculto.
La ermita presenta tres únicas ventanas, muy pequeñas y sencillas. La más grande, con doble hendidura, se halla sobre la puerta de entrada. Las otras dos, una en el centro del ábside, frente a la puerta, y la otra en el muro meridional, son muy reducidas, en forma de aspillera, con la hendidura abierta hacia el interior.
La nave interior sólo contiene los huecos de dos armarios para guardar objetos litúrgicos. Uno pequeño en la pared meridional y otro más grande y más moderno en la septentrional. No hay ningún otro tipo de ornamentación en la ermita.
Salvo la fachada principal y la puerta, que son claramente posteriores, el resto del edificio fue construido en la misma época. Los pocos autores que han escrito sobre ella datan su construcción, como mínimo, en la primera mitad del siglo XII, aunque otros creen más probable que fuera levantada durante la segunda mitad de esa misma centuria.
El pequeño edificio se encuentra hoy pese a su abandono en un estado de conservación bastante aceptable, pero la ausencia de losas en su cubierta podría acelerar lamentablemente su deterioro. Creo que no sería ni costoso ni difícil evitarlo en parte reparando cuanto antes su desprotegida techumbre.
La ermita de Miralpeix de Capella es un ejemplo más, de los muchos que hay en la comarca de la Ribagorza, de una pequeña construcción religiosa perteneciente a un románico popular y sencillo, muy en consonancia con la austeridad que ha presidido estas tierras a lo largo de buena parte de su larga y dilatada historia.
Carlos Bravo Suárez
Sobre Capella, su magnífico puente medieval, su iglesia parroquial de San Martín y el bello retablo que alberga en su interior, ya he escrito en estas páginas en alguna otra ocasión. Muy cerca de la ermita de Miralpeix que hoy nos ocupa, se encuentra el pequeño pueblo de Pociello, con una iglesia románica también de tamaño reducido y formas sencillas. Siguiendo la carretera A-1606, y tomando otro desvío a la derecha, se halla Laguarres. En su cementerio, al otro lado de la carretera, se levanta la ermita de la Virgen del Llano, también románica y con un destacado ábside semicircular. Los dos pueblos -Pociello y Laguarres-, situados como la ermita de Miralpeix en la cara norte de la Sierra del Castillo de Laguarres, o del Castell de Llaguarres en el habla local, pertenecen al municipio de Capella.
Por un desvío que arranca desde la izquierda del puente que atraviesa el Isábena, en sentido opuesto al camino que lleva a la ermita de Miralpeix, se llega al pequeño pueblo de Torrelabad. Otra carretera secundaria que arranca del mismo punto conduce a El Soler. Ambos pueblos, como el diseminado Güel, pertenecen, sin embargo, al municipio de Graus. En la entrada de El Soler se levanta la bonita ermita de San Marcos, románica y restaurada hace unos años por el famoso mosén José María Lemiñana, hasta no hace mucho cura párroco de Roda de Isábena y restaurador infatigable de numerosas iglesias y ermitas de la comarca.
Parece seguro que la ermita de Miralpeix formaba parte de un pequeño caserío o mas del mismo nombre. Tal vez algunos viejos edificios situados entre la ermita y las granjas próximas pertenecieran en su origen a la pequeña aldea. El apellido Miralpeix aparece entre los vecinos de Capella en la relación de los fogajes medievales de 1381, 1385 y 1549. En 1381, se cita a un Pere Miralpeix, que se incluye también en el fogaje de 1385 junto a su yerno y su hijo. En 1549, uno de los jurados de Capella que se entrevistaron con el futuro conde don Martín de Gurrea y Aragón en su visita a la localidad fue Joan de Miralpeix. Pere de Miralpeix aparece también como uno de los prohombres u hombres importantes de la villa presentes en ese encuentro. En el informe de esta visita condal, del que se conserva una copia en el monasterio de Montserrat en Barcelona y otra en la colección Salazar de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia en Madrid, aparece el apellido escrito como Mira el pex, separado en tres palabras. La de los Miralpeix sería sin duda una de las casas fuertes de la zona y sus propietarios tendrían gran influencia en Capella y en la comarca de la Ribagorza. El apellido aparece asimismo con frecuencia en Cataluña, ligado en ocasiones a algunas familias influyentes.
Sobre el topónimo hay que decir que la “x” final corresponde al sonido prepalatal fricativo sordo [s], inexistente en el castellano, pero muy presente en el aragonés y el catalán (ixo, buixo, caixa, etc). Transcribo las primeras líneas que Chesús Vázquez dedica a Miralpeix en su interesante librito “Toponimia ribagorzana. Municipio de Capella” (Editorial Milenio, Lérida, 2003): “Nombre de una masía y del terreno circundante, situada junto al río. Es un topónimo compuesto, formado con el verbo mirar y el sustantivo ribagorzano peix (pez). Parece que los lugares así llamados (abundantes en la toponimia de regiones vecinas), se encuentran casi siempre junto a una zona del río en la que hay bastantes peces, y el verbo ha tomado el sentido de estar encarado hacia”.
El topónimo Miralpeix aparece ciertamente en varios lugares de Cataluña, siendo tal vez el más conocido el denominado los Colls y Miralpeix, en Sitges, donde antes hubo un castillo y hoy hay una ermita. En la provincia de Lérida, en el municipio de Tiurana, existe asimismo un pequeño pueblo llamado Miralpeix. Aparece también este nombre en otro lugar aragonés. Se trata del monumento funerario romano conocido como el mausoleo de Miralpeix, que actualmente se levanta en Caspe, adonde fue trasladado desde su antigua ubicación, sumergida hoy bajo las aguas del pantano de Mequinenza. Aguas arriba del río Isabena, en Serraduy, a unos veinte kilómetros de la ermita de Miralpeix de Capella, se encuentra, muy próxima al río y haciendo honor al significado del topónimo, la Casa “El Peix”, conocido y afamado restaurante de la comarca de Ribagorza.
En 1586, la aldea o casa de Miralpeix aparece documentada como un ente autónomo, aunque parece probable que siempre dependiera directamente de Capella. Según se cita en documentos medievales, a esta población pertenecían las aldeas o masías de Casa Chorchi, L’Heréu, Estorianz, La Bruballa, La Buixeda, La Serranía, La Sierra, Miralpeix y San Chenís. Algunas de estas casas siguen existiendo en la actualidad y varias de ellas están todavía habitadas. Estorianz y La Buixeda, también en la margen izquierda del río Isábena, conservan sendas ermitas junto al caserío vivienda. Son muchos los mases y casas de la zona que tenían su propia ermita u oratorio, uniendo a la autosuficiencia económica la religiosa.
La ermita de Miralpeix es de dimensiones reducidas, de gran simplicidad y con casi total carencia de ornamentación. Se encuentra abandonada desde hace tiempo y se levanta en la actualidad, como hemos dicho, en medio de un extenso campo de labor. Estuvo en tiempos dedicada a la Transfiguración del Señor, cuya festividad se celebra el seis de agosto; aunque en documentos más antiguos aparece bajo la advocación de San Salvador.
El edificio es de una sola nave, rectangular, casi trapezoidal, con un ábside románico preceptivamente orientado al este. La parte peor conservada de la ermita es la techumbre; a dos vertientes y de losas, aunque muchas de ellas se desprendieron hace tiempo. Su ausencia da a la construcción un aspecto algo incompleto en la actualidad. Una frondosa hiedra, a la manera de un verde penacho sobre la mitad del edificio, parece querer sustituir hoy al viejo tejado caído. La nave es de bóveda de cañón y el ábside de cuarto de esfera. Las paredes son de sillares pequeños e irregulares. La parte mejor construida es el ábside y los arcos de la bóveda, algunos de los cuales están hechos con piedra tosca para aligerar el peso de la cubierta.
No puede apreciarse bien el pavimento de la ermita por estar actualmente cubierto de tierra, aunque autores que la vieron antes indican en sus escritos que era de losas; la parte del ábside se halla ligeramente elevada sobre el resto de la nave, pero no hay restos de ningún altar en ese espacio.
La puerta de la ermita se abre a poniente, opuesta al ábside. Está construida con grandes dovelas que forman un arco de medio punto. Esta puerta es posterior al resto de la ermita, consecuencia de una reforma más moderna. La puerta original sería más humilde, en consonancia con la sencillez y simple rusticidad de todo el conjunto. Delante de esta entrada actual aún puede adivinarse un pequeño escalón de acceso, aunque prácticamente esté hoy enterrado y oculto.
La ermita presenta tres únicas ventanas, muy pequeñas y sencillas. La más grande, con doble hendidura, se halla sobre la puerta de entrada. Las otras dos, una en el centro del ábside, frente a la puerta, y la otra en el muro meridional, son muy reducidas, en forma de aspillera, con la hendidura abierta hacia el interior.
La nave interior sólo contiene los huecos de dos armarios para guardar objetos litúrgicos. Uno pequeño en la pared meridional y otro más grande y más moderno en la septentrional. No hay ningún otro tipo de ornamentación en la ermita.
Salvo la fachada principal y la puerta, que son claramente posteriores, el resto del edificio fue construido en la misma época. Los pocos autores que han escrito sobre ella datan su construcción, como mínimo, en la primera mitad del siglo XII, aunque otros creen más probable que fuera levantada durante la segunda mitad de esa misma centuria.
El pequeño edificio se encuentra hoy pese a su abandono en un estado de conservación bastante aceptable, pero la ausencia de losas en su cubierta podría acelerar lamentablemente su deterioro. Creo que no sería ni costoso ni difícil evitarlo en parte reparando cuanto antes su desprotegida techumbre.
La ermita de Miralpeix de Capella es un ejemplo más, de los muchos que hay en la comarca de la Ribagorza, de una pequeña construcción religiosa perteneciente a un románico popular y sencillo, muy en consonancia con la austeridad que ha presidido estas tierras a lo largo de buena parte de su larga y dilatada historia.
Carlos Bravo Suárez
(Todas las fotos son de la ermita de Miralpeix)
(Después de escribir y publicar este artículo en el Diario del Alto Aragón, he comprobado que el acceso a la ermita desde el puente de Torrelabad se puede hacer de manera más fácil. A escasos trescientos metros de la pista que sale del final del puente en dirección a la granja que se cita en el artículo, se ha abierto una nueva pista a mano izquierda que nos lleva en pocos minutos al campo de labor en que se encuentra la ermita)