Tras
el éxito de “Morir no es lo que más duele” (2018) y “Antes mueren los que no
aman” (2019), Inés Plana (Barbastro, 1959) acaba de publicar su tercera novela,
“Lo que no cuentan los muertos”, también editada por el grupo Planeta, en la
que la escritora barbastrense, afincada en Madrid, vuelve a construir un sólido
relato de misterio e investigación, con unas muy bien administradas dosis de
tensión e intriga que mantienen la atención y el interés del lector a lo largo
de sus más de quinientas páginas.
Aunque
puede leerse de manera independiente respecto a los dos libros anteriores, en
“Lo que no cuentan los muertos” volvemos a encontrar como protagonista al
teniente Julián Tresser, ahora ya ascendido a capitán. Al frente del grupo de
la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO), durante el verano de
2012, va a investigar la desaparición de Rita Marí, que en abril del año
anterior había sobrevivido a un accidente de aviación en Tailandia, en el que murieron
las tres amigas que la acompañaban en un viaje para realizar un retiro budista
en aquel país oriental. Ella y el joven militar Eduardo Molaro, con quien desde
entonces mantiene una estrecha amistad, fueron los dos únicos supervivientes
españoles de aquella tragedia. Rita está casada con Heliodoro Escoza, un rico
empresario, propietario de una cadena de lavanderías, y es madre de dos hijos,
uno de ellos sacerdote, que rondan los treinta años. Tras el accidente, se
había alejado de la familia y vivía sola en su mansión de Alassar, un pequeño
municipio costero muy próximo a Valencia de donde ha desaparecido
misteriosamente.
Julián
Tresser y su equipo se trasladan a Valencia para investigar el caso. Al
flamante capitán le acompañan el cabo Guillermo Coira –a punto de promocionarse
a sargento– y la guardia Lucía Brancho, que estaba preparando el ascenso a
cabo. A ambos los conocemos ya de los libros anteriores. Además de otros
guardias, se añade al equipo Amanda Rocha, también capitán de la Guardia Civil,
psicóloga y criminóloga especialista en elaborar perfiles criminales, que va a
formar un buen tándem con Tresser, con quien coincide en edad, 47 años. Inés
Plana profundiza en el análisis de los personajes –los buenos y los malos– y
nos muestra la evolución vital de aquellos a quienes ya conocemos de sus obras
anteriores. Así reencontramos a Luba, a quien el capitán sacó de la
prostitución infantil y adoptó como hija, y a su amiga Fanny, con fuertes
conflictos emocionales internos. También reaparece Adelaida, con quien mantuvo
una relación sentimental y con la que Tresser se va a reencontrar tras una
experiencia traumática entre ambos.
Pero,
siendo esencialmente, y posiblemente más que las dos anteriores, una novela
negra y policiaca, cuyo núcleo argumental es la investigación de un secuestro,
hay en la narración muchos otros temas que amplían la cosmovisión del libro y
lo enriquecen literaria y temáticamente. Aparece la crisis económica que sufrió
España en 2012 con la pérdida de millones de puestos de trabajo, la corrupción
ligada a la construcción tan presente en todo el país y especialmente en la
comunidad valenciana, la España vaciada y los numerosos pueblos deshabitados en
uno de los cuales se enmarca un momento crucial de la trama, las consecuencias
de la prostitución infantil, el tema tabú del suicidio, la dificultad de
superar la muerte de un hijo, el sentimiento de culpa, el narcisismo maligno
que deshumaniza y cosifica para ejercer la maldad y la crueldad…
Además,
hay en la novela elementos frecuentes en los relatos de misterio y de aventuras
más clásicos: pasadizos y recovecos subterráneos, necrópolis y tumbas
escondidas, huesos de muertos –algunos hasta en el cocido–, lucha por la
supervivencia ante la rápida crecida de los ríos como consecuencia de las
fuertes tormentas veraniegas en la costa levantina…
La
novela transcurre casi íntegramente en la comunidad valenciana, descrita con
rigor y documentación en su aspecto geográfico y social. Como en las novelas
anteriores, también en esta hay un guiño a nuestra provincia y algunos momentos
del relato transcurren en Alquézar, pueblo muy bien descrito en su pasado
histórico y en su trazado medieval con la colegiata y antigua fortaleza
musulmana. También aparecen momentáneamente la ciudad de Barbastro, con el
Coso, sus árboles y sus veladores, y sus bodegas, y la comarca del Somontano,
sus pequeños pueblos y su riqueza en vino, aceite y quesos.
Inés
Plana escribe en una prosa ágil y eficaz, insufla vida y realismo a sus personajes,
los hace crecer y evolucionar con el paso del tiempo, crea y diversifica tramas
entretenidas con suspense e interés crecientes, presenta problemas actuales de
nuestra sociedad. Además, muestra nuestra tierra en sus novelas y es una
magnífica embajadora de nuestra provincia. No se le puede pedir mucho más.
Solamente queda esperar que nos siga deleitando con nuevos libros durante mucho
tiempo.
“Lo
que no cuentan los muertos”. Inés Plana. Espasa. 2021. 512 páginas