Salanova es una pequeña aldea despoblada perteneciente al municipio ribagorzano de Lascuarre. Se puede llegar hasta ella por la carretera A-1605 que lleva de Graus al valle de Arán por el alto de Bonansa. El lugar se sitúa a la derecha de la citada vía, desde donde sale una pista de tierra que conduce enseguida hasta el pequeño caserío. Salanova se encuentra a unos dieciséis kilómetros de Graus y a unos tres de Lascuarre.
Las referencias históricas al lugar son muy escasas. En un documento del monasterio sobrarbense de San Victorián, en referencia a Santa María de Obarra, se cita a un Berengario de Salanova en 1204. Sabemos también que en el año 1900 vivían en Salanova 19 personas.
El lugar estuvo habitado hasta los años sesenta del pasado siglo XX y contaba con tres casas. La mayor de ellas, todavía en pie aunque en progresiva ruina, es la casa Fidalgo, más conocida como casa del Arrendador. Es un gran edificio construido en los siglos XVI o XVII, con puerta de arco de medio punto y escasez de ventanas, casi todas en el piso superior cerca del tejado. Tiene aspecto de haber sido en su momento una importante casa fuerte de la zona. Las otras casas, más pequeñas y en peor estado de conservación, eran casa Llacera y casa Laideba, aunque en los inicios del siglo XX los propietarios de la primera compraron la segunda que pasó a denominarse como aquélla.
En medio del pequeño caserío hay dos grandes encinas o carrascas. Una de ellas es verdaderamente impresionante y creo que está catalogada, debería estarlo si no es así, entre las más destacadas de nuestra provincia. También hay algunos pequeños cipreses junto a la ermita de San Macario, a la que enseguida nos vamos a referir. Entre Salanova y Lascuarre se encuentra la llamada Torre de los Moros o Castell dels Moros, de planta cuadrangular y recientemente restaurada. Aunque algunos creen que pudo ser una torre de vigilancia en tiempos medievales, parece más probable que se trate de una construcción posterior, seguramente del siglo XVII.
Muy próxima a las casas de Salanova se encuentra la ermita de San Macario, Sant Macari en el habla de la zona. Se sitúa junto a la carretera A-1605, de la que sólo la separa un pequeño talud. Sin embargo, desde la calzada puede ser fácilmente confundida con una pequeña borda o una caseta de monte. La ermita es de dimensiones reducidas y de aspecto algo rústico. Es de estilo románico popular, tiene planta rectangular con bóveda de cañón y un pequeño ábside semicircular con bóveda de horno canónicamente orientado al este. Construida sencillamente con mampostería, presenta sin embargo algunos sillares grandes, principalmente en sus esquinas. Parece datar del siglo XIII. La puerta, contraria al ábside, es de arco de medio punto y grandes dovelas, de construcción posterior al resto de la ermita. El reducido espacio interior del edificio está encalado y en estado de abandono. Sólo presenta una pequeña ventana abocinada en su pared meridional y conserva, aparentemente en buen estado, su tejado de losas a dos aguas. Para levantar esta ermita es muy posible que se utilizaran algunos materiales de otra más antigua conocida como San Macario viejo.
Las ruinas de San Macario viejo se encuentran algo más alejadas del pueblo, aproximadamente a medio kilómetro de éste. Se levantan sobre un pequeño promontorio rocoso en dirección sureste. No hay camino para acceder hasta ellas. Desde Salanova hay que atravesar un pequeño barranco, casi siempre seco, y subir un corto tramo campo a través. Poniendo atención, las ruinas son visibles tanto desde el pueblo como desde la carretera.
Los restos de San Macario viejo son bastante exiguos. En algún momento, la ya pequeña nave rectangular fue acortada y se cerró con un muro su parte más oriental, donde se encuentra el ábside. Probablemente este pequeño recinto cerrado se usaría para guardar ganado. De este espacio se conserva una parte de los muros y del ábside, todo ello construido con mampostería muy irregular y de apariencia no demasiado consistente. De la otra parte de la ermita sólo pueden verse algunos montones de piedras en el suelo. La puerta primitiva estaría en el muro meridional. En el centro del ábside puede observarse una curiosa hornacina, muy rustica, hecha con tres piedras sobre una pequeña losa. Delante del ábside se encuentra, caída en el suelo pero íntegra, la losa rectangular que servía como altar en las celebraciones religiosas. La ermita podría fecharse tal vez en el siglo XII, dentro de un estilo románico muy popular y sencillo.
Las dos ermitas de San Macario de Salanova son una muestra de la presencia en tiempos pasados de pequeñas construcciones religiosas en cualquier lugar habitado por pequeño que éste fuera. En la mayoría de los casos se trataba de ermitas u oratorios muy sencillos y austeros, en los que importaba más la función religiosa para la que estaban destinados que cualquier ornamentación innecesaria. Son esa sencillez y rusticidad las que confieren a estas viejas construcciones su atractivo y su encanto.
Carlos Bravo Suárez
(Fotos: ermita vieja, carrasca, casa del Arrendador y ermita nueva de Salanova)
(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón)
Las referencias históricas al lugar son muy escasas. En un documento del monasterio sobrarbense de San Victorián, en referencia a Santa María de Obarra, se cita a un Berengario de Salanova en 1204. Sabemos también que en el año 1900 vivían en Salanova 19 personas.
El lugar estuvo habitado hasta los años sesenta del pasado siglo XX y contaba con tres casas. La mayor de ellas, todavía en pie aunque en progresiva ruina, es la casa Fidalgo, más conocida como casa del Arrendador. Es un gran edificio construido en los siglos XVI o XVII, con puerta de arco de medio punto y escasez de ventanas, casi todas en el piso superior cerca del tejado. Tiene aspecto de haber sido en su momento una importante casa fuerte de la zona. Las otras casas, más pequeñas y en peor estado de conservación, eran casa Llacera y casa Laideba, aunque en los inicios del siglo XX los propietarios de la primera compraron la segunda que pasó a denominarse como aquélla.
En medio del pequeño caserío hay dos grandes encinas o carrascas. Una de ellas es verdaderamente impresionante y creo que está catalogada, debería estarlo si no es así, entre las más destacadas de nuestra provincia. También hay algunos pequeños cipreses junto a la ermita de San Macario, a la que enseguida nos vamos a referir. Entre Salanova y Lascuarre se encuentra la llamada Torre de los Moros o Castell dels Moros, de planta cuadrangular y recientemente restaurada. Aunque algunos creen que pudo ser una torre de vigilancia en tiempos medievales, parece más probable que se trate de una construcción posterior, seguramente del siglo XVII.
Muy próxima a las casas de Salanova se encuentra la ermita de San Macario, Sant Macari en el habla de la zona. Se sitúa junto a la carretera A-1605, de la que sólo la separa un pequeño talud. Sin embargo, desde la calzada puede ser fácilmente confundida con una pequeña borda o una caseta de monte. La ermita es de dimensiones reducidas y de aspecto algo rústico. Es de estilo románico popular, tiene planta rectangular con bóveda de cañón y un pequeño ábside semicircular con bóveda de horno canónicamente orientado al este. Construida sencillamente con mampostería, presenta sin embargo algunos sillares grandes, principalmente en sus esquinas. Parece datar del siglo XIII. La puerta, contraria al ábside, es de arco de medio punto y grandes dovelas, de construcción posterior al resto de la ermita. El reducido espacio interior del edificio está encalado y en estado de abandono. Sólo presenta una pequeña ventana abocinada en su pared meridional y conserva, aparentemente en buen estado, su tejado de losas a dos aguas. Para levantar esta ermita es muy posible que se utilizaran algunos materiales de otra más antigua conocida como San Macario viejo.
Las ruinas de San Macario viejo se encuentran algo más alejadas del pueblo, aproximadamente a medio kilómetro de éste. Se levantan sobre un pequeño promontorio rocoso en dirección sureste. No hay camino para acceder hasta ellas. Desde Salanova hay que atravesar un pequeño barranco, casi siempre seco, y subir un corto tramo campo a través. Poniendo atención, las ruinas son visibles tanto desde el pueblo como desde la carretera.
Los restos de San Macario viejo son bastante exiguos. En algún momento, la ya pequeña nave rectangular fue acortada y se cerró con un muro su parte más oriental, donde se encuentra el ábside. Probablemente este pequeño recinto cerrado se usaría para guardar ganado. De este espacio se conserva una parte de los muros y del ábside, todo ello construido con mampostería muy irregular y de apariencia no demasiado consistente. De la otra parte de la ermita sólo pueden verse algunos montones de piedras en el suelo. La puerta primitiva estaría en el muro meridional. En el centro del ábside puede observarse una curiosa hornacina, muy rustica, hecha con tres piedras sobre una pequeña losa. Delante del ábside se encuentra, caída en el suelo pero íntegra, la losa rectangular que servía como altar en las celebraciones religiosas. La ermita podría fecharse tal vez en el siglo XII, dentro de un estilo románico muy popular y sencillo.
Las dos ermitas de San Macario de Salanova son una muestra de la presencia en tiempos pasados de pequeñas construcciones religiosas en cualquier lugar habitado por pequeño que éste fuera. En la mayoría de los casos se trataba de ermitas u oratorios muy sencillos y austeros, en los que importaba más la función religiosa para la que estaban destinados que cualquier ornamentación innecesaria. Son esa sencillez y rusticidad las que confieren a estas viejas construcciones su atractivo y su encanto.
Carlos Bravo Suárez
(Fotos: ermita vieja, carrasca, casa del Arrendador y ermita nueva de Salanova)
(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón)