El
tango de la Guardia Vieja. Arturo Pérez-Reverte. Alfaguara. 2012. 504 páginas.
Arturo
Pérez-Reverte es probablemente el más conocido de los escritores españoles
actuales. Su pasado como corresponsal de guerra, sus artículos dominicales en
los que critica con acidez y certera mala leche los defectos de la sociedad
española y sus más de veinte novelas, algunas de ellas llevadas al cine, hacen
del autor cartaginés un personaje muy mediático y popular. Su última novela, El tango de la Guardia Vieja , lleva camino
de ser una de las más vendidas de su larga carrera literaria. Iniciada en 1990
y terminada en 2012, Reverte parece haber esperado a tener una mirada más
distante, producto de la madurez de quien ya ha cumplido los sesenta, para
hilvanar con precisión una historia que tenía prefigurada desde hacía tiempo.
Puede
decirse que El tango de la Guardia Vieja es, sobre
todo, una novela de amor. Sus dos principales personajes, Max y Mecha, que se enamoran
bailando un apasionado tango en un barco que navega por el Atlántico,
mantendrán una intensa relación a lo largo de sus vidas, aunque solamente se
verán en tres momentos de las mismas. Tres son pues los planos cronológicos y
geográficos en los que se mueve el libro: 1928 en Buenos Aires, 1937 en Niza y
1966 en la población italiana de Sorrento. En toda la novela se van
intercalando al menos dos de estos instantes cronológicos, de tal manera que el
lector, sin ninguna dificultad, va saltando en su lectura de uno a otro momento.
Pero,
además de ser una novela de amor, El tango de la Guardia Vieja tiene algunos elementos
de otros géneros narrativos. Hay algo de novela social en la descripción de los
barrios pobres de Buenos Aires en los que Max Costa nació; de novela erótica en
algunos pasajes de sexo explícito y por momentos algo turbio entre los
personajes; de novela de espías en las luchas en que se ve envuelto Max en Niza
para obtener unos documentos comprometedores relacionados con el fascismo italiano
y la Guerra Civil
española; de novela de aventuras en las peripecias que el protagonista de la
novela debe hacer para conseguir el dinero que le permita entrar en los
ambientes más lujosos. Y hay también casi un tratado sobre el tango y sus
orígenes y diversos estilos, y sobre el ajedrez y sus estrategias y la
importancia que la URSS
concedía a este deporte en el contexto de la guerra fría de los años sesenta
del pasado siglo. Y sin duda, y hasta el mínimo detalle, como se observa en la
descripción de cómo se abre una caja fuerte, hay en la novela una minuciosa
documentación previa que la hace más creíble y la sitúa con precisión en el
contexto histórico y geográfico en que transcurre.
Una
historia con muchos ingredientes bien mezclados y en su justa dosis, con el
ritmo adecuado y perfectamente construida, que tiene el regusto de las
narraciones clásicas de siempre. Simplemente una buena novela, de la que pueden
brotar reflexiones diversas que en cualquier caso siempre surgen de la historia
misma que se cuenta en ella.
Carlos
Bravo Suárez