“La fortaleza” es una de las
mejores novelas de la ya extinta literatura yugoslava. Su autor es Mesa
Selimovic (Tuzla, Bosnia, 1910 - Belgrado, Serbia, 1982), uno de los
principales escritores del desaparecido país balcánico junto a Ivo Andric y
Danilo Kis. Selimovic nació en la Bosnia
del Imperio austro-húngaro y murió, dos años más tarde que el mariscal Tito, en
la Serbia de la Yugoslavia que no iba a tardar en desmembrarse tras la
desaparición del carismático dictador. Selimovic trabajó como profesor en Tuzla
hasta 1943, cuando fue encarcelado por participar en el movimiento
antifascista. Fue miembro del Partido Comunista que, sin embargo, mandó fusilar
a su hermano por un supuesto robo. Se alejó del partido y fue apartado de su
trabajo como profesor. Consiguió finalmente un cargo en el Teatro Nacional y
como director de una editorial. Entre sus novelas, destacan dos verdaderas
obras maestras: “El último derviche”, de la que hay una reciente edición
española del año 2019 en Sexto Piso, y “La fortaleza”, que ha sido
recientemente publicada por la loable Automática Editorial, con una buena y
trabajada traducción de Miguel Rodríguez Andreu, que es también autor del didáctico
e ilustrativo epílogo que cierra el libro.
Publicada
originalmente en 1970, “La fortaleza” es una larga novela de casi quinientas
páginas que está ambientada en el Sarajevo musulmán del imperio turco.
Desplegándose a modo de fábula moral, “La fortaleza” nos traslada al Sarajevo
otomano del siglo XVIII para hacernos testigos de la vida y suerte de Ahmet
Sabo, un joven que acaba de regresar de la guerra contra el imperio zarista y
que deberá abrirse camino en una sociedad que, a ojos de quien ha sobrevivido a
los horrores de un conflicto armado, se revela absurda, hipócrita e injusta. Es
una novela en buena parte existencialista, con un personaje pesimista y algo
ingenuo, que se convierte en observador de la sociedad en la que vive. La
descripción de la sociedad sarajevita del siglo XVIII y el mosaico de los
muchos y diversos personajes, algunos de ellos logradísimos e inolvidables, que
aparecen en las páginas del libro componen un fresco extraordinario. Los
personajes, y ese es un rasgo destacadísimo del relato, encarnan las
contradicciones del género humano y no podemos encasillarlos en las etiquetas
de buenos y malos, pues tienen rasgos cambiantes y no representan valores
absolutos.
“Estamos ante una impresionante novela
existencialista repleta de aforismos sobre lo absurdo de la vida, los abusos
cotidianos del poder, la deprimente ubicuidad del mal y la sorprendente fuerza
del amor y las palabras. La candidez de Ahmet Sabo, inmerso en un itinerario
imposible en pos de la verdad y el sentido, choca violentamente con el
despiadado orden sobre el que se sostienen los usos y costumbres vigentes. El
amor, la amistad y la fidelidad a una esquiva verdad interior serán los hitos
que guiarán a nuestro protagonista a través de este tragicómico trayecto entre
las sombras. Mesa Selimovic escribe con enorme profundidad. Su obra, impregnada
de una honda comprensión de la grandeza y la miseria humanas, constituye una
búsqueda de las grandes preguntas que vertebran nuestras vidas”.
El
Sarajevo de la novela es una ciudad absolutamente musulmana. Todos los
personajes, excepto Tijana, la dulce esposa de Ahmet, profesan esa religión. Y
son muchísimas las palabras árabes, referidas a cargos políticos y religiosos y
a diferentes aspectos de la cultura y de la vida cotidiana, que aparecen en el
libro. Todas ellas están traducidas y explicadas en las notas que se añaden al
final de cada capítulo. Aunque Selimovic era ateo, sus dos mejores novelas
están ambientadas en el Sarajevo del siglo XVIII y están impregnadas de lo
islámico y lo oriental con abundancia de términos procedentes del turco, el
árabe y el persa.
La fortaleza
que da título al libro se refiere tanto a la prisión que con ese nombre preside
la ciudad y es símbolo de la represión política y religiosa que impera en ella
y en el imperio, como a la fortaleza en que se encierran el protagonista y su
mujer para resistir los embates y sinsabores del exterior. Lo explica bastante
bien Miguel Rodríguez Andreu en el epílogo del libro: “La fortaleza es una
metáfora del autoritarismo del régimen otomano, representado en las mazmorras y
en la detención y encarcelamiento de Ramiz, pero la fortaleza también es una
reivindicación de los espacios de libertad y protección que urde el individuo
contra cualquier injerencia y contra cualquier amenaza, aunque sea una quimera
alterar las relaciones de fuerza que mandan en la esfera pública”.
Con
algunas influencias kafkianas, pero con un descarnado realismo a veces cercano
al costumbrismo, con una extraordinaria galería de personajes, con reflexiones
profundas sobre aspectos como la vida, la muerte, el miedo, el amor o el poder,
“La fortaleza” es una novela excepcional, una de las mejores que he leído en
los últimos años.
“La fortaleza”. Mesa Selimovic. Automática
Editorial. 2023. 492 páginas.