La rubia de ojos negros. Benjamin Black. Alfaguara. 2014. 336
páginas.
Ya hemos reseñado en esta
sección algunos libros de John Banville (Wexford, Irlanda, 1945) y de Benjamin
Black. Como ya sabemos, el gran escritor irlandés, Premio Franz Kafka en 2011 y
tal vez futuro y merecido Premio Nobel, utiliza el seudónimo de Benjamin Black
para sus magníficas incursiones en la novela negra, tan negra como el apellido
de su heterónimo para estas lides. La
rubia de los ojos negros es la última de esas esperadas entregas. Una nueva
entrega que no es como las anteriores, pues Banville/Black resucita en ella -por
invitación expresa de los herederos de Raymond Chandler- nada menos que al
mítico detective privado Philip Marlowe, a quien convierte en protagonista de
su nuevo libro.
La
rubia de ojos negros se desarrolla por tanto en la década de
los cincuenta en el sur de California, con cuya topografía Benjamin Black sigue
jugando como antes lo hiciera su ilustre predecesor en el género y creador del
cínico y solitario detective que, pese a estar siempre rodeado de corruptos
millonarios mafiosos, mantiene su integridad ética y moral contra viento y
marea. Y es que el novelista irlandés no se aparta ni un ápice del universo que
Raymond Chandler creara para su personaje. Es más, aunque la novela pueda parecer
por momentos una secuela de la magistral El largo adiós, sería un sacrilegio hablar
aquí de una imitación o copia por debajo del original y no de una obra a la
misma altura, si no por encima, de las creadas por el maestro estadounidense
del género negro.
En La rubia de ojos negros, Marlowe recibe un encargo por parte de
Clare Cavendish, una rubia rica, elegante y extremadamente bella y seductora,
para que encuentre a Nico Paterson, un antiguo amante que ha desaparecido misteriosamente
y al que casi todos daban por muerto tras un atropello a la salida de un club.
Lo que parece un caso rápido y de fácil desenlace se complica cuando, además de
Marlowe, también otros buscan a Paterson por estar implicado en algunos asuntos
turbios al margen de la ley. Se desencadena así una historia de intriga y
violencia -con todos los elementos clásicos de la mejor narrativa negra
estadounidense- en la que Marlowe se verá tan atrapado por los acontecimientos
que se precipitan como por la bella rubia de ojos negros que lo ha contratado
para resolver el caso.
Perfectamente construida,
con diálogos chispeantes e ingeniosos, en ocasiones profundos, La rubia de ojos negros atrapa al
lector desde su primera página y se lee con avidez hasta el final. Marlowe
destila como siempre cinismo, melancolía, pesimismo y ese romanticismo fatal de
quien se enamora de una belleza femenina que habitualmente acaba prefiriendo a
los malos. Mientras tanto, el desencantado detective fuma y bebe como nunca
mientras ve cómo va creciendo a su alrededor la degradación y la vileza moral
de una sociedad en descomposición.
La novela merecería sin duda
una adaptación cinematográfica que estuviera a su altura. Lástima que Humphrey Bogart y Lauren Bacall ya no puedan protagonizarla.
Carlos Bravo Suárez