domingo, 24 de julio de 2022

LA LINTERNA DE PAPEL

“La Linterna de Papel” es la primera novela del joven poeta inglés Will Burns. Incorporado como Nuevo Poeta en 2014 por la prestigiosa colección Faber & Faber, es autor del libro de poemas “Country Music“, editado en 2020. El año pasado, tras la pandemia provocada por el COVID, publicó “La Linterna de Papel”, una crónica personal de aquellos días de estricto confinamiento que vivió en su Inglaterra natal. Ahora, la prestigiosa Literatura Randon House ha publicado el libro en nuestro país con la traducción de Javier Calvo.

“La Linterna de Papel” es el nombre del pub que el protagonista de la novela homónima regentaba junto a sus padres cuando estalla la pandemia. Un bar situado en una pequeña ciudad –que de manera exagerada sus habitantes denominan La Aldea– del centro de Inglaterra, en los llamados “home counties”, no lejos de Londres y cercana a Chequers, la residencia de vacaciones del primer ministro británico. El relato está narrado en primera persona por su protagonista, que, cerrado por la pandemia el pub de sus padres, se dedica a pasear y hacer caminatas por los alrededores de su pueblo. Además de describir con precisión y belleza literaria los lugares que recorre, el narrador –parece obvio que un alter ego del propio Will Burns– reflexiona sobre su propia situación personal y acerca de diversos temas: el concepto de trabajo, la degradación del medio natural, las contradicciones de la modernidad, el cambio climático, el clasismo de la sociedad británica y hasta el reciente Brexit, respecto al que se muestra contrario. También aparecen referencias a diversos personajes carismáticos que son clientes habituales del pub y a algunos amigos de la infancia del narrador.

Uno de los aspectos más interesantes del libro son las reflexiones del narrador sobre diversos aspectos contradictorios de la actual Inglaterra o de las sociedades modernas en general. En el primer caso, el autor se encuentra con que la zona por la que él suele salir a caminar se está viendo alterada por la construcción de una nueva vía férrea que tiene como objetivo la mejor conexión del Reino Unido con el continente europeo. Tras el Brexit y la salida británica de la Unión Europea, esa infraestructura parece entrañar una cierta contradicción. También señala el narrador cómo algunas empresas contaminantes de su comarca son las mismas que, paradójicamente, colaboran en proyectos destinados a la protección de la naturaleza. El tono crítico se extiende también al clasismo inglés, extensible incluso al juego del criquet tan presente en esa zona, en la que “el éxito se mide en los logros de los hijos, el precio de los coches y la exuberancia de los jardines”. También hay muchas alusiones al deterioro del medio natural, como puede leerse en este párrafo del libro: “Durante largos tramos del camino no se veía el río por ninguna parte, la senda me alejaba de sus meandros y sus orillas, y el ruido de la autopista lo lejos se convertía en una burla doble: allí estaba yo, circulando por un camino fluvial sin rastro del río y con el ruido de los coches, camiones y monovolúmenes imitando el murmullo del agua sobre las piedras”.

Burns combina a la perfección la descripción más objetiva con la reflexión más intimista y la crítica más punzante con un tratamiento literario más lírico, acorde con su condición de poeta. Salvando las distancias y con un enfoque totalmente personal y diferenciado, el propio autor ha manifestado en alguna entrevista su adscripción en cierto modo a la tradición literaria de los “flaneurs”, paseantes con una tendencia que algunos denominan como psicogeográfica. En la línea del suizo Robert Walser o el inglés Malcom Lowry, más por “su estilo de vida que por una técnica concreta, de comprender de modo vitalista que el movimiento y el paseo afectan al ritmo del pensamiento y la narración”. En cualquier caso, el propio autor ya había utilizado el paseo por la naturaleza en muchos de sus poemas y ahora transfiere parte de ese enfoque más lírico a su prosa narrativa.

La escritora y crítica literaria Berna González Harbour ha resumido con acierto lo que podemos encontrar en el libro: “La Linterna de Papel’ forma parte de una corriente que arrastra una lava no exactamente volcánica, pero sí cargada de autocrítica, de trazas apocalípticas, a ratos de furia, de enfado por el aislamiento británico y de incertidumbre ante el inhóspito país que emergerá de todo esto”. Aquellos días de estricto confinamiento fueron propicios para dar en soledad largos paseos por el campo y reflexionar sobre muchas cosas del presente, el pasado y el futuro. Will Burns ha sabido dar forma literaria a esas actividades cotidianas a las que nos obligó a todos la pandemia. El resultado es un excelente libro que, aunque se centre sobre todo en la geografía inglesa, puede extrapolarse a cualquier otro lugar. Una lectura que, como su propio título indica, resulta iluminadora y muy recomendable.

“La Linterna de Papel”. Will Burns. Literatura Randon House. 2022. 168 páginas.


jueves, 14 de julio de 2022

EXCURSIÓN DESDE BONANSA CON UNA REFRESCANTE TORMENTA


El grupo grausino Tardes al Sol realizó el pasado lunes una excursión desde Bonansa hasta la pequeña localidad de Cirés, en el extremo más oriental de Ribagorza y de la comunidad aragonesa. El itinerario fue en parte circular, con la ida por el GR-15 hasta Cirés y la vuelta por un camino no señalizado que pasa por el despoblado y arruinado Gabarret. Desde Bonansa hasta el paraje conocido como El Prat de Campo, repetimos el mismo recorrido a la ida y a la vuelta.

Los catorce participantes en la excursión salimos de Graus a las 16.45 horas, con una temperatura de 36º. Fuimos en coche hasta Bonansa y la temperatura fue descendiendo hasta los 30º. Habíamos elegido una ruta por bosque y sombra para evitar el calor. A las 17.45, cuando comenzamos a andar, el cielo estaba cubierto y parecía amenazar lluvia. Sin entrar en Bonansa, desde la carretera, buscamos a nuestra izquierda el desvío del GR-15. El sendero empieza en bajada hasta el molino de Bonansa, junto al barranco de la Mola. En ese tramo, invaden el camino algunas ortigas que notamos especialmente quienes llevábamos pantalón corto. Combinando sendero y pista, pasábamos por un bosque de pinos cuando comenzó a llover. Aunque algunos se protegieron con algún paraguas o capas pluviales, otros casi agradecimos la lluvia, que no era muy fuerte, y que refrescara un poco.

Llegamos a un amplio espacio abierto con prados y algunos llamativos árboles que se conoce como El Prat de Campo. Atentos a las marcas del GR y a los cruces, continuamos por un bello sendero entre robles, bojes y musgo. Al llegar a Cirés, arreció la lluvia y nos protegimos en el portal de la iglesia románica de San Cristóbal, donde merendamos. Cuando paró de llover, dimos una vuelta por la pequeña población, perteneciente al municipio de Bonansa y con sus casas bien arregladas. Hablamos con algún vecino y reemprendimos la marcha. Tomamos la carretera que va a Pont de Suert y nos desviamos por una pista, primero a la izquierda y luego a la derecha, que nos llevó hasta Gabarret. También perteneciente a Bonansa, el lugar se halla casi todo él en ruinas. Destaca la iglesia románica de San Pedro, con singular espadaña lateral, y su fuente. Desde aquí, por una estrecha pista fuimos hasta El Prat de Campo, donde, ya atardeciendo, recibimos unos tímidos rayos de sol.

Desde El Prat de Campo retornamos a Bonansa por el mismo camino que a la ida. La distancia recorrida fueron 12,5 km y el desnivel acumulado casi 500 m. Estuvimos siempre entre los 1050 y los 1250 m. de altitud. Y en el recorrido invertimos unas tres horas y media con las paradas.

sábado, 9 de julio de 2022

INICIACIÓN, AMBIGÜEDAD Y FINGIMIENTO

“Mis días con los Kopp” es la primera novela de Xita Rubert Castro, joven escritora nacida en Barcelona en 1996 y criada entre Cataluña y Galicia. Hija del conocido filósofo catalán Xavier Rubert de Ventós, Xita comenzó sus estudios de Literatura en Barcelona y se licenció en Filosofía y Literatura por la Universidad de Warwick, tras realizar estancias de estudios en universidades como La Sorbona en Paris. Actualmente se doctora en Literatura Comparada becada por la Universidad de Princeton, donde imparte clases sobre las relaciones entre filosofía, literatura y medicina. Ha recibido varios premios en la modalidad de teatro y por algunas de sus narraciones breves, entre las que destaca “Flores para el bailarín”, finalista del Premio de Relato Ana María Matute y editada en el libro conjunto “Patas de astracán y relatos finalistas”. Ha escrito artículos e impartido conferencias sobre Clarice Lispector, Leonardo da Vinci o Martin Heidegger en diversas revistas e instituciones extranjeras y españolas. Ahora, Anagrama acaba de publicar “Mis días con los Kopp”, su primera novela, que ha sido muy bien acogida por la crítica.

“Mis días con los Kopp” es una novela corta, que, según su propia autora, iba a ser de inicio un relato breve. En la novela aparecen prácticamente solo cinco personajes. Está narrada en primera persona por la joven Virginia, de diecisiete años. Ella y su padre, Juan, se desplazan al norte de España para encontrarse con los Kopp, matrimonio inglés formado por Andrew y Sonya. Andrew, compañero de Juan desde su época universitaria, va a recibir un premio por su labor cultural, entregado por los Reyes de España, y el padre y la hija españoles van a acompañarlos y a pasar unos días con ellos. Sin embargo, los Kopp llevan consigo a su hijo Bertrand, un joven aparentemente enfermo, con alguna deficiencia psíquica, al que los padres presentan como escultor y performer, obsesionado por la idea de que las esculturas son efímeras. La joven Virginia se va a sentir progresivamente atraída por la ambigüedad de Bertrand, que se mueve entre la demencia y la creación artística y que puede mostrarse tan violento como tierno.  En su proceso de despertar e iniciación propio de la adolescencia, Virginia se va a dejar arrastrar hacia un laberinto de sensaciones encontradas, un territorio nuevo para ella, peligroso y excitante a la vez, ambiguo e inexplorado.

Además de en Bertrand, la novela también se adentra en los personajes del matrimonio Kopp y en la relación de Virginia con su padre. Andrew Kopp es presentado como un artista e intelectual que, a pesar de su prestigio, mantiene una vena transgresora y provocadora que puede parecer en cierto modo infantil y poco adecuada a su edad y status. El lector juzgará si la broma que lleva a cabo en el relato se ajusta más a la transgresión o a un capricho de persona consentida por su situación intelectual, social y económica. No sé cuánto de crítica y reproche hay por parte de la autora a ese tipo de comportamientos. En cualquier caso, lo mejor de la novela es su ambigüedad y ausencia de juicio moral por parte de la narradora y, a través de ella, de la autora del libro.

Sonya es una mujer más altiva y distante, siempre preocupada por esconder las posibles deficiencias psicológicas de su hijo bajo el manto de la genialidad artística. Bastante protagonismo tiene también en la novela la estrecha relación de Virginia con su padre, de quien la narradora, haciéndose omnisciente en este plano, nos desvela su futura enfermedad que va a cambiarlo todo. Este aspecto, según la propia novelista, le sirvió para alargar algo el relato inicial y convertirlo en una novela corta. Aunque no siempre está muy clara la frontera entre ambos géneros.

A pesar de su brevedad, la novela aborda varios temas, domina con maestría la ambigüedad y, además, está escrita con una prosa exquisita y una sintaxis perfectamente elaborada. Algo muy meritorio en una escritora de tan solo 26 años, que demuestra una madurez literaria y un oficio sorprendentes. Como se dice acertadamente en su promoción: “En su primera novela, Xita Rubert escribe con la misteriosa sabiduría que emerge del caos para preguntarse si acaso crecer es adentrarse en una ficción sin retorno. ‘Mis días con los Kopp’ es una sugestiva novela de iniciación del siglo XXI que afronta con inteligencia la enfermedad, el fingimiento social y el desamparo. Una singularísima historia que nos anuncia la llegada de una nueva narradora con una voz poderosa y llena de matices”.  Sin duda, el debut literario de Xita Rubert y su sólida formación lingüística y literaria permiten augurarle un brillante porvenir como escritora. Estaremos atentos a su evolución.

“Mis días con los Kopp”. Xita Rubert. Anagrama. 2022. 152 páginas.

 

miércoles, 6 de julio de 2022

EL CER ASCIENDE AL IBÓN Y AL PICO DE BERNATUARA DESDE BUJARUELO





El Centro Excursionista Ribagorza realizó el pasado domingo una excursión al ibón y al pico de Bernatuara. En una mañana soleada, que fue cubriéndose progresivamente, pero sin que llegara a llover durante el recorrido, disfrutamos de uno de los itinerarios más atractivos del valle de Bujaruelo.

Los veinte participantes en la actividad salimos de Graus a las 6 horas para dirigirnos por carretera hasta San Nicolás de Bujaruelo, a donde llegamos a las 7.45 horas. Dejamos nuestros vehículos en el aparcamiento próximo al refugio y, a 1338 m. de altitud, comenzamos a andar. Pasamos junto a las ruinas románicas de la ermita de San Nicolás, cruzamos el puente medieval sobre el río Ara y tomamos el GR-11 que enseguida abandonamos por la izquierda para seguir el sendero que sube al ibón de Bernatuara, anunciado desde el inicio del recorrido con varios indicadores de madera.

El sendero transita al principio por espeso bosque para salir muy pronto a terreno abierto. Durante un tramo, predominaba el color amarillo de los escarpines, moteado con el azul de los numerosos lirios. Detrás de nosotros se recortaban algunas montañas como el pico Otal y Tendeñera. A nuestra derecha, pudimos ver el Taillón o los Gabietos, entre otros. Dejamos a la derecha el refugio de Sandaruelo, cruzamos varias veces un barranco y fuimos ascendiendo hasta un collado desde el que ya vimos abajo el ibón de Bernatuara. A él llegamos tras una corta bajada.

Situado a 2270 m. de altitud, el ibón de Bernatuara es uno de los más escondidos, bucólicos y bellos de nuestro Pirineo. En su orilla realizamos una parada para comer algo e hicimos la foto de grupo. Desde aquí, casi todos los participantes continuamos hasta el pico de Bernatuara, pasando antes por el puerto del mismo nombre, por el que históricamente han cruzado a Francia los rebaños de ganado procedentes del valle de Broto.

En la cima del pico de Bernatuara, a 2516 m. de altitud, hicimos otra parada para disfrutar del lugar y de las magníficas panorámicas que desde él se contemplan. Además de excepcionales vistas del ibón, y de los picos ya comentados en la subida, ahora veíamos unos cuantos del Pirineo francés, entre los que reconocimos una parte del macizo de Vignemale o Comachibosa.

Realizamos el descenso por el mismo camino hasta el refugio de Bujaruelo y concluimos la excursión. Habíamos recorrido poco más de 12 km con 1250 m. de desnivel en algo menos de siete horas con las paradas incluidas.