El paseo que propongo en este artículo es un sencillo recorrido a pie por los orígenes del antiguo Condado de Ribagorza. Se trata de una fácil excursión de unos seis kilómetros, considerando sólo la ida, que desde el monasterio de Obarra nos lleva primero al pequeño pueblo de Calvera y después al despoblado de Castrocid. En este breve recorrido, visitamos algunos de los enclaves y lugares donde tuvo su inicio, en los siglos finales del primer milenio, esa pequeña entidad ribagorzana que constituyó uno de los embriones del Reino de Aragón. Andando poco más de una hora, visitamos cinco iglesias románicas de distinto tamaño e importancia y observamos los vestigios, aún en pie, de un palacio abacial y de uno de los antiguos castillos que custodiaban lo que fue, durante largo tiempo, un pequeño reducto montañoso cristiano en el lejano norte de la España musulmana.
A lo largo del itinerario propuesto, encontraremos unos cuantos paneles explicativos que aportan una interesante información sobre los principales aspectos históricos y arquitectónicos de los lugares visitados. Desde el antiguo monasterio de Obarra hasta Calvera, el camino transita por el GR-18.1, uno de los senderos de gran recorrido que atraviesan la comarca de la Ribagorza. Este tramo del camino está incluido además en la reciente señalización de la Ribagorza Románica, un proyecto común entre las comarcas homónimas y vecinas de Aragón y Cataluña. De Calvera a Castrocid se va por una pista agrícola en cuyo arranque hay un panel explicativo. Obarra se encuentra a 1000 metros de altitud, ascenderemos hasta los 1207 de Calvera y terminaremos en los 1200 en que se halla Castrocid.
A Obarra se llega por la carretera A-1605 que se inicia en Graus, cuarenta kilómetros más al sur. Si ascendemos por esta vía remontando el curso del río Isábena, poco antes de llegar al antiguo monasterio podemos dejar el vehículo a nuestra derecha, en un pequeño ensanche de la carretera, y desde allí iniciar nuestra excursión a pie.
Obarra, cuyo significado etimológico parece ser “hondura entre rocas”, es, desde el punto de vista histórico, artístico y espiritual, uno de los lugares más importantes de la Ribagorza. Situado en la margen izquierda del río Isábena, justo a la entrada del congosto del mismo nombre, también llamado de la Croqueta, conserva la magnífica iglesia románica de Santa María, la pequeña ermita también románica de San Pablo, las ruinas del antiguo palacio abacial y el edificio de un antiguo molino convertido hoy en albergue veraniego para escolares. Desde la carretera se accede al conjunto citado a través de un puente moderno que imita al gótico que, situado pocos metros más arriba, fue arrastrado por una riada en 1963.
La documentación medieval del monasterio obarrense se remonta al siglo IX. Tuvo una importancia capital en los orígenes del Condado de Ribagorza, sufrió las consecuencias de la acometida de al-Malik en el año 1006, se recuperó con el sibilino abad Galindo, vivió posteriores años de esplendor, se convirtió en priorato dependiente de la abadía sobrarbense de San Victorián y sufrió largos siglos de abandono en los que consiguió mantener en pie buena parte de sus construcciones antiguas.
Para conocer más detalles sobre este destacado lugar de nuestra historia, recomiendo la lectura de los sucesivos paneles informativos que desde la carretera irá encontrando el visitante. Sobre los detalles artísticos de las dos construcciones religiosas que alberga, hay amplias referencias en cualquiera de los libros dedicados al románico aragonés. Para un mayor conocimiento de la rica historia del monasterio de Obarra, el lector puede consultar el libro monográfico de Manuel Iglesias Costa titulado “Obarra”, publicado en 1975 por el CSIC y el Instituto de Estudios Pirenaicos.
Detrás de la ermita de San Pablo, encontraremos la tablilla que señala el comienzo del camino que nos llevará desde Obarra hasta Calvera. El sendero, bastante limpio y fácil de seguir, se inicia ascendiendo por terreno húmedo y frondoso, entre un bonito bosque de arces y quejigos. Al cabo de un rato, saldremos a un terreno más abierto donde el camino converge en una vieja pista. Enseguida llegaremos a un collado y veremos a nuestra derecha una balsa y, en lo alto de un cerro, el cementerio de Calvera. El pueblo aparecerá poco después a nuestra izquierda. Para acceder a él seguiremos en esa dirección la carretera en la que desemboca nuestro camino. Calvera, verdadera atalaya sobre el Isábena, es un pequeño pueblo cuyo caserío ha sido en buena parte recuperado en los últimos años. En lo alto del lugar destaca la casa Castell, con restos de lo que fue un importante castillo medieval. Por su importancia estratégica y como origen del condado, esta zona estuvo en tiempos antiguos fuertemente fortificada. A la entrada del congosto, muy cerca de Calvera, se situaban los antiguos castillos medievales de Ripacurtia y Pagá, de los que no quedan vestigios. El primero de ellos, citado en las crónicas como “castro ripacurtiense”, fue probablemente lugar de residencia de los primeros condes ribagorzanos.
El lugar más interesante de Calvera es su iglesia parroquial de San Andrés, situada en la parte baja de la localidad. Reformada en épocas sucesivas, conserva algunos elementos del estilo románico lombardo en el que fue construida en el siglo XI. Los arcos apuntados que se observan en su interior parecen anunciar ya la proximidad del nuevo estilo gótico. La restauración llevada a cabo a principios de los años 80 devolvió al templo buena parte de su belleza y esplendor.
Descendiendo a la carretera de entrada al pueblo, en mitad de una curva, encontramos el arranque de la pista que en una media hora nos lleva a Castrocid. Aproximadamente a mitad de camino, desviándonos a la izquierda y en medio de un campo de labor, se encuentra la ermita de Santa María de Calvera, conocida también como la cuadra de Carrera, por ser, desde los tiempos de la desamortización de Mendizábal, propiedad de esta casa del pueblo que la viene usando como establo y almacén agrícola. Al parecer, pudo haber antiguamente aquí un pequeño poblado. Santa María de Calvera parece el proyecto inacabado de una iglesia de tres naves de las que sólo encontramos el absidiolo de la nave septentrional. En la construcción pueden observarse otros elementos románicos, algunos de ellos bastante originales y poco frecuentes.
Retornando al camino, llegamos en pocos minutos a Castrocid, lugar hace décadas abandonado y hoy en ruinas. Su iglesia está separada del caserío y se halla protegida por un peñasco donde probablemente hubo, así parece indicarlo el nombre del pueblo, un antiguo castillo, tal vez “el castro de la sierra de Sis”. La iglesia de Castrocid es románica de una sola nave, con el ábside orientado al este y casi pegado a la roca. En su fachada oeste y sobre la puerta de entrada se levanta una espadaña de doble ojo. El interior está encalado, tiene dos capillas laterales y conserva en su altar mayor restos de un viejo retablo de madera.
Obarra, Calvera y Castrocid, junto con los vecinos Ballabriga, Morens, Beranuy, Pardinella, Biascas de Obarra y el despoblado Raluy, constituyen el municipio de Veracruz, nombre inventado por un antiguo secretario como homenaje a la película homónima en la que aparecía su admirada Sara Montiel.
La excursión propuesta en estas líneas nos permite conocer algunos de los lugares en los que, hace ya más de mil años, el viejo condado de Ribagorza inició su larga andadura por la historia.
Carlos Bravo Suárez
(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón)
Imágenes: El conjunto monumental de Obarra visto desde el paso de la Croqueta, Santa María de Obarra, ermita de San Pablo, panorámica de Obarra, panorámica de Calvera -dos fotos-, San Andrés de Calvera, Santa María de Calvera -tres fotos- y San Cristobal de Castrocid -tres fotos-. (Fotografías hechas en la primavera de 2010)