Un apasionante viaje por las
relaciones culturales entre Oriente y Occidente
“Brújula”.
Mathias Enard. Literatura Random House. 2016. 448 páginas.
La
novela “Brújula” ganó el año pasado el Premio Goncourt, el más
prestigioso de los galardones literarios franceses. Su autor, Mathias
Enard (Niort, Francia, 1972) es una de las voces más interesantes y
originales de la narrativa europea actual. Realizó estudios de árabe
y persa en su país de origen y desde el año 2000 se estableció en
Barcelona, donde tiene su residencia más habitual y ha ejercido como
profesor de árabe en la Universidad Autónoma. Enard ha pasado
largas estancias en Oriente Próximo y conoce de primera mano países
como Egipto, Líbano, Irán o Siria. Ha publicado las novelas ”La
perfección del tiro” (2004), “Remontando el Orínoco” (2006),
“El manual del perfecto terrorista” (2007), “Zona” (2008),
“Habladles de batallas, de reyes y elefantes” (2011), “El
alcohol y la nostalgia” (2012) y “Calle de los ladrones”
(2013). “Brújula (2016) es su última novela, publicada en España
por Literatura Random House con traducción de Robert
Juan-Cantavella.
“Brújula”
es una novela larga y densa, que constituye un rico y documentado
viaje por las hondas relaciones establecidas entre Oriente y
Occidente durante los últimos siglos a través de la música, la
literatura, la arquitectura, la aventura, la mitología o la
religión. A pesar de los difíciles tiempos que corren, con los
salvajes atentados islamistas y los destructivos conflictos bélicos
en lugares como Siria o Yemen, Enard profundiza en las fluidas
relaciones históricas de ida y vuelta entre ambos mundos, y aboga
por que esos lazos tan intensamente tejidos a los largo de los
tiempos no lleguen a romperse por el auge del fanatismo y el rechazo
al otro. En este sentido, algunos contraponen el mensaje de fondo de
“Brújula” con el de “Sumisión”, la exitosa novela de Michel
Houellebecq, también publicada el año pasado en Francia, que
fantasea con la posibilidad de la llegada al poder de un partido
musulmán en el país vecino.
Puede
decirse, parafraseando al jurado del Premio Goncourt, que “Brújula”
es una novela sobre dos viajeros europeos (un austriaco y una
francesa) que rastrean historias de otros europeos que se lanzaron a
la aventura de conocer y vivir Oriente durante los siglos XIX y XX.
Dos viajeros, Frank y Sarah, orientalistas ambos, musicólogo él y
estudiosa de la poesía ella, que se conocen, se enamoran (más él
que ella), viajan juntos, duermen en el desierto, fuman opio, se
acercan y se alejan y van, ellos también, quemando sus vidas en un
camino sin retorno en el que viven decepciones como la deriva
religiosa de la revolución iraní o la guerra de Siria que ha
destruido ciudades tan recordadas y queridas como Alepo.
Es
el musicólogo Frank Ritter quien, ya cerca del final del camino de
la vida y en una noche de insomnio y opio contra la enfermedad,
recuerda una serie de historias, algunas suyas y muchas otras de
distintos personajes históricos, que se entrecruzan sin un estricto
orden cronológico a lo largo de las sugerentes, y a la vez eruditas
y documentadas, páginas del libro. Por él, desfila multitud de
personajes, unos menos conocidos y otros de renombre como Wagner,
Schubert, Kafka, Balzac o Nietzsche, por citar solo unos pocos de la
extensa nómina. Como su propio autor reconoce, “Brújula” puede
resultar un libro exigente para muchos lectores que, junto a la
historia de amor de los dos protagonistas, tendrán que leer
referencias a escritores, músicos o aventureros no siempre
conocidos. “Soy consciente de que no es de lectura fácil; pero
tengo la sensación de que hay un argumento novelesco, una sucesión
de viajes, personajes y escenarios, que es un aliciente para el
lector, una tensión que lo lleva más adelante. Por otra parte, es
un libro muy del siglo XXI; puede estar bien leerlo con el ordenador,
para buscar en Google nombres, mapas y retratos”. A pesar de la
abrumadora cantidad de nombres, la novela, que transcurre en ciudades
como París, Estambul, Teherán, Damasco o Palmira, constituye sin
duda un intenso y fascinante viaje, tanto cultural como geográfico,
en busca del conocimiento, el exotismo y la sabiduría, hoy
hostigados por la violencia y el fanatismo del espurio islamismo
radical.
Tal
vez sea Sarah, que ha dedicado su vida a intentar demostrar que
Oriente y Occidente no son culturas opuestas sino dos partes de un
todo en continua comunicación, quien, con su viaje hacia la
geografía oriental más alejada y el hallazgo de nuevas formas de
espiritualidad, encarne en cierto modo lo que Enard llama la
desesperación de lo contemporáneo, pero también la búsqueda e
indagación permanentes de nuevos lazos entre dos mundos que parecen
cada vez más enfrentados. Que estas conexiones se mantengan o se
rompan del todo puede ser decisivo para el devenir inmediato de la
historia de la humanidad.
Carlos
Bravo Suárez