domingo, 30 de octubre de 2022

LA FAMILIA


Sara Mesa (Madrid, 1976) es una de las escritoras mejor valoradas dentro del panorama literario actual de nuestro país. Nacida en Madrid, pero afincada en Sevilla desde su infancia, periodista y licenciada en Filología Hispánica, ha publicado una decena de novelas, entre las que destacan “Cuatro por cuatro” (2012), “Cicatriz” (2015), “Mala letra” (2016), “Cara de pan” (2018) y “Un amor” (2020), todas editadas por Anagrama y varias de ellas reseñadas en esta sección. La misma editorial ha publicado recientemente “La familia”, su última y muy esperada novela tras el gran éxito de su anterior “Un amor”, cuya adaptación cinematográfica está preparando la directora Isabel Coixet.

Como su título indica, la protagonista de la última novela de Sara Mesa es una familia, constituida por los padres, Damián y Laura, y sus cuatro hijos: Damián, Rosa, Martina y Aquilino, que muy pronto reclama ser llamado Aqui. Aunque Martina es en realidad una sobrina que ha sido adoptada al quedarse huérfana. La familia es denominada por ellos mismos como El Proyecto y es el padre quien marca la pauta de comportamiento familiar y posiblemente el personaje más interesante y complejo del relato. Un hombre en buena medida esclavo de las apariencias. Unas apariencias falsas, pues hace creer a todos que es abogado y en realidad únicamente trabaja de administrativo en un bufete. Es obsesivo admirador de Ghandi y recaudador de  dinero para causas nobles, pero, a la vez, autoritario y dogmático, casi siempre ridículamente solemne y hasta en algún caso cruel y violento. A base de fingimientos y ocultamientos, se ha creado un personaje que es en gran parte una mentira. De sus esquemas rígidos y opresivos, defendidos también por su desengañada, pero a la vez comprensiva y cómplice esposa, irán escapando los hijos, cada uno a su manera y enfrentándose a las dificultades de la vida en su recorrido fuera del espacio protegido familiar, con su mayor o menor carga de dolor y soledad.

“La familia” arranca con una página y media en segunda persona y en tiempo presente que, bajo el epígrafe ‘La casa’, recorre como una cámara cinematográfica las diferentes estancias del hogar dormido: “Mírala desde el ojo del sueño. El pasillo como centro geográfico y frontera. Estancias a los lados. Recórrelo sin ser vista, de una punta a otra. O cruza, de una habitación a la de enfrente, mediante un salto limpio. Arriésgate a entrar. Quizá ya hay alguien dentro, no lo sabes. En caso de que sí, calla, recula. En caso contrario, no eches el cerrojo. No hay cerrojo”. El piso se encuentra en un bloque de vecinos de un modesto barrio obrero de las afueras de una ciudad, cuyo nombre nunca se cita. Tampoco hay apenas referencias cronológicas o históricas que permitan situar con precisión el relato en el tiempo, aunque abarca varias décadas y tal vez podría ubicarse, sin que ello tenga excesiva importancia, entre el final del Franquismo y los primeros años de la Transición.

Excepto el preámbulo en segunda persona imperativa, el resto de la novela está escrita en tercera persona y en cada capítulo, casi un pequeño relato en sí mismo, se nos presenta una secuencia temporal, con saltos cronológicos y elipsis narrativas, en que se van narrando vivencias familiares en común y de sus miembros en solitario en su futuro posterior y autónomo. Aparte de algunos vecinos, apenas hay más personajes en la novela que los seis que componen el núcleo familiar. Salvo el tío Óscar, hermano de la madre y contrapunto absoluto a su cuñado, tanto en la forma de ser como de entender la vida. Al tío Óscar se le dedica, en su visita de unos días a su hermana, un estupendo capítulo del libro.

Sara Mesa ha cambiado el artículo indeterminado del título de su anterior novela, “Un amor”, por el determinado de la última, “La familia”. Muchos insisten en la crítica a la institución familiar como objetivo principal de esta novela. No diré que no exista esa intención, y su autora así lo ha dejado entrever en alguna entrevista, pero también ha insistido siempre ella en la condición literaria de sus novelas y en que sus personajes son, ante todo, literarios. En cualquier caso, hay un claro realismo en las narraciones de Sara Mesa y sus historias, incluso con algunas desmesuras, siempre resultan creíbles y absolutamente verosímiles. Y late en ellas un deseo de no ser complaciente con el lector ni con la sociedad, sino más bien de poner a ambos ante el espejo y mostrarles aquello que pueda producirles desasosiego e incomodidad.

Como escribe Domingo Ródenas sobre la escritora, “Sara Mesa viene explorando en su narrativa un territorio moral pantanoso, un reino de la ambigüedad en el que la bondad y lo siniestro, lo aceptable y lo reprobable, la placidez y la amenaza se mezclan y transforman entre sí para inducir en el lector un desasosiego activo”. Y lo complementa así la también crítica literaria Ángeles López: “Me fascina su capacidad para cartografiar la condición humana a través de los perdedores, del abuso de poder, de los lugares opresivos y aislados, de la degradación lenta y continuada. Por eso me interesan sus novelas: porque son siempre ásperas, amargas, sinceras, oscuras, nada complacientes, y lentas como una gota malaya”. Pues eso, que nos gustan tanto las novelas de Sara Mesa que ya estamos esperando con impaciencia la siguiente. 

“La familia”. Sara Mesa. Anagrama. 2022. 232 páginas


jueves, 20 de octubre de 2022

EL CER ASCIENDE AL HAYEDO Y AL PICO DE MALPÁS, EN LA VECINA RIBAGORZA CATALANA


El pasado sábado, veintidós miembros del Centro Excursionista Ribagorza realizamos una bonita excursión al Hayedo, o Faiada (como se denomina a este bosque en la zona a la que fuimos), de Malpás, en la comarca vecina de la Alta Ribagorça, al otro lado del río Noguera Ribagorzana, en la comunidad de Cataluña.

Los participantes en la actividad salimos de Graus a las siete de la mañana y nos dirigimos en nuestros coches por carretera hasta El Pont de Suert. Poco después de pasar esta localidad y atravesar el túnel de Lavaix, y tras aproximadamente una hora de viaje, aparcamos los vehículos en el lugar conocido como la Font de la Mena, situado a la derecha de la carretera y desde donde iniciamos nuestra excursión andando. Seguimos unos metros por la carreta y, también por la derecha, cruzamos un puente metálico y tomamos una senda bien marcada por un GR con señales rojiblancas. El sendero va en dirección al despoblado Montiberri y está jalonado por diversos paneles con informaciones sobre fauna y flora.

Siempre en subida, no tardamos mucho en llegar a Montiberri, un lugar absolutamente en ruinas, junto a cuya iglesia, sin techumbre, pasamos. A lo largo del sendero de subida atravesamos diferentes tipos de bosques: de encinas o carrascas, de pinos y de hayas o “faias”. Tras pasar por el hayedo, y dejando algún mirador junto al camino, llegamos a la cima del pico de Malpás, situado a 1700 m. de altitud. Allí, hicimos una parada para el almuerzo y contemplamos magníficas vistas del pantano de Escales y también de montañas aragonesas como el Aneto, el Turbón o Cotiella y de otras catalanas, además de algunos pueblecitos de la zona.

En la bajada, repetimos buena parte del itinerario de subida, pero luego nos fuimos hacia la izquierda y pasamos por la aldea de Casòs, deshabitada aunque con alguna de sus casas arregladas. Desde allí, contemplamos muy buenas vistas de Pont de Suert. También en el descenso, y tras pasar por un bonito puente de piedra de un solo ojo, nos acercamos a las exiguas ruinas del antiguo monasterio de Lavaix, de origen medieval y vinculado a los monasterios aragoneses de Obarra y Alaón. El bajo nivel de las aguas del pantano de Escales, construido en 1955 en el río Noguera Ribagorzana, nos permitió ver lo que queda de esta construcción religiosa, que data del siglo X y que perteneció primero a la orden benedictina y luego a la cisterciense. Muy cerca de estas ruinas se halla la Font de la Mena, donde terminamos la excursión.

Fueron 12,6 km de recorrido con unos 900 m. de desnivel acumulado. El punto más alto fueron los 1700 m. del pico Malpás y el más bajo, 811 m. Invertimos en el recorrido unas cinco horas con las paradas.


domingo, 16 de octubre de 2022

QUINCE SORPRENDENTES RELATOS BREVES


Dorthe Nors (Herning, 1970) es una de las voces más aclamadas y originales de la literatura danesa actual. Licenciada en Literatura e Historia del Arte, ha publicado textos en destacadas revistas internacionales y recibido importantes premios literarios. Es autora de cuatro novelas, una de las cuales, “Espejo, hombro, intermitente”, una ficción experimental sobre la vida interior y el aislamiento social de una traductora de mediana edad, fue publicada en España en 2019 por Anagrama. La misma editorial acaba de publicar, con traducción de Victoria Alonso, “Golpe de kárate”, un libro de relatos que lanzó internacionalmente a la escritora danesa en 2008 y que permanecía inédito en nuestro país.

“Golpe de kárate” contiene un conjunto de quince relatos breves, de una media de menos de diez páginas cada uno, que toman el título de uno de ellos, no necesariamente el mejor de los que componen el libro. Con su precisión habitual, la propia editorial Anagrama lo describe en su promoción: “Cuentos tan breves como contundentes, en ocasiones perturbadores y en otras perturbadoramente hilarantes, que escrutan con demoledora agudeza comportamientos humanos. Historias que nos hablan de soledades, anhelos, angustias, perplejidades, fragilidades, desconciertos y otras muchas realidades cotidianas. Con una economía de medios deslumbrante, un preciso control del ritmo y una endiablada capacidad de observación, la autora nos propone una jugosa galería de peculiares personajes, un portentoso mapa de situaciones absurdas y desgarradoramente humanas”.

En “¿Conoces a Corri?”, una joven establece una conexión entre la relación con su novio que acaba de visitarla y un programa televisivo sobre la desaparición de un tal Corri Nelson. “Supresión recíproca” es un inquietante relato sobre la amistad de dos amigos que tienen perros y su compromiso mutuo para la supresión de sus animales en caso de necesidad. Uno de los cuentos más irónicos y de crítica más ácida es el titulado “El budista”, sobre un alto funcionario de la administración danesa que decide convertirse al budismo y se siente como un elegido por la providencia. “El invernadero” relata la relación de un niño con su padre separado y con su nueva novia. En “El tomate enorme”, vivimos el inicio de la relación entre una chica mejicana que hace la limpieza en el ático de una pareja de ricos daneses instalados en Nueva York y un repartidor en bicicleta a domicilio. En “El patito”, con un sorprendente final, vemos las flagrantes contradicciones de un padre que en sus razonamientos siempre presume de poner cada cosa “en su compartimento correspondiente”. En “Mujeres asesinas”, un hombre busca en el ordenador casos de mujeres que han cometido múltiples asesinatos. “Flotar” trata sobre un técnico en parques eólicos que viaja por todo el mundo y decide abandonar a su mujer. “Nat Newson, una persona arrebatadora” habla de un peculiar personaje con una discapacidad física que está “genéticamente condicionado a ser crédulo” y confiado. En “En la peluquería situada frente a la lavandería”, encontramos desde un peluquero que casi no cobra por cortar el pelo hasta una señora cuyo perro no puede ladrar porque ella le da su propia medicación. “La garza” transcurre en un parque de Copenhague que cuenta con algunas garzas domesticadas. En “Golpe de kárate”, encontramos  a una mujer que trabaja con niños con problemas psicológicos que comienza una inquietante y difícil relación con el padre de uno de sus alumnos. “Mamá, la abuela y la tía Ellen”, aunque narrado en tercera persona, recoge los recuerdos de un personaje masculino sobre estas tres mujeres de su familia. Algo triste, pero de gran belleza, es el relato “El verano en el que frecuentaba los cementerios”. Precioso es también “El mar de Frisia”, que cierra el libro y está protagonizado por una mujer que se traslada con su hija o hijo, que es quien narra el relato, a una localidad costera del mar de Frisia para afrontar la depresión o “Angustia del Mundo” que padece.

Los relatos de “Golpe de kárate” son concisos y contundentes y, en general, bastante duros e impactantes. Una mirada no demasiado optimista sobre las relaciones y los comportamientos humanos, el dolor, la violencia, el desamor, la soledad, la depresión… Escritos con economía de medios pero con gran profundidad psicológica y con un exquisito gusto por algunos detalles en apariencia nimios, presentan una interesante galería de personajes muy diversos. Aunque no siempre fáciles de entender por los giros narrativos de las historias contadas, estos textos son de una gran belleza literaria con un uso muy equilibrado de algunos recursos literarios que los dotan de un ritmo adecuado, una sorprendente fuerza poética y una rara perfección formal. Son relatos siempre inquietantes, con finales sorprendentes, con abundancia de ironía y humor negro, que retratan de manera siempre original las fragilidades y las angustias humanas que sobrevuelan sobre la vida cotidiana, lejos de tópicos manidos y de tratamientos políticamente correctos.  

La lectura de estos relatos ha supuesto para mí un sorprendente descubrimiento literario. Aunque su traducción al español llega con algunos años de retraso respecto de su publicación en Dinamarca y otros países, hay que agradecer el esfuerzo, en este caso de la editorial Anagrama, por dar a conocer en nuestro país libros como este, que probablemente nunca estará en las listas de los más vendidos pero que rebosa calidad literaria por los cuatro costados.

“Golpe de kárate”. Dorthe Nors. Anagrama. 2022. 144 páginas.


domingo, 2 de octubre de 2022

LA FRONTERA INVISIBLE

Javier Reverte (Madrid, 1944 – 2020) es, sin duda, el mejor escritor español de libros de viajes de las últimas décadas. Antes de dedicarse en exclusiva a la literatura, trabajó como periodista, corresponsal en diversos países y articulista de prensa. Publicó después un buen número de novelas, unos cuantos libros de poesía, varias biografías y algunos cuentos, pero destacó sobre todo como autor de literatura de viajes. Desde sus inicios con “El sueño de África” en 1996, escribió casi una veintena de crónicas viajeras en las que recorrió prácticamente los cinco continentes. Tras su muerte en 2020, Reverte dejó tres obras póstumas: la novela “Hombre al agua”, el libro de memorias “Queridos camaradas. Una vida” y el libro de viajes “La frontera invisible”. Los dos primeros fueron publicados el año pasado; el tercero, hace unos meses por la editorial Plaza & Janés.

“La frontera invisible” relata el viaje que el escritor madrileño, ya enfermo de cáncer y sabedor de una muerte próxima, realiza a Turquía e Irán, para recalar finalmente en Dubái tras atravesar el estrecho de Ormuz y haber recorrido un total de unos cuatro mil kilómetros. El libro tiene como subtítulo “Un viaje a Oriente” y hace referencia a la difusa y porosa frontera histórica entre Oriente y Occidente. El propio Reverte explica al inicio del libro el motivo de su elección viajera: “Quería ir a Oriente Próximo, una región cuyo nombre resuena a inmensidad, ancianos imperios, guerras estremecedoras, ejércitos perdidos, ciudades enterradas, religiones muertas, viejas lenguas enmudecidas; también a pogromos y genocidios, sanguinarios sultanes, guerreros feroces y reyes belicosos, y junto a todo ello, a sensualidad, aventura y poesía. ¿Puede haber razones más sugestivas para emprender un viaje a tan rico y brutal escenario?”.   

Reverte inicia su recorrido en Estambul, ciudad que había visitado en numerosas ocasiones pero cuya belleza no deja nunca de sorprenderle. Disfruta, entre otros lugares, de las excepcionales vistas del Bósforo y el Cuerno de Oro y de la mezquita que los musulmanes llaman Ayasofya y los cristianos Santa Sofía. Recuerda la historia de la ciudad, antes llamada Constantinopla y Bizancio, y transcribe citas de otros viajeros que la visitaron anteriormente. Un cruce de caminos, tradicionalmente abierto a la convivencia de etnias y credos diversos, que hoy, como  señala una escritora turca con la que conversa el viajero español, ve peligrar esa proverbial diversidad por la política islamista uniformadora del actual presidente Erdogan. Desde Estambul, Javier Reverte viaja hasta Ankara en ferrocarril, su medio de transporte favorito. Acompañado de un amigo español, funcionario en la embajada en Turquía, visita la ciudad que Atatürk, en 1923, convirtió en capital del país, pasando de su condición de casi una aldea a la de una metrópoli que hoy cuenta con más de cinco millones de habitantes. El primer lugar al que acude es al Mausoleo de Atatürk, el padre de la Turquía moderna, sobre cuya figura reflexiona ampliamente el escritor y viajero madrileño.

De Turquía, Reverte se traslada en tren a Irán, país que recorre de norte a sur. Su primera parada es Teherán, una gran urbe de doce millones de habitantes, “desmedida, exagerada y fea, una ciudad agobiada por el tráfico, a medio asfixiar por un elevado índice de polución, sin diseño alguno, surcada por puentes que sobrevuelan avenidas, casi siempre atascadas y con un tráfico caótico”. De las demás ciudades en su viaje hasta el estrecho de Ormuz, destacan Isfahán, cuya plaza, llamada “la mitad del mundo” es para muchos la más hermosa del planeta, y Shiraz, la ciudad de las rosas, el vino y la poesía. También deslumbran al viajero las ruinas de Persépolis, que le dan pábulo para recordar la grandeza del antiguo imperio persa y trazar una amplia semblanza de Alejandro Magno quien, pese a su proverbial tolerancia, mandó, al parecer en el arrebato de una noche de borrachera, destruir la ciudad. Reverte constata la excepcional hospitalidad iraní con quienes visitan el país, el conato de rebeldía y ansias de modernidad de las mujeres jóvenes obligadas a llevar al menos el pañuelo en sus cabezas, la peculiaridad de los taxistas, lo barato del cambio al euro de la moneda iraní, la recurrente pregunta de si es del Real Madrid o del Barcelona que todos le hacen cuando dice que es español o, cuando visita su mausoleo, lo retrógrado de las ideas del ayatola Jomeini, artífice de la revolución islamista que implantó el régimen teocrático aún vigente tras derrocar al último sah en 1979.

Como en todos sus libros de viajes, Javier Reverte combina con maestría y equilibrio sus experiencias personales y magníficas descripciones con amplias referencias históricas sobre los lugares visitados, y alude con frecuencia a otros viajeros que han escrito sobre ellos en diferentes épocas. En este caso, además de muchos de otros países ya desde la Antigua Grecia, encontramos a españoles como Ibn Battuta, Pedro Tafur, Ruy González de Clavijo, García de Silva, Blasco Ibáñez o Julio Camba. Es una pena que “La frontera invisible” narre el último viaje de Javier Reverte. Sus devotos lectores lo echaremos mucho de menos y le estaremos siempre agradecidos por los buenísimos momentos que nos ha hecho pasar leyendo sus libros. 

“La frontera invisible”. Javier Reverte. Plaza & Janés. 2022. 320 páginas.