El itinerario comienza en Santa María de la Nuez, pequeña población perteneciente al municipio de Bárcabo y situada en la entrada nororiental del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara. Lo más interesante de la localidad es el santuario del que toma su nombre. Santa María de la Nuez, Santa María de Dulcis en Buera y Nuestra Señora del Pueyo junto a Barbastro constituyen los tres principales santuarios marianos del valle del río Vero.
El santuario de Santa María de la Nuez es un edificio de dos plantas construido en el siglo XVI y remodelado en las dos centurias siguientes. Distribuye sus diversas dependencias a partir de un patio central descubierto con escalera al fondo. En el lado oriental se encuentra la iglesia, encalada y con cromáticas pinturas en su cabecera. Además de cuadra, bodega y cementerio, el resto del edificio alberga diversas dependencias denominadas casales, utilizados por los diferentes pueblos que acudían a la importante romería que se celebrada en mayo. Según la tradición, una imagen de la Virgen fue escondida en época musulmana en el hueco del tronco de un nogal. Cuando tiempo después el árbol fue talado, apareció esa misma imagen con la Virgen aguantando en su mano una ramita de nogal de la que colgaba una nuez.
Para iniciar nuestra caminata, buscamos la tablilla del PR-HU58 que nos indica que desde aquí hasta Almazorre, el siguiente pueblo de nuestra ruta, tardaremos una hora y cuarenta y cinco minutos. Atravesamos el escaso caserío de Santa María con varias casas blasonadas y, siempre en dirección al este y con magníficas vistas del Pirineo, nos adentramos progresivamente en un bonito bosque de carrascas, algunos enebros y abundantes bojes. Relacionada con este arbusto, floreció en el siglo XIX en Santa María de la Nuez una pequeña industria que tuvo vigencia hasta la pasada Guerra Civil. Los redondeados nudos de las raíces del boj eran convertidos en pequeñas bolas y exportados a Francia donde se utilizaban para un juego de petanca. Por este motivo, esta zona del alto Vero fue denominada Tierra Bucho.
Al cabo de poco más de una hora, y siguiendo siempre las tablillas que indican Almazorre, llegaremos al cauce del río Vero, en cuya orilla derecha se alzan unas paredes bastante agrestes. Atravesaremos de un salto el escaso caudal del río y ascenderemos hacia Almazorre por una corta subida que en pocos minutos nos dejará en el pueblo. Poco antes de llegar a él, veremos indicado el camino que lleva al dolmen conocido como “la caseta de las balanzas”, así llamado porque la losa superior mantenía sobre las laterales un equilibrio bastante precario. Almazorre es una bonita localidad cuyo bien arreglado caserío se distribuye en dos barrios, el alto y el bajo. Nuestro camino nos ha dejado en lo más alto del pueblo, junto a la restaurada iglesia románica de San Esteban. Es una construcción de los siglos XII o XIII con algunos añadidos posteriores como la torre campanario. Su interior alberga fragmentos de pinturas románicas en el ábside y en el arco preabsidal. En el centro del ábside puede distinguirse buena parte del Pantocrátor y, en un lateral, un fragmento de la figura de un guerrero a caballo. A pocos metros de la iglesia se conserva un esconjuradero, usado antiguamente para bendecir los campos y tratar de alejar las tormentas.
Descendemos al barrio bajo de Almazorre donde se encuentra la pequeña iglesia de la Esperanza y, enseguida, tomamos el sendero señalizado que en un cuarto de hora nos lleva al tejar y al molino de la localidad. Ambas construcciones han sido recientemente restauradas y se encuentran a orillas del río Vero. El edificio más grande alberga en realidad dos molinos en dos dependencias independientes, cada una con su propia puerta de acceso. En el lado más próximo al río se encuentra el molino harinero que funcionaba con la fuerza hidráulica del agua del río. El molino de aceite, que conserva una magnífica prensa y funcionaba con tracción animal, ocupa la otra mitad del edificio. En los dinteles de ambas puertas aparece la fecha de 1846. Merece la pena conseguir en el pueblo la llave de este magnífico molino doble perfectamente conservado.
Para dirigirnos a Hospitaled, podemos tomar una pista de tierra que conecta con el PR HU-54 que desciende desde Almazorre. El camino nos lleva hasta una explotación ganadera donde debemos tomar el camino de la derecha. En poco tiempo salimos a la carretera que enseguida nos deja en Hospitaled. Se trata de una población muy pequeña que al parecer surgió como hostal o posada en la ruta del ganado que unía el somontano y la montaña. La iglesia, del siglo XVI y de poco interés, queda un algo alejada del escaso caserío. Al entrar en el pueblo, junto a una cruz de término, veremos el indicador de PR-HU55 que nos dirige hacia el castillo de Esplubiello.
Los restos del castillo de Esplubiello quedan a la derecha de nuestro camino. Para visitarlos hay que salirse de él y adentrarse en unos campos de labor. De la antigua fortaleza medieval, muy mimetizada hoy con el terreno, quedan los restos de dos torres circulares y una cuadrangular que sería la del homenaje. A la derecha del castillo se hallan las ruinas de una antigua ermita probablemente tardorrománica. Tiene una gran puerta adovelada de arco de medio punto en su fachada meridional. En el interior, totalmente invadido por la vegetación, se conservan dos grandes arcos apuntados. Muy cerca de la ermita hay unas rocas con algunas pequeñas cuevas. Al parecer, hubo aquí un poblado troglodita con viviendas excavadas en la roca, tal vez ibérico o quizás de época musulmana. En el periodo medieval encontramos documentado el lugar de Espluguiello o Esplubiello, que habría desaparecido alrededor del siglo XV. En documentos antiguos se denomina al actual pueblo de Hospitaled como Spitaled de Spluguiello. Los topónimos Espluguiello y Esplubiello están relacionados con el término latino “spelunca”, que significa cueva y de donde derivan los numerosos Espluga y Esplugas de nuestra geografía.
Retornando a la pista de tierra que hemos abandonada para ver el interesante y algo enigmático lugar de Esplubiello o Espluguiello, llegaremos en menos de una hora a la localidad de Olsón. Dejando a nuestra izquierda la solitaria casa Pena, ascenderemos a lo más alto del pueblo donde se levanta la magnífica iglesia de Santa Eulalia, conocida por sus grandes dimensiones como la catedral del Sobrarbe. Construida en el siglo XVI por el arquitecto Joan Tellet, destaca en ella sobre todo un bello y bien labrado pórtico-retablo de estilo renacentista. El interior del templo es elegante y sobrio. Si subimos a lo alto de la torre, hasta donde se accede por una estrecha escalera de caracol, divisaremos una extraordinaria panorámica. Magnífica es también la que podemos contemplar desde detrás de la iglesia, en lo alto del cerro donde quedan algunos restos del antiguo castillo medieval y de su iglesia castrense, y en cuyo extremo septentrional hay un espléndido mirador con un panel informativo que permite identificar numerosos puntos del Pìrineo y de la geografía más próxima.
Olsón y su magnífica iglesia parroquial constituyen un broche de oro para nuestra caminata por estas hermosas tierras del Biello Sobrarbe.
Carlos Bravo Suárez.
(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón)
FOTOS: Santa María de la Nuez (Santuario: exterior e iglesia), Almazorre (Iglesia de San Esteban, pinturas del interior, esconjuradero, iglesia de la Esperanza, molino y tejar -tres fotos), Esplubiello (cuevas, ermita y restos del castillo) y Olsón (casa Pena e iglesia de Santa Eulalia -exterior e interior)