“La promesa”, del escritor sudafricano Damom Galgut (Pretoria, 1963), fue para la gran mayoría de críticos literarios de los principales medios internacionales una de las mejores novelas publicadas el pasado año. El libro ganó el prestigioso Premio Booker, galardón del que Damon Galgut ya había sido finalista en dos ocasiones con “El buen doctor” (2003) y “In a Strange Room” (2010). Solamente antes dos escritores sudafricanos había ganado este premio, el más importante en lengua inglesa: J. M. Coetzee y Nadine Gordimer, ambos ganadores también del Premio Nobel de Literatura. Damon Galgut ha publicado nueve novelas y es también autor de varias obras de teatro. “La promesa” ha sido editada en España por Libros del Asteroide, con traducción del inglés de Celia Filipetto.
La novela cuenta la historia de la familia Swart a lo largo de más de tres décadas, desde 1986 hasta cerca de nuestros días. Los Swart son una familia blanca que vive desde hace generaciones en una granja en las afueras de Pretoria, en Sudáfrica. La familia está constituida por los padres (llamados Pa y Ma en el libro) y sus tres hijos: dos mujeres (Astrid y Amor) y un varón (Anton). La novela se inicia con el funeral de la madre, que reúne a todos en la casa familiar. La hija pequeña, Amor, recuerda a su padre la promesa que le hizo a la madre en el lecho de muerte: Salome, la mujer negra que lleva trabajando toda la vida para ellos y que la cuidó en sus últimos días, podría quedarse con la pequeña casa en la que siempre ha vivido. Sin embargo, los años van pasando y la promesa no se cumple.
La narración está estructurada en cuatro capítulos y un colofón o desenlace. Cada capítulo supone la muerte de un personaje y el encuentro de los demás en el correspondiente funeral. De esa manera, el relato progresa cronológicamente, dando saltos temporales, y vamos conociendo la evolución vital de los diferentes personajes. Como fondo, conocemos también los cambios políticos y sociales que se producen en Sudáfrica, un país que vemos transformarse radicalmente con el fin del apartheid y el inicio de la democracia. En uno de los capítulos del libro, se muestra al país paralizado y pendiente de la final de la Copa Mundial de Rugby de 1995, que ganó Sudáfrica a Nueva Zelanda, y la reconciliación del país se plasma en el abrazo entre el fornido boer blanco, capitán del equipo sudafricano, y el nuevo presidente negro Nelson Mandela, que había estado veintisiete años en prisión acusado de terrorismo. Aunque Galgut pone el foco de la novela en la historia de la familia Swart, esta le sirve para contar los cambios experimentados por el país y el asunto central de la promesa por cumplir actúa como metáfora de esa metamorfosis.
Uno de los mayores logros de la novela es lo bien trazados que están los personajes. Sobre todo, Anton y Amor, los dos más profundos y complejos del relato. Además de los cinco miembros de la familia, hay otros personajes con cierta relevancia, como la tía Marina, la propia Salome y su hijo Aaron o, principalmente, el reverendo Simmers, interesado, gorrón y manipulador sacerdote que ha tenido una gran influencia en la familia, principalmente en las decisiones del padre, y que, sin embargo, chocará frontalmente con su hijo Anton. La importancia de la religión en la vida sudafricana y la existencia de varias confesiones tienen su presencia en la novela, como se plasma en el conflicto familiar que supone el funeral de la madre, que en sus últimos momentos decidió retornar al rito judío que había abandonado.
El otro gran mérito de la novela es el riquísimo y variado enfoque narrativo, con el uso de varias personas gramaticales a la hora de contar la historia e incluso con alusiones directas del narrador hacía los propios lectores. Además, la división del libro en capítulos que tienen como protagonistas a distintos miembros de la familia proporciona una rica visión caleidoscópica y poliédrica a la novela. Lo explica muy bien, aunque con ciertos tecnicismos literarios, el crítico Javier Aparicio Maydeu al referirse al estilo del escritor sudafricano: “Tal vez la seducción de la prosa de Galgut obedezca al sofisticado modo de jugar al escondite de su ambiguo narrador, ocultándose tras la poderosa voz de sus personajes, en ocasiones escondidos tras la celosía del estilo indirecto libre, y dejándose ver cuando se vale de la omnisciencia, pero su elocuencia es fruto también de su dominio de los registros y del habla oral, del manejo certero de sabios recursos heredados del modernismo, del repudio de toda hipotaxis (y del tempo allegro assai de una prosa que se desenvuelve en tiempo real), de su competencia a la hora de lograr que las palabras no estén en boca de los personajes, sino que las palabras no sean sino los personajes mismos”.
En conclusión, “La promesa” es una excelente novela, de un altísimo nivel literario en todos los aspectos. Con la que su autor, Damon Galgut, se ha consagrado como uno de los mejores escritores actuales y ha unido su nombre a los de J. M. Coetzee y Nadine Gordimer, las dos grandes figuras de la literatura sudafricana. Parece asegurado que en el futuro nos hará disfrutar de muchos más momentos placenteros de lectura.
“La promesa”. Damon
Galgut. Libros del Asteroide. 2022. 336 páginas.