Celebramos este año el setenta aniversario de la muerte del gran escritor Antonio Machado. Nacido en Sevilla en 1875, Machado es autor de dos de los mejores libros de la poesía española del siglo XX:
Soledades, más tarde ampliado en
Soledades, galerías y otros poemas, y
Campos de Castilla. Su vida y su obra se vieron marcadas, entre otras cosas, por su educación en la Institución Libre de Enseñanza, su juventud algo bohemia, sus viajes a París, su estancia en Soria -donde conoció a su esposa Leonor de la que enviudó muy pronto -, su tardío amor por Pilar Valderrama -la Guiomar de sus poemas- y la tragedia de una guerra civil que precipitó su muerte. Sus restos reposan en el cementerio de la pequeña localidad francesa de Collioure, donde el poeta acabó sus días el 22 de febrero de 1939.
Machado fue un hombre austero y digno, influenciado literariamente por el Modernismo y la Generación del 98 pero con una voz poética diferenciada y propia, que prefería la naturaleza al arte y la sencillez al boato y la apariencia. Nunca apreció el dinero y las riquezas, y murió, como había profetizado en su
Autorretrato, ligero de equipaje.
Los Machado constituyen una importante familia en la España cultural de la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del XX. La gran fama del autor de
Campos de Castilla ha eclipsado quizás los méritos de otros destacados miembros de la familia. Es conocida la importancia literaria de su hermano Manuel, figura destacada de la poesía modernista y coautor con Antonio de algunas obras de teatro de cierto éxito en su momento aunque de escaso interés en la actualidad. Se conocen menos la faceta de pintor y dibujante de José y los pinitos como poeta, tal vez no demasiado afortunados, del hermano pequeño Francisco. Es sin duda más injusto el olvido que se tiene de Antonio Machado Núñez y de Antonio Machado Álvarez, respectivos abuelo y padre de los hermanos que acabamos de citar.
Tanto en la reciente biografía del gran poeta sevillano
Ligero de equipaje. La vida de Antonio Machado (Aguilar, 2006), del conocido hispanista irlandés Ian Gibson, como en el menos conocido libro de Enrique Baltanás
Los Machado. Una familia, dos siglos de cultura en España (Fundación José Manuel Lara, 2006) se destaca la importancia y la talla cultural y humana de ambos personajes, muertos en los estertores del siglo XIX sin poder sospechar siquiera la fama imperecedera que alcanzaría el tercer Antonio de la ilustre saga familiar.
Conoció nuestro gran Joaquín Costa a las tres generaciones de los Machado homónimos y estableció con ellos una relación destacada. El principal nexo de unión en los tres casos fue el estrecho vínculo de todos ellos con la Institución Libre de Enseñanza y con su fundador Francisco Giner de los Ríos. Por razones de edad, fue con el padre del gran poeta sevillano con quien Costa tuvo un mayor trato a lo largo de su vida.
He rastreado las referencias a Costa en las obras citadas de Gibson y Baltanás. También las que, en menor medida, hay sobre los Machado en algunos libros del hispanista inglés y gran costista George J. G. Cheyne. Señalaré estas alusiones, y algunas extraídas de otros lugares, y la relación de nuestro gran polígrafo con cada uno de los miembros de esa ilustre familia andaluza.
El abuelo del poeta, Antonio Machado Núñez (Cádiz, 1815 - Madrid, 1896), fue antropólogo, zoólogo y geólogo, realizó estudios en París y ejerció como catedrático de Ciencias Naturales en las universidades de Sevilla y Madrid. Como Costa, estuvo vinculado a la Institución Libre de Enseñanza y fue librepensador y krausista. Fue, además, uno de los primeros defensores del evolucionismo y de las teorías de Darwin en nuestro país, lo que le ocasionó las antipatías de los sectores clericales y de la iglesia sevillana, que incluso llegó a amenazar de excomunión a quienes leyeran sus obras. Participó activamente en la revolución liberal de 1868, conocida como "La Gloriosa", y fue gobernador civil de Sevilla durante ese periodo. Machado Núñez murió en Madrid el 24 de julio de 1896 y recibió sepultura en el cementerio civil de esa ciudad. En la ceremonia estuvieron presentes algunos destacados miembros de la Institución Libre de Enseñanza, pero al parecer el acto no contó con demasiada asistencia. Así se deduce de la nota enviada a Giner por Joaquín Costa, quien sí asistió al sepelio. Según recoge Gibson, Costa al informar al pedagogo malagueño del entierro de Machado escribe que el finado, "como presumía, fue casi solo", y añade que "por eso fui yo, sobre todo". El diario republicano y anticlerical "El País" se quejaba de la ausencia al acto de las autoridades académicas, porque "el Sr. Machado era una de las figuras más sobresalientes del profesorado del más alto centro docente de la nación", y se explicaba esa falta de asistencia por el carácter estrictamente civil de la ceremonia funeraria.
Destacado personaje fue también Antonio Machado Álvarez (Santiago de Compostela, 1848 - Sevilla, 1893), hijo del anterior y padre del poeta. Fue un importante folclorista y antropólogo, autor de numerosos libros y trabajos que firmaba con el seudónimo "Demófilo" ("el amigo del pueblo"). Como su padre, estuvo muy ligado a la Institución Libre de Enseñanza, de la que fue profesor de Folclore. También su admirado Joaquín Costa ejerció como profesor de Derecho Político y de Historia de España en la Institución. Próximo al krausismo, "Demófilo" fue librepensador, liberal y republicano y, como su padre, defensor del positivismo y de las teorías de Darwin. Para intentar resolver sus continuas estrecheces económicas, en 1892 marchó a Puerto Rico, de donde regresó a España gravemente enfermo. En 1893 murió en Sevilla a los 45 años de edad.
En su biografía
Joaquín Costa, el gran desconocido, George J.G. Cheyne, en un apéndice del libro, recoge un largo artículo titulado
La Universidad Libre de Madrid que fue publicado en dos números por el
Diario de Huesca en septiembre de 1877. Es un trabajo en el que Costa pretende dar a conocer a los oscenses la labor y los objetivos de la Institución Libre de Enseñanza e intenta recabar apoyos para la misma en la capital altoaragonesa. Entre la larga lista de personas que le han prestado su colaboración moral y material figura un Machado, sin nombre de pila ni segundo apellido. Parece seguro que se trataría de Antonio Machado Álvarez.
En una carta de Giner a Costa fechada en 1879 y reproducida por Cheyne en el epistolario entre ambos que el inglés publicó en 1983, puede leerse que "Antonio Machado (hijo), dedicado al estudio de la literatura popular, y que parece tener a él vocación decidida, está encantado con sus
Dialectos, que publica en la
Enciclopedia de Sevilla, y desea ponerse en relación con usted para trabajos comunes, como ya lo está con algunos extranjeros". Giner se refiere al trabajo
Los dialectos de transición en general y los celtibericolatinos en particular, que Costa había publicado el año anterior en el
Boletín de la Institución Libre de Enseñanza (BILE). En otra carta del mismo epistolario, posiblemente de 1887, se hace referencia a Machado como miembro habitual del grupo constituido en torno a Giner de los Ríos.
Además de colaborar en sus estudios respectivos, Machado Álvarez y Joaquín Costa establecieron una estrecha y sólida amistad. Así lo demuestran dos referencias de tipo familiar citadas en el libro de Gibson. En julio de 1879 muere una niña de nueve meses del matrimonio Machado, y Antonio alude a esa desgracia en una carta a su amigo Costa. Asimismo, cuando en octubre de ese mismo año nace su quinto hijo José, Machado contesta a la felicitación de Costa haciendo profesión de sus ideas y expresando su deseo de que el niño sea "propagandista acérrimo, ya que no otra cosa; que queden Machados en el mundo para combatir la tiranía y el oscurantismo".
La ironía y sentido del humor de "Demófilo" se ponen de manifiesto en una carta a Costa en que expresa su conversión al darwinismo en detrimento de su krausismo inicial: "Dé usted un abrazo de medía hora a mi querido amigo Giner, a quien dirá usted que estoy hecho un renegado, un apóstata, pues he dicho en público (...) que me inclino más al utilitarista Herbert Spencer que a Krause".
También hay alusiones a Costa en el libro de Gibson que parten del más ilustre representante de la familia Machado: el gran poeta Antonio Machado Ruiz. Antonio se educó, como no podía ser de otra manera, en la Institución Libre de Enseñanza. De ella tomó, sin duda, su amor por los pueblos y las tierras de España, su afición a los paseos y excursiones, su sensibilidad ante el paisaje y la naturaleza y su laicismo y su integridad ética y moral que le acompañaron a lo largo de su vida. En una nota de 1913, el poeta, evocando esos años, recuerda con "gran amor" a algunos de sus profesores en la Institución: a Francisco Giner de los Ríos, "el imponderable", a Manuel Bartolomé de Cossío y también a Joaquín Costa. En sus
Páginas escogidas de 1917, Machado dice guardar "vivo afecto y profunda gratitud" a los maestros que tuvo en la Institución.
Según relata M. Pérez Ferrero en su
Vida de Antonio Machado y Manuel (Rialp, Madrid, 1947), la noticia de la declaración de guerra de Estados Unidos a España tras el hundimiento del "Maine" llegó a los hermanos Machado en plena feria de Sevilla, en abril de 1898. Manuel y Antonio, escribe Pérez Ferrero, "saben que ha sonado una hora de desgracia nacional, cuya magnitud aún no pueden conocer, pero tienen la certeza de la adversidad, porque recuerdan lo que oyeron decir tantas veces a Benot, a Costa, a Cossío, al mismo Giner. Van de un lado para otro, entre el bullicio, como si tuviesen fuerzas o autoridad para detener la algazara, que no se ha resentido ni ha menguado".
En octubre de 1901 aparece el primer número de la revista
Juventud, en la que participan, entre otros, Baroja, Maeztu, el oscense Llanas Aguilaniedo, Valle Inclán, Rafael Altamira y Manuel Machado. Aunque Antonio no escribe en ella, en ese primer número hay un artículo de su hermano Manuel sobre la literatura modernista hispánica. Y otro de Joaquín Costa, titulado
Buena nueva, en el que el aragonés insiste en sus tesis regeneracionistas y defiende que "el gran problema español actual es nivelarnos con Europa".
En 1913, Antonio Machado envía a Juan Ramón Jiménez una nota autobiográfica para una antología que está preparando Azorín y que nunca llegaría a publicarse. Gibson reproduce casi íntegras esas líneas que son de gran interés y un complemento al magnífico poema
Autorretrato que abre el libro
Campos de Castilla. No es éste el lugar de comentar la visión que allí ofrece Machado de sí mismo, pero, resumiendo algunas de las ideas que ha expuesto previamente, el poeta concluye con esta significativa frase: "Admiro a Costa, pero mi maestro es Unamuno".
Antonio Machado, como en gran medida los miembros de su familia aquí citados y su admirado Joaquín Costa, vivió y murió "ligero de equipaje"; sin embargo, también como ellos, rebosó siempre pensamiento y reflexión, bondad y sabiduría, y unos principios éticos que para algunos de sus lectores constituirán siempre un ejemplo imperecedero.
Carlos Bravo Suárez