El horizonte. Patrick Modiano. Anagrama. 2010. 160 páginas.
Patrick Modiano (1945) es uno de mis escritores favoritos. Este es el cuarto libro del novelista francés que reseño brevemente en esta sección. Tras el éxito de Un pedigrí, Anagrama ha publicado consecutivamente en nuestro país cuatro novelas de Modiano en los dos últimos años. Dos de ellas, Calle de las tiendas oscuras y Villa Triste, habían sido publicadas en Francia en los años setenta. Las otras dos son las últimas editadas en su país y traducidas con prontitud al español. El año pasado nos llegó En el café de la juventud perdida y hace pocas fechas lo ha hecho El horizonte.
En sus veinticinco novelas escritas desde que empezó a publicar en 1968, Patrick Modiano ha creado un mundo propio y unas constantes literarias que se repiten a lo largo de su obra narrativa. Algunos lo considerarán un autor repetitivo, pero, en mi opinión, dentro de sus evidentes similitudes, hay en cada uno de sus libros unos matices y unas variaciones que hacen que su lectura sea siempre una experiencia gozosa y diferente.
En El horizonte se dan muchas de esas constantes repetidas en la literatura de Modiano. Los dos protagonistas de la novela, Jean Bosmans y Margaret Le Coz, son personajes casi evanescentes, con un pasado misterioso a sus espaldas. Ambos viven su soledad en una situación emocional y laboralmente precaria, en el anonimato y la indiferencia de la gran ciudad. Los dos viven amenazados por una parte de ese pasado que el lector y ellos mismos sólo conocen fragmentariamente, con una memoria siempre caprichosamente selectiva. En su horizonte se alejan los rostros del ayer, pero, y ésta es en cierta manera la novedad de esta novela, en el futuro esos rostros aún pueden reencontrarse.
La novela transcurre como casi siempre en París. Modiano es sin duda el novelista moderno de la capital francesa. Cita los nombres de sus calles, sus edificios, sus barrios o sus parques. Aquí los personajes huyen a la periferia urbana en busca de mayor protección y anonimato. La ciudad es vista siempre como un laberinto de calles y de gentes, como una suma de soledades y de vidas solitarias que se cruzan sin verse y que sólo el azar permite que converjan momentáneamente en algún caso.
El horizonte es también la prosa concisa y elegante de Modiano. Su frase breve, sus descripciones cortas hechas de unos pocos trazos, su adjetivación escueta pero siempre precisa y sugerente. El ritmo suave de sus historias tristes, la melancolía que destila su escritura, la extraña belleza de su mundo literario.
Para sus seguidores, leer las novelas de Modiano es siempre un lujo y una experiencia inigualable que se espera con anhelo.