“El cuerpo del delito”. Varios
autores. 2015. 296 páginas.
Con la
exquisitez y buen gusto a que nos tiene acostumbrados, la editorial Siruela ha
reunido en “El cuerpo del delito” trece relatos policiacos clásicos escritos
entre la segunda mitad del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX. La
selección, prólogo, traducción y notas han corrido a cargo de Juan Antonio Molina
Foix, quien destaca especialmente en una brillante introducción con un amplio y
muy erudito recorrido por la historia del género policiaco, desde sus
antecedentes más antiguos hasta su plasmación moderna en la literatura
anglosajona decimonónica, que se cierra con una completísima relación
bibliográfica.
El
propio J. A. Molina Foix indica los criterios seguidos en su selección: “Esta
antología no pretende ser exhaustiva por razones obvias de espacio, pero si al
menos representativa del género policiaco en sus numerosas variantes, desde sus
prolegómenos y fundación hasta los años veinte del siglo pasado, punto de
inflexión que marcó el nacimiento de la llamada novela negra, en la que la
solución del enigma ya no constituye la única razón de ser del texto y el
personaje central, el investigador aficionado que trata de desentrañarlo, va
desapareciendo en provecho del profesional, sea policía o detective privado,
que incluso a veces se ve reemplazado por un periodista cuando no por un
criminal o un gangster”.
Ordenados
cronológicamente según la fecha de su edición, los trece espléndidos relatos
que componen “El cuerpo del delito” aparecen firmados por autores tan sobresalientes
como Edgar Allan Poe, Carles Dickens, Wilkie Collins, Mark Twain, Oscar Wilde,
Arthur Conan Doyle, Jack London y G.K. Chesterton; a los que acompañan otros
tal vez no tan conocidos del gran público, pero también literariamente
destacados, como Nathaniel Hawthorne, la Baronesa Orczy, Maurice Leblanc,
Jacques Futrelle y Richard Austin Freeman. Desde luego, dentro de una amplia
variedad y originalidad de enfoques, todos los textos muestran una alta calidad
literaria y constituyen sin excepción pequeñas joyas del relato policiaco más
clásico. Un verdadero deleite para el lector del género.
“La
catástrofe de Mr. Higginbotham”, de Nathaniel Hawthorne, está protagonizado por
un chismoso vendedor ambulante de tabaco que extiende, modificándola a su gusto
y con antelación, la noticia de un asesinato en el que acabará viéndose
envuelto. De Edgar Allan Poe se ha seleccionado el relato “Tú eres el hombre”
que, aunque no figura entre los más conocidos de los suyos, destaca por la presencia
de las pistas falsas y por el hecho de que el culpable sea el personaje menos
esperado. De Charles Dickens, gran conocedor de los bajos fondos y los mundos
del hampa, se han elegido “Tres anécdotas de detectives”, ingeniosas y
divertidas. Una delicia supone la lectura de “Cazador cazado”, del maestro
Wilkie Collins, con la presencia de un presuntuoso y ridículo investigador
recomendado a dedo por sus superiores. “El robo del elefante blanco”, de Mark
Twain, es una divertida y cómica parodia del mito del detective. El sentido del
humor y la ironía predominan también en el “El crimen de Lord Arthur Savile”,
una ácida sátira de la sociedad victoriana, tan característica en Oscar Wilde.
No podía faltar un relato, en este caso el no muy conocido “La banda moteada”,
en el que el Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle muestra su brillante ingenio
y su prodigiosa capacidad deductiva. Entre la alta sociedad y el juego se mueve
el relato de la Baronesa Orczy, titulado “Asesinato en Regent’s Park”. Jack London
frecuentó poco el género policiaco, pero está a la altura con “La historia del
hombre leopardo”, una breve narración de celos y domadores donde aparece un
inusitado método de asesinato. “El arresto de Arsène Lupin”, de Maurice
Leblanc, está narrado desde un sorprendente enfoque y protagonizado por el
famoso ladrón de guante blanco. En “El problema de la celda número trece”, de
Jacques Futrelle, el profesor Van Dusen, conocido como La Máquina Pensante, va
a poner a prueba su prodigiosa inteligencia. Métodos exclusivamente científicos
y muy detallistas utiliza el brillante detective Dr. Thorndyke en “La
lentejuela azul”, de Richard Austin Freeman. La antología se cierra con “Pasos
sospechosos”, de G. K. Chesterton, protagonizado por el famoso Padre Brown, que
una vez más no revela el nombre del delincuente al que descubre.
Trece deliciosos relatos policiacos clásicos que, aunque
escritos en su mayoría hace más de cien años, tienen la cualidad de no pasar
nunca de moda.
Carlos
Bravo Suárez