sábado, 17 de julio de 2021

EL HOMBRE QUE MIRA LEJOS


 

Pablo J. Rico, nacido en Zaragoza en 1955, es historiador y reputado crítico de arte que ha dirigido numerosas exposiciones en más de una veintena de países. Ha publicado multitud de textos en libros, catálogos y revistas de arte, y monografías sobre Goya, Joan Miró, Yoko Ono, Marina Abramovic y otros importantes artistas internacionales. En la actualidad, es el comisario de la muestra retrospectiva “Santiago Arranz, el artista en su laberinto”, que sobre el polifacético artista serrablés se expone en estos días, y hasta enero de 2022, en el Museo de Huesca.

Aunque zaragozano y aragonés de nacimiento, Pablo J. Rico es un hombre cosmopolita, nómada y viajero, que ha vivido en Mallorca, Alicante y Ciudad de México y pasado largas temporadas en Nueva York, Brasil, Extremo Oriente o Italia. Ambas facetas, la de gran conocedor del arte y la de impenitente viajero, se ponen de manifiesto en “Pau, el hombre que mira lejos”, su primera obra de ficción, publicada recientemente por la editorial Los libros del gato negro.

“Pau, el hombre que mira lejos” es una novela bien escrita y estructurada, con un personaje central (Pau, Pablo, Paul…) que vive diversas y fascinantes experiencias en diferentes lugares del planeta. El relato está contado desde varios puntos de vista, de manera muy poliédrica, con alternancia en el uso de la primera y la tercera personas y con una equilibrada combinación de narración, información y reflexión, repartidas en las dosis convenientes.

Ya la propia portada del libro es un elemento destacado al que se dedican unas líneas en la parte final del mismo. Se trata de una ilustración del óleo “Monje frente al mar”, del pintor romántico alemán Caspar David Fiedrich, intervenida, según se explica en los créditos, por el propio autor del libro y los artistas Ángel Duerto y Paco Rallo. Es una bella metáfora del hombre solo frente al universo, entre la tierra, el mar y el cielo, en tres franjas cromáticas dispuestas en paralelo. Ese hombre de mirada profunda que se proyecta a lo lejos, que da título a la novela y define de manera sintética y precisa al personaje que, siendo tal vez como un monje en su soledad y su deseo trascendente, es polifacético y buscador insaciable de la belleza y los placeres de la vida ligados a esa búsqueda perpetua. Como se dice en algún momento del libro, “la mirada del que mira lejos es una mirada insumisa a la curvatura del universo y sus físicas exigencias pese a tener gastadas las pestañas de ver tanto a ciegas como de mirar a la vida de frente”.

Pero que nadie espere un relato en la línea pseudomística moderna tan presente en nuestros días y continuadora, en cierto modo, de la llamada “new age”, sino una narración cosmopolita con muchas mujeres bellas, experiencias sexuales y viajeras, y enriquecedoras y a veces profundas conversaciones artísticas o literarias. No conviene encasillar ni etiquetar a priori y de manera reduccionista o simple a un libro que contiene, como su propio protagonista, varios planos, capas o, como se decía antes, niveles de lectura.

Se inicia la narración con la carta de respuesta de una editora, mujer también heterónima, o de varios nombres, y de condición polifacética, al autor de un borrador titulado “Historia fragmentada de Pau Llanes y otros relatos paulinos” que, completado y con un final que se incorporará más tarde, será la novela que el lector va a leer en las páginas siguientes. En los sucesivos capítulos posteriores, encontraremos a Pau/Pablo/Paul y a otros fascinantes personajes en lugares tan alejados entre sí como Moscú, Japón, México, Marruecos o Italia, viviendo episodios de seducción, amor y sexo, esoterismo o viajes de iniciación o aprendizaje en diversas experiencias. Me han gustado especialmente los dos capítulos titulados “Mi historia con Don Santos”, una muy atractiva aventura mejicana con algún glorioso momento escatológico al borde del abismo y evidentes reminiscencias de aquellas “enseñanzas de Don Juan” de Carlos Castaneda.

Con “Pau, el hombre que mira lejos”,  Pablo J. Rico ha firmado una primera novela de plena madurez vital, con un buen dominio de la escritura y la sintaxis y con un ritmo y una sucesión de historias más o menos entrelazadas que mantienen hasta el final el interés y el disfrute del lector. A partir de un amplio bagaje de experiencias personales, ha elaborado una sólida obra de ficción con un evidente sustrato biográfico y un conocimiento directo de los lugares en que suceden los hechos que se cuentan. Una novela que debe ser leída con atención y detenimiento para poder extraerle toda la rica sustancia que contiene.

“Pau, el hombre que mira lejos”. Pablo J. Rico. Los libros del gato negro. 2021. 350 páginas.


jueves, 8 de julio de 2021

EXCURSIÓN CIRCULAR POR EL VALLE DE CASTANESA

El Centro Excursionista Ribagorza, con sede en Graus, realizó la semana pasada una excursión matinal por el valle de Castanesa, en la Alta Ribagorza Oriental. Fue un recorrido circular con inicio y final en Castanesa, y con paradas en las pequeñas poblaciones de Ribera, Denuy y Fonchanina, además de la casa Siscarri, hoy deshabitada.

Los 23 participantes en la actividad salimos de Graus a las 7.30 horas y nos desplazamos en nuestros vehículos hasta Castanesa, donde a las 8.30 horas iniciamos nuestra caminata. Castanesa, situada a 1.503 m. de altitud, está dividida en dos barrios: la Vila de Arriba o de Amunt y la Vila de Abajo o de Avall. En el barrio alto se encuentran las dos iglesias de la localidad y la mayor parte de su caserío. Nuestra ruta se inicia en el barrio bajo, junto al restaurante Ca de Graus, donde encontramos el indicador del GR-18 que nos dirige a Ribera. De Castanesa a Ribera hay 2,5 km de pronunciada bajada, que se hacen en unos 45 minutos. Durante un tramo del descenso, vimos multitud de flores de jara, muy frecuentes en esta ladera del río Baliera.

Tras atravesar el río, llegamos a Ribera, pequeña población de un par de casas, en la que destaca la de Hilario Ballarín, según reza en su llamativa portada de aparente estilo renacentista. En la parte alta del lugar, y a la derecha del camino, se hallan la pequeña ermita de San Miguel, con doble espadaña, y el cementerio. Todo perfectamente limpio y cuidado.

Desde Ribera, el camino asciende hacia Denuy, continuando por el GR-18, que cruza varias veces la carretera. Denuy, perteneciente al municipio de Laspaúles, es una pequeña localidad con un caserío algo disperso y con la iglesia de San Caprasio, de orígenes románicos, situada, solitaria, en lo alto del pueblo, a la derecha del sendero. A partir de Denuy, y hasta Fonchanina, dejamos las marcas del GR y hay que estar atentos al camino que, al menos en estas fechas, se encuentra en muchos momentos oculto por la crecida y exuberante vegetación.

El sendero gira hacia el norte por un tramo algo aéreo, con el río Baliera al fondo de una profunda garganta y con estupendas vistas de Castanesa, en lo alto, al otro lado del río, y de Fonchanina al fondo. También de los verdes prados con sus bordas, tan importantes durante siglos para la vida pastoril y la trashumancia ganadera de los rebaños procedentes de la tierra baja, que llegaban puntualmente cada verano hasta esta famosa y cotizada montaña de Castanesa.

Poco después, el sendero se adentra por una preciosa zona de bosques, muy húmeda y verde y recubierta de musgo. Tras pasar un par de barrancos, uno de ellos por un viejo puente de piedra, llegamos a Siscarri, una casa hoy deshabitada pero en buen estado. Desde Siscarri, y con la hierba muy alta en algunos tramos, el camino desciende hasta el río Baliera, que cruzamos por un puente de madera de obra reciente. Pasamos así a la margen izquierda del río y ascendimos, en corta pero pronunciada subida, hasta Fonchanina, ya perteneciente al municipio de Montanuy.  En esta población, bien arreglada pero en la que únicamente vive un habitante de manera permanente, hicimos una parada para refrescarnos con el agua de la fuente de su plaza, situada junto a su restaurada iglesia.

Desde Fonchanina a Castanesa hay escasamente dos kilómetros que hay que hacer por carretera, por donde transita de nuevo el GR-18 que habíamos seguido al principio. Tras un paseo por el barrio alto, llegamos al barrio bajo de Castanesa, donde cerramos el círculo y terminamos nuestra excursión.  Fueron 12 km y 600 m. de desnivel acumulado, en los que invertimos con las sucesivas paradas alrededor de cinco horas.


domingo, 4 de julio de 2021

LA CASA HERIDA


“La casa herida” es uno de los grandes clásicos de la literatura alemana del siglo XX. Fue publicado en 1966 y recientemente ha sido reeditado en Alemania con motivo de la celebración del centenario del nacimiento de su autor, Horst Krüger (Magdeburgo, 1919 – Frankfurt, 1999). Hace unos meses, ha sido publicado en España por Siruela, en su colección Nuevos Tiempos, con traducción de Virginia Maza Castán.

Horst Krüger estudió Literatura y Filosofía en Berlín y Friburgo y trabajó como periodista durante gran parte de su vida. Tuvo una amplia trayectoria literaria y sus libros están dedicados en su mayor parte a los viajes y a un completo y complejo trabajo de reconstrucción de la memoria de la sociedad alemana desde el ascenso del nazismo en los años treinta hasta los años sesenta del pasado siglo. “La casa herida” es su obra maestra y un verdadero hito de la literatura alemana contemporánea. Su reciente reedición ha sido recibida en Alemania como un verdadero acontecimiento cultural.

Porque, como se dice en su promoción, “La casa herida” es “un libro fundamental en la historia de las letras germánicas de posguerra en el que Krüger no solo relataba con agudeza su propia infancia bajo el Tercer Reich, sino que proponía al mismo tiempo una lúcida radiografía de toda una clase social, de esa pequeña burguesía a la que su familia y él mismo pertenecían, «el prototipo de hijo de esos alemanes inocuos que nunca fueron nazis, pero sin los cuales los nazis nunca hubieran podido hacer su trabajo»”.

Escrito en primera persona, “La casa herida” es una autobiografía fragmentada del autor, pues este elige algunos episodios de su vida y omite voluntariamente otros. El libro comienza con la visita del autor al barrio berlinés de Eichkamp y a la casa donde pasó la infancia y juventud con su familia, de clase media más o menos acomodada, amante de la ley y el orden,  creyentes en Dios y en el trabajo, y encajonados en un clasismo que aceptaban ajustándose al nivel social que ocupaban y en el que se movían, mirando con desprecio a los más pobres y con envidia a quienes estaban por encima de ellos. Sus padres no eran nazis, más bien apolíticos, pero recuerda a su progenitor leyendo “Mi lucha” y aceptando sumisamente el avance imparable del nazismo.

Un episodio de su vida que tiene importante presencia en el libro es el suicidio de su joven hermana y la desaforada respuesta religiosa de la madre ante esa tragedia. También su fugaz coqueteo juvenil con la resistencia antinazi o su condición de soldado alemán al final de la Segunda Guerra Mundial y su relación con el ejército estadounidense. Y su posterior trabajo como periodista y su asistencia a los juicio de Auschwitz en 1965, un año antes de la publicación del libro, donde se juzgó a veintidós personas por los crímenes perpetrados por iniciativa personal en el campo de concentración y exterminio de Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial. El autor observa con estupor que es incapaz de diferenciar a los fiscales de los acusados.

El libro nace del intento de explicarse a sí mismo y a sus lectores cómo buena parte de los alemanes asistieron impasibles y consintieron sin rechistar el ascenso del nazismo. Por eso, en buena medida, “La casa herida” constituye “el relato de cómo paso a paso fueron seducidos por la visión mesiánica de Hitler e intoxicados por las promesas del nacionalsocialismo, y se entregaron cómodamente a su delirio, y conforma un drama aún más escalofriante por su falta de violencia, tanto más condenable por su total ausencia de maldad consciente”.

“La casa herida” es un libro muy recomendable, en el que se ejemplifica con el caso particular de Krüger y su familia a esa sociedad alemana que no supo o no quiso ver lo que el nazismo de verdad significaba. Pero no se trata de un libro político, sino de una magnífica novela en la que se abordan también otros temas y se relatan diversos episodios con enorme fuerza narrativa y con una encomiable capacidad de síntesis. La edición de Siruela se cierra con un apéndice del también escritor y guionista alemán Martin Mosebach, en el que reflexiona sobre el libro, su génesis y varios aspectos de su contenido. Hay que celebrar que esta importantísima novela alemana y europea de nuestro tiempo haya sido editada ahora en nuestro país. Su lectura puede considerarse en cualquier momento un ejercicio muy necesario que resulta siempre aleccionador.

          “La casa herida”. Horst Krüger. Siruela. 2021. 272 páginas.