viernes, 28 de mayo de 2021

POR LA SIERRA DE GUARA


El Centro Excursionista Ribagorza, con sede en Graus, reanudó su programación oficial después de más de un año de parón a causa de la pandemia. Y lo hizo con una excursión circular por la Sierra de Guara con inicio y final en Las Almunias de Rodellar, en la comarca del Somontano. Hasta allí se desplazaron en sus vehículos los 23 participantes en la actividad, que iniciaron la caminata poco después de las ocho, en una mañana nublada pero en la que en ningún momento llegó a llover. La falta de sol y la temperatura templada resultaron ideales para la práctica del senderismo.

Desde Las Almunias, los excursionistas subimos hacia las crestas de la sierra del Balced, Balcez o Balcés, nombre con el que se denomina al río Isuala en este tramo de su curso fluvial. Ascendimos luego hasta el vértice geodésico de lo alto de la sierra y vimos tres magnífico pozos de nieve, uno de ellos con unas escaleras interiores. Desde lo alto de la sierra disfrutamos de magníficas vistas de la profunda depresión por la que transita el río con la sierra de Sevil al este y de las montañas nevadas del Pirineo hacia el norte.

Descendimos luego hacia la pequeña aldea de Cheto y el pueblo de Rodellar, localidad de la que contemplamos excepcionales vistas aéreas desde el sendero en pronunciada bajada hacia el curso del río Mascún. En Cheto, hicimos una parada para comer de alforja y continuamos hacia Rodellar, que atravesamos en dirección a Pedruel. El camino entre Rodellar y Pedruel transita por la margen izquierda del Mascún, que allí mismo vierte sus aguas en el río Alcanadre, llamado barranco Barrasil un poco más arriba. Pasamos junto a dos preciosos puentes de un solo ojo: el de las Cabras y el románico de Pedruel. Atravesamos este último para dirigirnos a Pedruel, desde donde volvimos a cruzar el Alcanadre para ir de nuevo hasta Las Almunias y así cerrar el círculo y terminar nuestro recorrido.

Según el GPS, el recorrido total de la excursión fue de 24,6 km y el desnivel acumulado de 1093 m. El punto más elevado fueron 1557 m. y 600 m. la altitud mínima. En cubrir el itinerario, invertimos algo más de ocho horas con paradas. Hay que decir que una parte del grupo realizó un recorrido algo más corto, pues volvió antes a Las Almunias sin pasar por Pedruel.

El Centro Excursionista Ribagorza confía en que la mejoría de la situación sanitaria permita mantener a partir de ahora un calendario estable de sus actividades. En esa línea, se ha programado una nueva excursión circular desde Bergua, pasando por la Iglesieta de los Moros y el despoblado Escartín, para dentro de dos semanas.


sábado, 22 de mayo de 2021

OCHO RELATOS OSCUROS

“La oscuridad es un lugar” ha sido una de las mayores y más gratas sorpresas literarias de los últimos meses. Su autora, Ariadna Castellarnau (Lérida, 1979), era, hasta la aparición de este libro, prácticamente desconocida en nuestro país. Licenciada en Filología Hispánica y en Teoría Literaria y Literaturas Comparadas por las universidades de Lérida y Barcelona respectivamente, ha vivido y trabajado durante años en Argentina, donde publicó artículos en diversos periódicos y revistas de aquel país. Es autora de una novela titulada “Quema” (Catedral, 2017), que obtuvo VI Premio Internacional Las Américas. “La oscuridad es un lugar” es su segundo libro y el primero publicado por una editorial española. En este caso, la prestigiosa Destino del grupo Planeta.

“La oscuridad es un lugar” es un conjunto de ocho relatos en los que Ariadna Castellarnau, como se dice en la promoción del libro, “se adentra en el terreno de la fantasía oscura para explorar el lado extraño y tenebroso de las relaciones humanas”. Son relatos de una gran calidad literaria que tienen como eje temático principal la presencia de personajes con características físicas o psicológicas que los hacen diferentes al común de los mortales y que los convierten en protagonistas de historias oscuras e inquietantes, tanto por su propia condición como por su relación con sus familiares más próximos (padres o hermanos) y con el resto de personas, que ven en ellos seres extraños, excepcionales y absolutamente alejados de los patrones de lo que puede considerarse como normalidad

Otra característica de estos relatos es que están principalmente protagonizados por niños. Niños de diferente condición, algunos con poderes sobrenaturales y otros con características físicas que son explotadas económicamente por sus familiares. Y otros que escapan a situaciones de violencia y cuya infancia, que se ven obligados abandonar antes de tiempo, ha sido truncada por el mundo de los adultos. Porque, como escribe Maielis González sobre el libro, puede decirse que en “muchos de los cuentos de ‘La oscuridad es un lugar’, el horror que suscitan no nace de los aspectos supraterrenales que aparecen en ellos, sino de los elementos más realistas; el monstruo es demasiadas veces el hombre común; no ya el loco, el depravado o el psicópata; sino el hombre pragmático, cotidiano e indiferente”.

En “La oscuridad es un lugar”, primer relato del libro al que da título, encontramos a una niña que es liberada de su dura situación familiar por un muchacho que simboliza la naturaleza. En “Calypso”, se cuenta la relación del chófer de una mafia dedicada al trato de blancas con una joven a la que debe transportar a un prostíbulo. En “Marina Fun”, encontramos a un niño mitad hombre mitad pez al que sus padres exhiben como una atracción de feria para hacer negocio y al que su hermano, que cuenta el relato en primera persona, envidia por una situación que él considera de privilegio. En “De pronto el diluvio”, un niño debe enfrentarse a las tremendas inundaciones que, provocadas por la construcción de una urbanización, sufre la isla en la que vive y a la locura que sus consecuencias han ocasionado en su padre.  “Al mejor de nuestros hijos” cuenta la vuelta de una joven a su pueblo natal para recibir un homenaje y las reacciones que su éxito despierta en su propia familia. En “Los chicos juegan en el jardín”, los amigos de una joven que acaba de ser enterrada invaden tras el funeral la casa de su madre, que ve inquietante y progresivamente perturbada su tranquilidad. En “La isla del cielo”, la aparición de un bebé abandonado altera la soledad de una pareja que se ha refugiado en una isla para alejarse del mundo y reflexionar sobre el rumbo que debían tomar sus vidas. “El hombre del agua”, relato que cierra el libro, cuenta la relación entre un padre con poderes de zahorí para descubrir agua subterránea y su joven hija que pretende que herede su preciado don.

Estos relatos se inscriben en una tradición de narrativa breve, conectada con la corriente del realismo mágico, que tiene un mayor y más brillante arraigo en la literatura hispanoamericana. En esa línea, y aunque hay también en ellos otras influencias anglosajonas, estos cuentos de Ariadna Castellarnau sintonizan claramente con los de destacadas escritoras hispanoamericanas actuales, como  Mariana Enríquez, Samanta Schweblin o Paulina Flores, algunos de cuyos libros hemos reseñado en esta sección. En cualquier caso, Ariadna Castellarnau ha sido un verdadero descubrimiento literario y “La oscuridad es un lugar” constituye uno de los mejores libros de relatos publicados recientemente en nuestro país.

“La oscuridad es un lugar”. Ariadna Castellarnau. Ediciones Destino. 2020. 160 páginas.

domingo, 9 de mayo de 2021

LLÉVAME A CASA


Jesús Carrasco  (Olivenza, Badajoz, 1972) obtuvo un enorme éxito con su primera novela “Intemperie”, publicada en 2013 y reseñada en esta sección. La novela fue traducida a numerosos idiomas y llevada al cine por Benito Zambrano y al cómic por Javier Rey. Con ella, Jesús Carrasco fue considerado por una parte de la crítica como heredero de las novelas rurales de Cela o Delibes e incluido como uno de los iniciadores de la actual corriente literaria conocida como neorruralismo. Su segundo libro, “La tierra que pisamos” (2016), pasó más desapercibido y obtuvo menos éxito que el anterior. Sin embargo, con “Llévame a casa”, su tercera novela, también publicada por Seix Barral, el escritor extremeño ha recuperado el éxito de la primera y ha vuelto a situarse en un lugar preminente del presenta panorama narrativo.

“Llévame a casa” transcurre íntegramente en Cruces, un pequeño pueblo de Toledo al que Juan, protagonista de la novela, vuelve desde Edimburgo, ciudad a la que emigró unos años atrás y donde ejerció diversos trabajos, incluido el de friegaplatos, para asistir al entierro de su padre. Tras el funeral, su hermana, que vive en Barcelona, desde donde visita a sus padres con frecuencia, le comunica que por motivos laborales debe desplazarse por un tiempo con su familia a Estados Unidos y que deberá ser él quien se haga cargo de la madre, que se ha quedado sola y sufre un alzhéimer galopante. Juan se ve así obligado a retornar al pueblo, donde se reencuentra con sus viejos amigos de la infancia y juventud y donde deberá también encargarse de la empresa de su padre y, sobre todo, de la atención de su enferma madre, con la que va a convivir de nuevo tras años de ausencia de la casa familiar.

Con una prosa desnuda y austera, podada de cualquier floritura estilística innecesaria, casi sin adjetivos y con escasez de diálogos, Carrasco construye una historia sobria y de un realismo cotidiano, cargado de credibilidad y verosimilitud. Un relato que narra unas situaciones y unos problemas en los que cualquier lector puede verse reconocido o encontrarse en algún momento de su vida. Una novela de relaciones familiares entre padres e hijos y entre hermanos, de obligaciones y responsabilidades filiales ante el inevitable envejecimiento y deterioro de nuestros progenitores y el ocaso de sus vidas. Una historia sencilla y cotidiana que, sin que sucedan grandes cosas, transmite proximidad y está contada con sobresaliente calidad literaria. Con hermosas y sobrias descripciones de las cosas pequeñas, de los objetos cotidianos y de los paisajes manchegos que el autor conoce bien por haber vivido en ellos, como lo hizo también en el Edimburgo al que se hace referencia en algunos momentos de la novela.

 El crítico Santos Sanz Villanueva define perfectamente en este párrafo el realismo del libro: “Yo lo definiría como un realismo pétreo; realismo duro y desnudo como la roca; realismo de verdad, sin ningún componente mágico ni metafísico; realismo de personas reales (o al menos muy verosímiles) y de paisajes y ambientes perfectamente reconocibles: la mencionada comarca toledana en el filo de los años 10 de este siglo, con las correspondientes marchas atrás en el tiempo, pero siempre, o prácticamente siempre, en estos mismos límites, al margen de breves incursiones en Edimburgo (Escocia), Barcelona, y Extremadura, la tierra natal de la madre del protagonista, la tierra o la casa a la que ella parece querer regresar”.

Narrada con la distancia de la tercera persona, tampoco hay en la novela demasiados personajes. Se reducen al ámbito familiar: Juan, su hermana, la madre y el padre, ya muerto pero presente en los recuerdos. Además de un par de amigos, que trabajaban con el padre y ahora ayudan a Juan, con quien toman cervezas en el bar del pueblo. Es Carrasco un escritor que, como él mismo ha dicho en alguna entrevista, concibe la escritura como un ejercicio de poda, en el que va recortando todo aquello que estima innecesariamente añadido al meollo nuclear y escueto del relato. En este sentido, un elemento importante de la narración son los silencios. A veces, lo que no se dice resulta tan importante o más que lo que se dice.

“Llévame a casa” es una novela de muy recomendable lectura, con la que Jesús Carrasco ha recuperado su voz más personal, aquella con la que ya nos deslumbró con “Intemperie”. Esperemos que continúe por esa senda en sus próximas novelas y se consolide como uno de los autores más destacados de la narrativa española contemporánea.

“Llévame a casa”. Jesús Carrasco. Seix Barral. 2021. 320 páginas.