Los libros en cuestión son tres novelas, un libro de cuentos y una antología poética. Las novelas: "Por escribir sus nombres", de Víctor Juan; "El laberinto de los goliardos", de Ricardo Serna; y "Pastoral", de Ángel Gracia. El libro de relatos, "Hermanos de sangre", de Ramón Acín Fanlo. La antología poética, "Los chicos están bien. Poesía última", seleccionada por el escritor barbastrense Manuel Vilas. (1)
Víctor Juan Borroy es profesor en la Escuela Normal de Huesca. Ha escrito sobre todo de maestros y de docencia y es en la actualidad director del Museo Pedagógico de Aragón. "Por escribir sus nombres" es su primera novela y con ella fue finalista del Premio Novela Corta Ciudad de Barbastro del año 2005. No es de extrañar que los dos protagonistas de su novela sean también maestros, aunque la guerra civil truncó de forma trágica su trabajo como docentes. Ambos son personajes reales y comprometidos en una época de pasiones políticas fervorosas y absorbentes. Francisco Ponzán nació accidentalmente en Oviedo, pero se trasladó a Huesca a los dos años y siempre se consideró oscense. Fue militante anarquista y durante la guerra civil fue miembro del Consejo de Aragón que presidió Joaquín Ascaso y tuvo su sede en Caspe. Allí conoció a Palmira Plá, maestra socialista y encargada durante el conflicto de las colonias infantiles de los niños del frente que continuaron su escolaridad en la retaguardia. Entre ambos surgió la atracción y un amor lleno de dificultades que Víctor Juan narra en su novela con maestría y concisión. Un amor que nunca se materializa del todo por las peripecias históricas que a los personajes les toca vivir, por su dedicación intensa a las tareas y responsabilidades que se les asignan y por sus filiaciones políticas distintas, entonces tan exclusivistas y sectarias. Ambos consiguen salir de España tras la derrota y continuar su actividad en una Francia claramente hostil en un principio a los exiliados españoles. Ponzán ayudó después de manera destacada a las fuerzas aliadas con la creación de una importante red de evasión a través de los Pirineos. Murió abrasado por los nazis en Toulouse, dos días antes de la liberación de la ciudad y un mes antes de la entrada en París de unos tanques que en su mayoría conducían resistentes españoles. Ponzán fue un verdadero héroe, hasta hace poco del todo olvidado en una España casi siempre olvidadiza, aunque reconocido y póstumamente laureado por las potencias aliadas que se beneficiaron de sus servicios y que luego también se olvidaron de España. Palmira Plá sobrevivió a la dictadura y reside actualmente en Benicàssim. Paralelamente a la historia de amor y de guerra de los dos personajes principales, el narrador cuenta - un poco a la manera de la exitosa "Soldados de Salamina" - su investigación de la historia y su propia y difícil relación amorosa con Irene, ambos habitantes de la ciudad de Huesca. Todo ello narrado con contención y sencillez, sin florituras gratuitas y con una prosa sobria y correcta. "Por escribir sus nombres" es una buena novela, concisa y precisa, en la doble acepción de este último adjetivo: una novela sin paja, que va directa al grano, y a la vez una novela necesaria. Porque reescribe los nombres y las vidas de dos perdedores, dos luchadores derrotados por la historia que merecen sin duda ser recordados por su abnegación y entrega en los tiempos convulsos que les tocó vivir.
"El laberinto de los goliardos" ha sido para mí una agradable sorpresa, y su lectura un verdadero placer desde la primera hasta la última de sus páginas. Su autor, el zaragozano Ricardo Serna, es escritor consagrado que ha cultivado diversos géneros literarios. El protagonista de la novela es Jaime Iturbe, profesor de literatura en un instituto de Zaragoza y felizmente casado con Sara, pintora de cierto éxito en Francia y más tarde también en Cataluña. Con la intención de escapar a menudo de la capital, la pareja decide comprar una casa en la pequeña localidad oscense de Sopeira, en la frontera con Cataluña, junto al magnífico monasterio románico de Santa María de Alaón. Allí se ambienta esta magnífica novela de intriga bien administrada, que siempre mantiene la atención del lector y lo atrapa hasta el final. Desde su llegada al pueblo, Iturbe siente una irreprimible curiosidad por la red de pasadizos subterráneos que supuestamente recorren el subsuelo del lugar y su famoso monasterio. Mientras prepara su aventura subterránea y se interesa por la rica historia de Sopeira y Alaón, la novela se llena de espléndidos diálogos y situaciones cotidianas narradas siempre con sencillez y naturalidad. Magnífica es la presencia de la maestra Susana Alcanchel. La fuerte atracción erótica que ejerce sobre Jaime añade una capa más de ambigüedad a los diferentes planos temporales y espaciales que se entrelazan en la novela, y que, con la irrupción de la sensual maestra, no sólo se producen entre el ayer y el hoy, sino también en las dobles vivencias del presente. Además, la aparición de Susana puede vincularse al fervor hedonista de los goliardos - los pasados y tal vez los presentes - que dan título a un libro que merece por muchos motivos ocupar un lugar destacado en la actual narrativa aragonesa.
La tercera novela - en orden de lectura, que no de importancia - es también una magnifica opera prima de su autor en este género literario. Ángel Gracia era hasta ahora conocido como poeta, creador de poemarios tan hermosos como "Libro de ibones", que comentamos aquí hace unos meses. "Pastoral" es su primera novela, ganadora del Premio de Narrativa Universidad de Zaragoza 2006. Escrita en primera persona, parece tener bastante de autobiográfica, aunque eso sea lo de menos a la hora disfrutar de su lectura. Hay en ella dos planos espaciales muy diferenciados: la ciudad alemana de Jena, donde el protagonista estudia la obra del gran poeta Hölderlin y se empapa de la filosofía de Confucio, y los pueblos de la comarca de Cariñena de donde proceden el narrador y su familia. Precisamente la muerte de su abuelo es el motivo de un delicioso viaje en bicicleta por varios lugares en busca de huellas y recuerdos de su familia. El autor no cae, sin embargo, en la nostalgia fácil y casi siempre empalagosa, sino que mezcla situaciones y reflexiones diversas que hacen de estas páginas las más originales y destacadas del libro. No por ello deja de mostrar la novela la sorprendente y rápida metamorfosis que supone el contraste entre unos antepasados pastores de áridas tierras y criados en alejadas parideras y un joven estudiante recién llegado de una prestigiosa universidad alemana. Un joven a quien pocos años antes llamaban tonto porque no se emborrachaba, iba en bicicleta o leía libros bajo los chopos. Todo ello contado con originalidad y buena prosa, en una narración que fluye con naturalidad y lleva al lector a disfrutar plácidamente de una página tras otra, como si fuera pedaleando por tranquilas carreteras secundarias alejadas del trajín y el ruido.
"Hermanos de sangre" es el último libro de Ramón Acín. Son catorce relatos agrupados en tres partes: "Odio" (seis), "Tradición" (tres) y "Rareza" (cinco). Tras la historia de maquis de su anterior novela "Siempre nos quedará París", el escritor de Piedrafita de Jaca vuelve al tema de la guerra civil, ahora desde una visión aún más intrahistórica si cabe: la guerra civil española es aquí de manera absolutamente literal una guerra fratricida: el odio se apodera de las relaciones familiares y lanza a hermanos contra hermanos, a padres contra hijos, sin respetar siquiera los vínculos de parentesco más íntimos y estrechos. Es la verdadera faz de la guerra: el odio atroz que todo lo impregna y llena la vida de una violencia brutal y destructiva. Magníficos los cuentos de la primera parte del libro. En la segunda, el autor muestra su conocimiento del mundo tradicional pirenaico, con pastores, noches de San Juan y enigmáticas machorras. Los últimos relatos nos llevan a situaciones de cierta rareza y exotismo y transcurren en países lejanos. Así encontramos en Goristy (Rusia) una vieja botella de vino del Somontano de la cosecha del 36 o nos perdemos en Méjico, en una ultima narración que por momentos nos recuerda algún cuento de Cortázar. Un buen libro de relatos breves que se leen con gusto y que parece estar obteniendo un merecido éxito de ventas.
La antología "Los chicos están bien" - editada en un bonito libro de tapas verdes plastificadas - fue consecuencia directa de la I Semana de la Poesía Última celebrada en Zaragoza entre los días 13 y 19 del pasado mes de abril. Reúne una breve selección de 19 poetas españoles (incluido un exiliado cubano), siete de los cuales son aragoneses (2). Se trata de un grupo de poetas, en su mayoría de entre treinta y cuarenta años, que cultivan una poesía moderna, en ocasiones de corte realista, aunque muy variada de contenidos y registros. Manuel Vilas, novelista y poeta barbastrense de reconocido prestigio, ha hecho la selección y le ha puesto el título de una de las más conocidas canciones de The Who. "The Kids Are Alright" o "My generation" son canciones que nacieron a la par que muchos de los poetas que aparecen en la antología y que hoy el veterano grupo británico sigue tocando con energía y convicción. Es una selección muy recomendable para ponerse al día de la poesía joven que hoy se hace en nuestro país.
Para terminar: cinco libros de escritores aragoneses - con el matiz ya comentado de la antología poética -, que se leen con gusto y que, junto a otros varios aquí no recogidos, confirman que en nuestra comunidad también se escribe literatura de la buena.
NOTAS (1) - "Por escribir sus nombres", Víctor Juan. Prames, Zaragoza, 2007.
"El laberinto de los goliardos", Ricardo Serna, Arbalea, Zaragoza, 2005.
"Pastoral", Ángel Gracia, Prames, Zaragoza, 2007.
"Hermanos de Sangre", Ramón Acín, "Páginas de espuma, Madrid, 2007.
"Los chicos están bien. Poesía última", Edición de Manuel Vilas, Olifante. Zaragoza, 2007
(2) Los poetas aragoneses que aparecen en la antología son Sergio Algora, Octavio Gómez Milián, Ángel Gracia, Jesús Jiménez Domínguez, David Mayor, Carmen Ruiz y Gabriel Sopeña. Los demás poetas son Pablo García Casado, Martín López-Vega, Aurora Luque, Elena Medel, Dolan Mor, Luis Muñoz, Lorenzo Oliván, Antonio Orihuela, Carlos Pardo, José Luis Piquero, Javier Rodríguez Marcos y Eva Vaz.
Carlos Bravo Suárez