domingo, 29 de marzo de 2015

LAS AGUAS DEL PANTANO

   


“Distintas formas de mirar el agua”. Julio Llamazares. Alfaguara. 2015. 192 páginas.
     
Julio Llamazares (Vegamián, León, 1955) es uno de los más conocidos escritores españoles actuales. Autor polifacético, ha publicado ensayos y artículos periodísticos, varios libros de viajes, guiones cinematográficos, un par de libros de poesía, tres colecciones de relatos y media docena de novelas. Dos años después de su anterior “Las lágrimas de San Lorenzo”, que coincidió con el 25 aniversario de su famosa “La lluvia amarilla”, y que también reseñamos en esta sección, el escritor leonés acaba de publicar “Distintas formas de mirar el agua”, la sexta novela de su carrera literaria.
     
“Distintas formas de mirar el agua” parece hasta ahora la más autobiográfica de las narraciones de Llamazares, pues hace referencia, entre otros, a Vegamián, el pueblo leonés donde nació en 1955, cuando su padre ejercía allí como maestro, y que en los años sesenta del pasado siglo quedó sumergido bajo las aguas del embalse del río Porma, más tarde denominado oficialmente Embalse Juan Benet, por ser este importante novelista el ingeniero que dirigió las obras de su construcción.
   
“Distintas formas de mirar el agua” es una novela coral y polifónica, una mirada calidoscópica sobre la experiencia traumática y dolorosa  que sufrieron muchos de quienes se vieron obligados a abandonar su tierra por la construcción de un pantano. La acción del relato es mínima: un grupo de familiares se reúne en el embalse del río Porma para lanzar a sus aguas las cenizas de un antiguo habitante de Ferreras, uno de los pueblos que quedaron sumergidos bajo sus aguas. Cada uno de los dieciséis familiares del muerto allí presentes  –mujer, hijos, nietos, yernos, nueras– narra en primera persona los pensamientos que la celebración del acto y la contemplación del hermoso lago artificial rodeado de altas montañas le produce. A esos familiares se añade al final la breve reflexión que la presencia de ese grupo humano próximo a la presa provoca en un automovilista que, ajeno a la causa del encuentro, transita con su vehículo por el lugar. Esa diversidad y suma de reflexiones y pensamientos sirve al autor para mostrar diferentes y variadas perspectivas y dar un enfoque relativista y misceláneo al asunto tratado. Una cita de Juan Benet, que muestra la mirada fría y distante del ingeniero alejado del drama humano ocasionado por su obra, completa el amplio abanico de los diversos puntos de vista.
   
En cualquier caso, no hay que olvidar que detrás de la construcción de un pantano se encuentra el forzoso y casi siempre traumático destierro de los habitantes de los pueblos inundados por sus aguas. En esta ocasión, su desplazamiento a las tierras llanas palentinas de una antigua laguna desecada, en las que, acostumbrados a sus precisas referencias montañosas anteriores, los nuevos colonos apenas saben en un principio orientarse. Y el difícil inicio de una nueva vida lejos de sus orígenes, algo siempre complicado y doliente en un país tan aferrado a sus raíces como el nuestro. Porque, a pesar de los efectos positivos que en muchos aspectos sin duda han tenido, los pantanos han supuesto casi siempre la deportación obligatoria de un buen número de personas que han sido desgajadas a la fuerza de su lugar de origen. En alguna entrevista reciente, Llamazares ha considerado a estos emigrantes forzosos como los judíos españoles del siglo XX.

“Diferentes formas de mirar el agua” es la novela que Julio Llamazares, por razones biográficas, parecía en buena medida estar obligado a escribir. Y lo ha hecho con gran acierto y dominio literario, mostrando no solo su punto de vista unívoco, sino los diversos enfoques y miradas complementarias que sobre las aguas de un pantano y sus distintos efectos pueden proyectarse.

Carlos Bravo Suárez


domingo, 22 de marzo de 2015

TE QUIERO PORQUE ME DAS DE COMER

                                   
“Te quiero porque me das de comer”. David Llorente. Alrevés Editorial. 2014. 317 páginas.

           Aunque utilizamos con bastante frecuencia el adjetivo “diferente” para referirnos a algunas lecturas nuevas, ningún libro de los que he leído últimamente se ajusta tanto a ese calificativo como “Te quiero porque me das de comer”, la novela de David Llorente publicada el pasado año por Alrevés Editorial.

David Llorente (Madrid, 1973) es un novelista y dramaturgo afincado en Praga, donde trabaja como profesor de Lengua y Literatura españolas desde el año 2002. Sus dos primeras novelas, “Kira” (1998) y “El bufón” (2000), obtuvieron los premios Francisco Umbral y Ramón J. Sender respectivamente. En su tercera narración, “Ofrezco morir en Praga” (2008), cuenta su experiencia en la capital checa. “De la mano del hermano muerto” (2011) fue editada en formato bilingüe en español y checo. En la República Checa ha publicado un buen número de obras de teatro; algunas de las cuales han sido recopiladas en el libro “Los árboles dormidos” (2009). “Te quiero porque me das de comer” es su quinta novela y ha sido considerada por algunas publicaciones como una de las más destacadas del pasado 2014.

“Te quiero porque me das de comer” tiene una estructura muy original e innovadora. Aunque hay una trama principal –las muertes producidas por un psicópata asesino en serie– son muchas las tramas secundarias y muchos los personajes que desfilan por las páginas del libro. Está éste distribuido en capítulos cortos, constituido cada uno de ellos por un único párrafo sin un solo punto y aparte. En esos largos párrafos se van aportando, sin solución de continuidad, informaciones diversas y diferentes sucesos ocurridos a los personajes. En cuanto se acostumbra, el lector va sabiendo discriminar sin más problemas las diferentes aportaciones textuales que confluyen en cada uno de los capítulos-párrafo, con la lograda pretensión de producir un efecto de simultaneidad narrativa en el espacio y el tiempo del relato.

“Te quiero porque me das de comer” transcurre íntegramente en el barrio madrileño de Carabanchel en dos periodos distintos separados por un intervalo de diez años, en los inicios de las décadas de los noventa y de los dos mil. Un Carabanchel degradado, azotado por los yonquis y la delincuencia juvenil, con curas pederastas, prostitutas de calle y bar de barrio, camellos y macarras de mafias locales, maltratadores, suicidas, ludópatas, perros asesinos, el microcosmos de un instituto de enseñanza secundaria donde ocurre de todo entre alumnos y profesores y, excepcionalmente, una joven que toca el piano y dos chicos que quieren ser escritores y uno de ellos incluso gana el premio Francisco Umbral de Novela Corta. Y, como personajes con algo más de protagonismo y continuidad, el psicópata asesino de doble vida y el comisario que no da salida al caso y se enamora locamente de un joven actor de teatro.

No es fácil reseñar en pocas líneas un libro tan diferente y con tal cantidad de personajes y situaciones, intentando además no desvelar por anticipado al posible lector futuro la identidad del llamado Asesino de la Moneda. Sí puedo decir que resulta una lectura apasionante y adictiva y que, al menos a este lector, le ha recordado por momentos, y salvando las distancias, al enjambre de personajes cuyas apariciones se suceden de aquella “Colmena” de Camilo José Cela, aunque el Madrid de la postguerra se sustituya aquí por un Carabanchel degradado y sórdido hasta el extremo.

Carlos Bravo Suárez 

domingo, 15 de marzo de 2015

TAMBIÉN ESTO PASARÁ

                                        
   “También esto pasará”. Milena Busquets. Anagrama. 2015. 176 páginas.
           
Milena Busquets (Barcelona, 1973), cuya anterior novela “He conocido a alguien”, publicada en 2008, pasó prácticamente desapercibida, está logrando un enorme éxito de crítica y ventas con su segunda y reciente narración “También esto pasará”, muy elogiada en la última Feria de Frankfurt, donde varias editoriales compraron sus derechos para traducirla a un buen número de idiomas. El libro nació como consecuencia del vacío y el angustioso sentimiento de pérdida que dejó en su autora la muerte de su madre, la conocida editora barcelonesa Esther Tusquets.

Aunque “También esto pasará” sea en gran medida un libro autobiográfico y, como ha indicado su propia autora, se trate en esencia de una carta –y un homenaje– dirigida a su propia madre muerta, Milena Busquets se desdobla en Blanca, a quien convierte en la narradora del relato en primera persona, como un recurso literario que le permite distanciarse de la historia contada e introducir en ella determinadas dosis de ficción novelesca. El libro comienza y termina en el cementerio de Cadaqués, población costera catalana en la que transcurre la acción a lo largo de las primeras vacaciones estivales vividas por Blanca en ausencia de su progenitora. Blanca es una mujer de cuarenta años, dos veces separada y madre de dos hijos de dos padres diferentes, que vive la vida con un espíritu libre y abierto que en algunos momentos puede parecer que roza la frivolidad, tal como, en una virulenta discusión entre ambas, le reprocha una de sus amigas. Blanca no renuncia al sexo en situaciones comprometidas y busca con mucha frecuencia la seducción y el juego con los hombres, en lo que puede entenderse como una necesidad incontenible de sentirse querida.

En las situaciones vividas y rememoradas por la narradora hay un indudable eco de aquella “gauche divine” de la Barcelona y el Cadaqués de los años setenta del pasado siglo XX, cuando una burguesía políticamente izquierdista se lanzó a vivir nuevas experiencias con el sexo y las drogas teniendo, eso sí, las espaldas bien cubiertas por su desahogada situación económica y social. Blanca –que no puede renunciar al servicio doméstico al que está acostumbrada– y algunos de sus amigos son en cierto modo una nueva versión continuista en muchos aspectos, pero en franca decadencia en otros, de aquella lejana izquierda divina barcelonesa. Aunque, como la propia narradora revela, “todos tenemos paraísos perdidos en los que nunca hemos estado”.

En el aspecto literario, el libro está escrito en una prosa a la vez directa y elegante, que combina a la perfección los diálogos chispeantes e irónicos con hermosas descripciones de Cadaqués y sus alrededores campestres y marineros. El resultado es una novela que transpira verosimilitud y autenticidad, en la que la autora parece desnudar sus intimidades y sus contradicciones con transparencia y falta de pudor. Una declaración de amor a una madre de una hija que ha quedado huérfana de su protección y que busca infructuosa y desesperadamente rellenar el vacío que la muerte de aquella le ha dejado.

También esto pasará” toma su título de un cuento sobre un poderoso emperador que convocó a los sabios de su corte para pedirles una frase que sirviese para todas las situaciones posibles. Tras tres meses de deliberaciones, los sabios eligieron “también esto pasará” como la expresión comodín que se les había solicitado. Su madre, que le contaba a Blanca este cuento cuando murió su padre, añadía que “el dolor y la pena pasarán, como pasan la euforia y la felicidad”. Ahora es la madre la que ha muerto y la pena que su desaparición ha provocado en la cuarentona Blanca también pasará antes o después. Para contarnos su estado de desazón y tristeza, despliega todo su eficaz y brillante repertorio con el que también consigue seducir al lector.

Carlos Bravo Suárez

domingo, 8 de marzo de 2015

CANCIONES DE AMOR A QUEMARROPA

                               



“Canciones de amor a quemarropa”. Nickolas Butler. Libros del Asteroide. 2014. 344 páginas.

Entre mis últimas lecturas, “Canciones de amor a quemarropa” ha sido una sorpresa muy agradable y reconfortante. Una novela honesta, sencilla y a la vez profunda, que ahonda en algunos de los conceptos elementales de la vida, como la amistad, el amor, la familia, la lealtad, el gusto por la naturaleza o el apego a unas raíces rurales a las que poder volver. Un hermoso relato, suavemente agridulce, que confronta la vida elemental y siempre dura, con inevitables peajes y carencias pero con sólidos lazos afectivos y humanos, de un pequeño pueblo de poco más de mil habitantes del frío estado de Wiscosin, en el Medio Oeste americano, con la frivolidad efímera, banal y a la postre casi siempre vacía, de algunas grandes ciudades estadounidenses como Chicago o Nueva York.

“Canciones de amor a quemarropa” es la primera novela de Nickolas Butler, nacido en Pensilvania pero criado en Wiscosin, donde actualmente vive con su mujer y sus dos hijas. Butler, que es licenciado en Letras, había publicado antes varios textos de poesía y ensayo en diferentes revistas norteamericanas, y había trabajado como vendedor de perritos calientes y hamburguesas en la industria cárnica, en un tostadero de café o como dependiente en una licorería. Fue compañero de instituto de Justin Vernon, el líder del grupo de rock Bon Iver, que ha inspirado, aunque sólo en parte, al personaje Lee de la novela. Durante un largo y frío invierno y en un  gallinero abandonado, Lee compone su disco “Shotgun Lovesongs”, que da título al libro, de manera parecida a como Bon Iver grabó su debut discográfico, “For Emma, Forever Ago”, en una remota cabaña invernal del mismo estado de Wisconsin.

“Canciones de amor a quemarropa” es una novela coral contada por cinco personajes: Henry, Lee, Kip y Ronny, cuatro hombres jóvenes de un pequeño pueblo ficticio llamado Little Wing, y Beth, la actual mujer de Henry, de la que Lee también estuvo enamorado tiempo atrás. Sólo Henry, que encarna las virtudes del esfuerzo y la honradez del granjero de la América profunda, ha permanecido siempre en Little Wing, donde se ha casado con Beth, con la que tiene dos hijos. Lee, Kip y Ronny salieron del pueblo en busca de otra vida y nuevas experiencias, aunque los tres regresan con diferente suerte a su lugar de origen. Lee y Kip como triunfadores, convertidos en exitoso cantautor rockero uno y en adinerado empresario el otro; aunque ambos con experiencias sentimentales frustrantes y poco satisfactorias sobre sus espaldas. Peor suerte corrió Ronny, a quien un accidente alejó para siempre del mundo del rodeo y hundió en el alcoholismo. Las bodas de los cinco, en diferentes momentos, lugares y circunstancias, son los episodios sobre los que se articula el relato, en cuya narración van alternando en primera persona y sin una continuidad lineal cronológica los cinco personajes citados. A manera de guía para el lector, cada capítulo comienza con la inicial del nombre de pila del personaje que lo narra.

“Canciones de amor a quemarropa” es una novela entrañable sobre los sólidos valores de una pequeña comunidad de la América profunda. Un canto a la amistad y a la honradez, a los vaivenes de la existencia y a la curación de las heridas ocasionadas durante el camino. Contada desde la mirada retrospectiva y serena de unos personajes con suerte dispar que, ya en el inicio de la edad madura, se agarran a las pocas raíces profundas y verdaderas que les permitan seguir viviendo el futuro en una soportable y suficiente armonía.

Carlos Bravo Suárez
           

domingo, 1 de marzo de 2015

DE REPENTE LLAMAN A LA PUERTA

                                  

            “De repente llaman a la puerta”. Etgar Keret. Siruela. 2013. 208 páginas.

            A finales del pasado mes de noviembre, escribí en esta misma sección una reseña de “Los siete años de abundancia”, el último libro de Etgar Keret (Ramat Gan, Israel, 1967) publicado en España. Decía al inicio de aquellas líneas que el escritor israelí es un personaje muy conocido en su país, tanto por su faceta literaria como por su condición de director y guionista de cine. Profesor en la universidad de Tel Aviv, Keret ha publicado una novela y cuatro libros de cuentos, y han sido estas colecciones de relatos las que, traducidas a más de treinta idiomas, le han proporcionado también gran fama internacional. En 2010 fue nombrado Caballero de la Orden de las Artes y las Letras por el Ministerio de Cultura de Francia.

            Si “Los siete años de abundancia” contenía treinta y cinco historias breves de tipo personal y familiar que abarcaban los siete primeros años de paternidad del escritor, “De repente llaman a la puerta” es una colección de treinta y ocho relatos, la mayoría breves aunque algunos no tanto, que se inscriben dentro de la más pura ficción literaria. Una ficción que muchos sitúan dentro de una clara tradición e influencia kafkianas, en el sentido primero y más literal de este adjetivo. Algunos críticos van más allá y explican los cuentos literarios de Etgar Keret como una singular mezcla entre la desbordante y disparatada imaginación de Franz Kafka y la ironía a veces hilarante de Woody Allen. Una sugerente miscelánea que navega casi siempre entre el disparate y el absurdo.

El primer cuento de “De repente llaman a la puerta” es el que da título al libro. Sucesivamente, un inmigrante judío llegado desde Suecia, un encuestador marroquí y un repartidor de pizzas llaman a la puerta de la casa del escritor y apuntan a este con sus armas para que les cuente un cuento sin más dilación. El judío sueco argumenta que, en una semana de estancia desde que llegó, ya se ha dado cuenta de cómo funcionan las cosas en su nuevo país: mientras que en Suecia cuando se quiere algo se pide educadamente y, por lo general, te lo dan, en Israel sólo se entiende el lenguaje de la fuerza. El escritor acaba haciendo caso a sus raptores, aunque argumenta que no puede contar el cuento si le apuntan con un arma y siguen llamando a su puerta, dos acciones que en Israel parecen ir unidas. Incluso se permite la ironía de decir que a Amos Oz y David Grossman, las dos vacas sagradas de la literatura israelí actual, nunca les podría ocurrir algo parecido. Sólo este primer cuento y el último (“¿Qué animal eres?”), en el que una reportera alemana va a filmarlo mientras escribe en su casa, tienen como supuesto protagonista al propio autor. Por los demás, desfilan personajes de todo tipo que viven las situaciones más inverosímiles, retorcidas y absurdas, aunque en el fondo casi todos sus extraños personajes destilen abundancia de amor, soledad o compasión. Algunos cuentos, como “Pez dorado” –al que parece hacer alusión la portada de la edición española de Siruela– y el más extenso “Fiesta sorpresa”, son verdaderas joyas del relato breve fantástico.

Después de leer las divertidas vivencias personales de “Los siete años de abundancia”, la lectura de “De repente llaman a la puerta” ha supuesto para este lector una gratísima sorpresa. El libro confirma un ingenio y una imaginación desbordantes, que hacen de Etgar Keret un escritor singular y una “rara avis” en el panorama literario actual.

Carlos Bravo Suárez