domingo, 29 de enero de 2012

ASCASO Y SUS RELOJES DE SOL BAJO EL PICO NABAÍN

Estuve en Ascaso el último día del pasado año 2011. Varios amigos quisimos despedir el año montañero subiendo al pico Nabaín, un magnífico mirador del Pirineo de acceso relativamente fácil si uno está medianamente en forma. Iniciamos la ascensión a esta bonita montaña de 1799 metros de altitud desde Ascaso, un pueblo cuya visita nos deparó, entre otras, la posibilidad de contemplar sus singulares y llamativos relojes de sol.

Ascaso es una pequeña localidad sobrarbense perteneciente al municipio de Boltaña, población de la que dista unos seis kilómetros. Se accede desde Boltaña por la carretera N-260 en dirección a Fiscal, pero aproximadamente a unos dos kilómetros hay que tomar un desvío señalizado a la derecha. Una pista de unos cuatro kilómetros con un primer tramo asfaltado nos lleva directamente al pueblo.

Ascaso es prácticamente un pueblo calle, con una media docena de casas que se disponen a lo largo de un estrecho espolón rocoso que se prolonga hacia el sur. En el extremo final del caserío se halla la iglesia parroquial y a pocos metros, ya en el límite de promontorio sobre el que la se asienta localidad, se abre una pequeña era con un par de bordas y unas vistas magníficas del valle del río Ara. El lugar quedó despoblado en los años sesenta del pasado siglo; sin embargo, tiene en la actualidad al menos un par de casas rehabilitadas, una de las cuales -la casa Juez- funciona como alojamiento de turismo rural.

Al entrar en el pueblo encontramos su plaza, con una fuente y un pequeño lavadero. Allí, en la fachada sur de la primera casa, antigua herrería comunal del lugar, puede contemplarse un magnífico reloj de sol con llamativas pinturas al fresco y una curiosa inscripción en verso que reza así: “Cuando me relumbre el sol / acércate paso a paso / y sabrás la hora que es / en este reló de Ascaso”. Junto al reloj, en el dintel de una ventana de la casa en que se halla, aparece la fecha de 1831. En el pueblo encontramos otro reloj de sol, más sencillo y sin ningún tipo de pintura que lo adorne, en la fachada orientada al sur de la torre de la iglesia parroquial, una construcción popular en ruinas sin demasiado interés arquitectónico.

Muy parecido al de la fragua de Ascaso es el reloj solar que puede verse en una fachada todavía en pie de la pardina de Santa María de Ascaso, una enorme vivienda, situada más o menos a mitad de camino de la pista que sube a Ascaso, que quedó despoblada en los años sesenta y que hoy se halla en avanzado estado de ruina Por las dimensiones de la casa, que disponía de oratorio exterior y múltiples dependencias, sería ésta sin duda una de las más fuertes de la zona. Su reloj de sol es bastante similar al de la herrería de Ascaso y probablemente serían ambos obra del mismo pintor decimonónico. También aquí encontramos una inscripción con una fecha en su cabecera (ASCASO AÑO 1890) y unos versos en los que, aunque tienen alguna letra borrada, puede leerse lo siguiente: “De casa Santa María / son los dueños a toda costa / Don José Lacort e hijos / y d[oñ]a Teresa Bellosta”. Este reloj está sostenido por una figura masculina, a diferencia del de Ascaso en el que aparece dibujado el rostro de una mujer. Podría decirse, pues, que ambos relojes se complementan y hacen una pareja.

También la Ronda de Boltaña dedica una estrofa al reloj solar de la antigua herrería de Ascaso en su canción “O viento rondador”: “Puya ta Ascaso y verás un reló de sol / que diz que marca o tiempo d’a chen que marchó. / De coloricos pintau en una paré, / como yo, aguarda o día de vielos volvé”.

Desde Ascaso merece la pena acercarse hasta el puente de piedra que cruza el barranco homónimo cercano a la localidad. Se halla a unos diez minutos de ésta, siguiendo a pie un sendero que se toma a la izquierda de la plaza y que coincide con un tramo del PR-HU40 que se dirige hacia Morillo de Sampietro y San Vicente de Labuerda. Se trata de un puente de un solo ojo que se levanta sobre unas magníficas pozas excavadas por el río a lo largo de los siglos y frecuentadas en verano por los bañistas. Aunque algunos lo consideran más antiguo, Adolfo Castán, buen conocedor de la materia, cree que es de construcción moderna, probablemente de los siglos XVIII o XIX.

Como he dicho al principio, Ascaso es el punto de partida para la ascensión al pico Nabaín. El camino de subida a esta montaña se toma pocos metros antes de llegar al pueblo, a la izquierda de la pista que conduce hasta él. El sendero está bastante bien señalizado con sucesivos mojones de piedra. Desde Ascaso, tras superar un desnivel de unos 800 metros, se tarda alrededor de dos horas en alcanzar la cima. Casi en el inicio de la ascensión hay un tramo de suelo de losa que está repleto de pequeños fósiles marinos incrustados en la piedra. En la cumbre del pico quedan los restos de la ermita de Santa Marina, por lo que la montaña es también conocida como punta o puntón de Santa Marina. La ermita, en uno de cuyos muros se levantó una pilona de cemento como punto geodésico, es una construcción religiosa de tipo popular levantada probablemente entre los siglos XVI y XVIII. Antiguamente, a mediados de julio, se subía a ella en romería desde algunos pueblos de la zona, costumbre recuperada recientemente por el club excursionista Nabaín de Boltaña. Con algunos de sus miembros, amables y obsequiosos, coincidimos en la cima de la montaña el día de fin de año y, desde allí arriba, contemplamos juntos las extraordinarias vistas que ofrece este excepcional mirador del Pirineo.

Carlos Bravo Suárez.

Artículo publicado hoy en Diario del Alto Aragón.

Imágenes: Reloj de sol de Ascaso -dos fotos-, reloj de sol de Santa María -dos fotos-, iglesia de Ascaso -dos fotos, en la segunda se ve el sencillo reloj de sol bajo la campana-, panorámica de Ascaso y puente sobre las pozas del barranco -dos fotos- y ruinas de la ermita de Santa Marina en la cima del pico Nabaín.

HILARANTE SÁTIRA ITALIANA

Que empiece la fiesta. Niccolò Ammaniti. Anagrama. 2011. 328 páginas.

Que empiece la fiesta es una divertidísima novela que destila a partes iguales sentido del humor y mala leche. Una sátira inteligente y feroz sobre la actual sociedad italiana y un mundo moderno donde, ante la escasez de valores más sólidos, predominan el culto a la riqueza, la frivolidad y las falsas apariencias. Por las páginas del libro desfilan futbolistas, actrices, presentadores, cantantes, escritores, cocineros y ricos constructores megalómanos. Toda una ralea de ricos y famosos de escaso talento que muestran, en una historia ingeniosa e hiperbólicamente disparatada, muchos de los vicios y flaquezas de las sociedades de nuestro tiempo.

Niccolò Ammaniti (Roma, 1966) está considerado como uno de los autores más sobresalientes de la actual narrativa italiana. No he leído otras novelas suyas, pero en Que empiece la fiesta cultiva una estética literaria que recuerda en muchos aspectos al cine de Federico Fellini o al teatro de nuestro Ramón María del Valle-Inclán. También Ammaniti deforma, desorbitándolos, algunos rasgos de la realidad con el fin de subrayar las contradicciones existentes entre el comportamiento de una determinada sociedad y la escala de valores que predica. Podría decirse que el humor y la risa, provocados por la exageración y lo grotesco, contribuyen en cierto modo a hacer más llevaderas la majadería y la estupidez imperantes.

Que empiece la fiesta comienza contando las historias paralelas de dos personajes bien distintos. Por un lado, Fabricio Ciba, un famoso escritor cuya inspiración parece agotarse y que se muestra siempre como un tipo oportunista y vanidoso. De otra parte, Saverio Moneta, alias Mantos, un pobre trabajador, dominado por su mujer y su suegro, con una doble vida como miembro de una secta satánica con la que quiere dar un golpe de efecto que saque a su menguado grupo de la situación terminal en que se encuentra. Ambos estarán presentes por diferentes motivos en una ostentosa fiesta organizada por el magnate Sasa Chiatti en un viejo parque romano donde se va a reunir la flor y nata de la ciudad. Será en esa fiesta donde ocurran unos hechos truculentos y sorprendentes que pondrán al descubierto la verdadera condición y las muchas debilidades de los personajes.

Reflejada en la lente cóncava de la literatura de Niccolò Ammaniti, la realidad se deforma hasta lo inverosímil para lograr un efecto cómico cargado de acerbas intenciones críticas. Una manera divertida y punzante de mostrar algunos aspectos de la decadencia contemporánea.

Carlos Bravo Suárez

viernes, 20 de enero de 2012

LA IGLESIA DE ARDANUÉ

Esta es la iglesia del pequeño pueblo de Ardanué, muy cerca de Laspaúles, en la Alta Ribagorza oscense. He hecho la foto esta tarde preparando la excursión que el CER ha organizado para el próximo día 29. La iglesia, dedicada a San Esteban, es una auténtica joyita del románico lombardo.

domingo, 15 de enero de 2012

UNA EXCURSIÓN POR LA SIERRA DE LA CARRODILLA

La sierra de la Carrodilla, cuyo punto más elevado son los 1.108 metros del pico Buñero, es una estribación meridional del Prepirineo oscense que separa la comarca de la Ribagorza de los somontanos que se abren hacia el sur de nuestra provincia.

En los últimos meses, he realizado en varias ocasiones una atractiva excursión por esta sierra que hoy quiero recomendar y describir en estas líneas. Se trata de una travesía entre las poblaciones de Aguinalíu y Estadilla, que permite cruzar en sentido norte-sur una zona que ha sido durante siglos lugar de paso y comunicación entre el llano y la montaña. Por el camino conoceremos también algunos lugares de interés, como el magnífico santuario de la Carrodilla y las prehistóricas pinturas rupestres del llamado Forau del Cocho, ambos en el término municipal de Estadilla.

Nuestro recorrido comienza en Aguinalíu, una pequeña localidad ribagorzana perteneciente al municipio de Graus. Aguinalíu, etimológicamente “nido de águilas”, cuenta hoy con pocos habitantes y una parte de su caserío en ruinas, pero ha tenido históricamente una considerable importancia por sus antiguas salinas y como estratégico lugar de paso. Su primera referencia documentada data del año 987, en que se produce una disputa con el vecino pueblo de Juseu por la propiedad de un salinar situado entre ambas localidades. En la zona más alta del pueblo, donde hubo un castillo medieval (Castro Aquilanido), está la iglesia parroquial de San Martín, de origen románico aunque muy modificada posteriormente. En la parte baja, se encuentra la pequeña capilla del Santo Cristo, propiedad de la casa Huguet. Ambas iglesias, como otras de la comarca con la de San Julián de Juseu a la cabeza, poseen unas interesantes yeserías mudéjares del siglo XVII.

A la salida de Aguinalíu en dirección a la sierra, encontraremos las tablillas indicadoras del GR-18, que viene procedente de Juseu y continúa en dirección a Fonz. Nosotros vamos a seguir las marcas rojiblancas de este sendero, aunque eso exigirá nuestra máxima atención pues éstas se han borrado en algunos puntos cruciales del camino. Desde Aguinaliu (646 m.) hasta la cima de Buñero (1.108 m.) hay, siempre por cómoda pista de tierra, una distancia aproximada de ocho kilómetros.

Más o menos a la mitad de este camino de subida, en la partida denominada Las Frechinas, el GR-18 se encuentra con el GR-45 procedente de Olvena. Al cabo de algo más de dos horas desde nuestra salida de Aguinalíu, llegaremos a Buñero, fácilmente identificable por las antenas de comunicaciones que hay en su cima. Buñero es el punto más alto de nuestro recorrido y desde allí se contemplan amplias vistas del llano y de la montaña.

Para tomar el camino de bajada hacia el santuario de la Carrodilla hay que seguir una pista, a nuestra derecha desde la posición de subida, y desviarse a los pocos metros por un sendero a la izquierda que, a falta de tablilla, está indicado con un mojón o hito de piedras. Descendiendo una media hora por un bonito camino de herradura entre bosque de pinos y carrascas, llegaremos a otra pista (GR-45) que procedente de Estadilla nos conduce en apenas cinco minutos al santuario de la Carrodilla

El santuario de la Virgen de la Carrodilla es más grande de lo que el caminante que lo desconoce espera encontrar en su primera visita. Se trata de un edificio con un amplio recinto que, además de una iglesia con presencia de sucesivos estilos arquitectónicos, alberga diversas dependencias como una antigua vivienda, caballerizas, pórticos o un pozo. Su origen se remonta probablemente a la época medieval y sus dimensiones dan idea de su importancia histórica como lugar de paso y confluencia de caminos. Perteneciente al municipio de Estadilla, los habitantes de esta población van hasta allí todos los años en romería el llamado Viernes de Dolor, previo a la Semana Santa. Hasta hace unas décadas ese día acudían también al santuario, andando o a lomos de caballería, romeros procedentes de poblaciones ribagorzanas como Torres del Obispo, Juseu y Aguinalíu.

Es interesante destacar que a finales del siglo XVIII el emigrante aragonés Antonio Solanilla trasladó el culto a la Virgen de la Carrodilla al distrito argentino de Mendoza. Hoy esta virgen aragonesa es patrona de unas importantes fiestas de la vendimia en aquellas lejanas tierras. La escritora estadillana Elena Chazal ha estudiado esta curiosa relación en su libro “La virgen de la Carrodilla: de Aragón a Mendoza”, editado en el año 1992.

Justo al llegar a la Carrodilla, a la izquierda de la pista que nos ha traído al santuario, hay un borroso panel que indica el inicio de un sendero que en menos de media hora nos llevará a los abrigos conocidos como el Forau del Cocho. Son dos pequeñas oquedades protegidas por sendas verjas y orientadas al sol del mediodía. En sus paredes podemos ver en color rojo una serie de pinturas rupestres esquemáticas de la época neolítica que representan a una cabra y a un ciervo, además de diversas líneas y algunos puntos probablemente pintados con el dedo. Las pinturas fueron descubiertas en 1984 y desde 1998 son consideradas como Patrimonio Mundial, dentro del conjunto de pinturas rupestres del área mediterránea de la península ibérica.

Una vez de regreso al santuario, es posible descender hasta Estadilla por dos itinerarios distintos. Por el GR-45 que transita por la pista de tierra con algunos tramos de cemento más utilizada por los vehículos rodados, o por el camino conocido como de la fuente de la Mentirosa que sigue al principio un tramo del GR-18 que se dirige a Fonz. Por ambos itinerarios, tal vez algo más por el segundo, hay aproximadamente unos seis kilómetros desde el santuario a Estadilla. Un paseo por esta bonita población, históricamente ribagorzana pero hoy perteneciente a la comarca del Somontano, es el mejor final para la excursión aquí propuesta.

La sierra de la Carrodilla se está viendo últimamente afectada por algunos proyectos (línea de alta tensión y explotación de canteras) que suponen una verdadera amenaza para estos valiosos parajes, cuyo futuro debería ser necesariamente equilibrado y sostenible.­­

Carlos Bravo Suárez.

Artículo publicado en Diario del Alto Aragón

Fotos: Aguinalíu, Forau del Cocho -dos fotos-, Santuario de la Carrodilla - exterior e interior- y Estadilla desde el camino de bajada de la sierra.

jueves, 5 de enero de 2012

RETRATO DE EE UU EN EL SIGLO XXI

Libertad. Jonathan Franzen. Salamandra. 2011. 670 páginas.

Aunque probablemente se haya exagerado situándola a la altura de grandes clásicos de la literatura universal como Guerra y paz, citada varias veces en sus páginas, Libertad es una espléndida novela que se añade por méritos propios a la ya larga lista de títulos destacados de la vigorosa narrativa norteamericana contemporánea.

La aparición del libro, que fue portada incluso de la revista Time, ha sido saludada de manera entusiasta por la crítica anglosajona. Su autor, Jonathan Franzen (Illinois, 1959), había publicado hasta la fecha tres novelas, entre las que destaca Las correcciones, inmediatamente anterior a Libertad y ganadora del Nacional Book Award del año 2001.

Libertad cuenta extensamente la historia de la familia Berglund. Desde los altibajos conyugales entre Walter y Patty, un matrimonio de clase media del Medio Oeste estadounidense, hasta las complejas relaciones con sus hijos Joey y Jessica, cuyas vivencias paralelas, sobre todo las del joven Joey, conocemos también con bastante detalle a lo largo del relato. Richard Kantz, un excéntrico, bohemio y mujeriego músico de rock, amigo de Patty y Walter antes de que éstos se casaran, adquiere también un considerable protagonismo e introduce en la novela algunos elementos de un triángulo amoroso más o menos clásico. La dinámica, joven y bella Lalitha tiene asimismo una importante presencia en buena parte de las páginas del libro.

La novela se estructura en torno a un relato central de hechos ocurridos en el año 2004, que se completa con dos partes –una anterior y otra posterior- de textos autobiográficos escritos por Patty Berglund en tercera persona y con dos capítulos más que sirven para abrir y cerrar la narración.

Jonathan Franzen logra dibujar, a través de la ficción literaria, una penetrante radiografía de la sociedad estadounidense de los inicios del siglo XXI, principalmente del periodo posterior al 11-S y anterior a la llegada de Obama al poder, con la guerra de Irak y el gobierno de George Bush hijo como telón de fondo. Un periodo de exaltación patriótica en el que, sin embargo, algunos no dudan en enriquecerse descaradamente gracias al lejano conflicto bélico, enviando incluso repuestos inservibles para los camiones del ejercito estadounidense cuyos convoyes pueden, por ese motivo, quedar a merced de la insurgencia en los desiertos iraquíes. El propio Walter Berglund, un abogado empeñado en la conservación de diversas especies de pájaros en peligro de extinción, ve cómo es utilizado por empresas desaprensivas y contaminantes que intentan hipócritamente lavar su imagen destinando parte de sus beneficios a fines ecológicos que enmascaren sus verdaderas intenciones.

Así de complejo y poco fiable es en parte el mundo actual que Jonathan Franzen retrata tan espléndidamente en esta larga y magnífica novela.

Carlos Bravo Suárez