Casa donde Costa vivió los últimos siete años de su vida y donde murió en 1911.
Estudio de Costa en la casa en que vivió sus últimos años y murió.
Monumento a Costa en Graus.
Hace unas semanas,
Iniciamos nuestro itinerario en el monumento a Joaquín Costa que se encuentra en el centro neurálgico de la villa grausina. El monumento fue levantado en 1929, durante la dictadura del general Primo de Rivera, quien asistió a su inauguración. Lo diseñó el arquitecto Fernando García Mercadal y fue realizado por el escultor José Bueno. Se sufragó por suscripción popular y costó cuarenta mil pesetas de la época, de las cuales el rey Alfonso XIII aportó las primeras cinco mil. Representa a Costa en posición sedente, aguantando con su mano izquierda un gran libro que se apoya en su costado. En su parte frontal figuran las fechas de su nacimiento y muerte, 1846 y 1911, y sus dos lemas más conocidos: “escuela y despensa” y “política hidráulica”. En la parte posterior se muestra en relieve la villa de Graus con su basílica de
A pocos pasos del monumento, en el nº 25 de la calle Salamero, se encuentra la casa donde vivió y murió, en
Siguiendo por la calle Salamero, tomando luego
El joven Costa pasó en Graus parte de su infancia y su adolescencia sin ser demasiado feliz. A la pobreza de su familia se unía su afición a los libros y al estudio que no siempre era bien vista en aquel rudo ambiente rural. Algunos llamaban despectivamente fraile y afanoso al joven lector. En la escuela, con el maestro don Julián, comenzó a destacar por su capacidad e inteligencia. Ayudó a su padre en las tareas del campo y parecía destinado a sucederle en ellas. Pronto empezarían a manifestarse los primeros síntomas de la enfermedad muscular que lo martirizó toda su vida. Soñó con ingresar en el ejército, pero sus problemas físicos le impidieron siquiera realizar el servicio militar. En 1863, y tras algunas reticencias paternas, el joven Joaquín fue enviado a Huesca a trabajar como criado en casa de don Hilarión Rubio, un pariente lejano, maestro de obras o aparejador, bien acomodado en la capital oscense. Costa siempre se sintió humillado por el desdén con que, debido a su origen humilde, fue tratado en casa de su pariente. Sin embargo, en Huesca pudo cursar estudios superiores y empezó a desarrollar su brillante trayectoria intelectual.
Nuestra siguiente parada es la casa en la que Costa pasó el último tramo de su vida, en el nº 5 de la hoy denominada calle Joaquín Costa. Aquí vivió el ilustre polígrafo durante siete años, desde 1904 hasta su muerte en febrero de 1911. En un artículo incluido en la reciente publicación “Joaquín Costa, el sueño de un país imposible”, editada por Heraldo de Aragón, José María Auset Brunet, hijo del citado José María Auset Viñas y por tanto sobrino biznieto de Costa, escribe un magnífico artículo sobre los últimos años en Graus de su ilustre antepasado. De esta colaboración, titulada “El ambiente familiar y el carácter de Costa”, reproduzco íntegramente sus primeras líneas:
“A partir de septiembre de 1904, agravada su enfermedad, desengañado de la política y sobre todo de los políticos y con el convencimiento de la imposibilidad de reformas políticas que hicieran progresar el país, Joaquín Costa se retiró definitivamente en Graus. Fijó su domicilio en la casa de la calle Nueva o Camino del Molino –después llamada El Porvenir y hoy de Joaquín Costa-, donde vivían su hermana Martina, casada con Antonio Viñas -joven y emprendedor maestro de obras y contratista- que habían edificado recientemente, y de cuyo matrimonio nacieron tres hijas: Balbina, Carmen y Pilar. En dicha casa, salvo un viaje a Zaragoza, dos a Madrid, una estancia inferior a un año en la segunda planta de la casa de Ramón Auset -casado con Carmen- en la que hoy es calle Salamero nº 25 y un verano que pasó en la fonda de la estación de Selgua por motivos de salud, Costa permaneció hasta su muerte. Instaló su estudio en un cuarto de unos
El estudio o despacho de Costa, que se conserva tal como él lo dejó, sorprende por su absoluta austeridad. Una mesa, una silla, una mecedora y unos estantes con libros es todo su mobiliario. Debido a la enfermedad que dificultaba cada vez más sus movimientos, Costa necesitaba de la ayuda de su hermana y su sobrina para subir y bajar los diecisiete escalones que separan las plantas segunda y tercera del edificio. En verano, sus amigos Carrera, Rosell y Gambón le acompañaban con frecuencia a dar algún pequeño paseo. Iban provistos de un botijo de agua fresca y de la mecedora de su estudio, en la que Costa se sentaba a la sombra de unos árboles, en el lugar donde hoy se encuentra la glorieta que lleva su nombre.
Desde la ventana de su estudio, Costa veía unas montañas próximas conocidas como Las Forcas, situadas al otro lado de la confluencia de los ríos Ésera e Isábena. En ellas manifestó en alguna ocasión su deseo de ser enterrado. Sin embargo, a su muerte, y tras diversas incidencias, sus restos acabaron reposando en el cementerio zaragozano de Torrero.
Este recorrido por los lugares costistas de Graus puede completarse con la visita al monumento a José Salamero, ilustre sacerdote grausino y tío de Costa, cuyo busto, esculpido también por José Bueno, se encuentra a la entrada del recinto de la basílica de
Joaquín Costa es el más ilustre de los personajes que Graus ha dado a la historia y la cultura españolas. Conocer su vida y su obra es conocer lo mejor de nuestro pasado.
Carlos Bravo Suárez
Artículo publicado en Diario del Alto Aragón.
Imágenes: Casa donde vivió Costa entre los seis y los diecisiete años -la blanca que hace esquina-, casa donde Costa vivió los últimos siete años de su vida y donde murió en 1911, estudio de Costa en dicha casa y monumento a Costa en Graus.
http://ana-manzana.blogspot.com/2011/06/lugares-de-joaquin-costa-en-graus.htm
1 comentario:
Me interesa hacer distintas actividades vinculadas con el arte. Siempre que puedo, trato de ir a lugares en los que pueda vincularme también con la literatura. De hecho en mi alquiler departamentos buenos aires tengo una gran colección de diversos autores
Publicar un comentario