El pasado domingo, el Centro
Excursionista Ribagorza realizó su segunda excursión oficial después del parón
por la pandemia. Fue una ruta circular por la comarca del Sobrarbe, desde
Bergua hasta Escartín, por la zona de Sobrepuerto, dentro del municipio de
Broto. En la actividad participamos 24 personas que, en su mayoría y salvo un
grupo procedente de Barbastro, salimos de Graus con nuestros vehículos a las
siete de la mañana para dirigirnos por carretera hasta Bergua, situado cerca de
la localidad de Fiscal.
Sobre las 8.30 horas, los participantes iniciamos la excursión
andando desde Bergua. Es esta una localidad que en los últimos tiempos ha
recuperado la vida con nuevos pobladores y la rehabilitación de algunas de sus
antiguas casas y la construcción de otras nuevas. Pasamos por las calles del
pueblo y junto a su iglesia, cuya torre sigue en pie pero cuya nave se halla en
ruinas, y descendimos hacia el río por un bello sendero lleno de musgo y
exuberante vegetación. Por dos puentes metálicos pasamos, sucesivamente, por
los barrancos de la Pera y Forcos, que confluyen en este punto.
Nuestro primer objetivo era visitar la llamada Iglesieta
de los Moros, situada en la margen izquierda del barranco Forcos. Para ello,
tomamos el sendero que se dirige a Ayerbe de Broto y que luego abandonamos para
seguir en ascenso por la izquierda. Al cabo de unos veinte minutos desde el
cruce de los barrancos, llegamos a este curioso y enigmático lugar. Se trata de
los restos de una ermita con una pequeña apertura en la parte izquierda de su
altar por la que, agachados, se puede acceder al interior de una pequeña cueva.
Probablemente, se trate de un lugar de ritos ancestrales relacionados con la fecundidad
que luego sería cristianizado. La alusión a los moros de su denominación no
parece tener ninguna base histórica, pues era muy frecuente decir que era “del
tiempo de los moros” todo aquello que era antiguo o de difícil datación. Tras
visitar el lugar y penetrar en la pequeña gruta con la luz de nuestros móviles,
volvimos por el mismo sendero hasta el barranco Forcos e iniciamos la ascensión
hasta Escartín.
El camino que sube hasta Escartín es de gran belleza.
Sobre todo, en su parte final, tras pasar por una borda que se usa como
“descansador” y por tramos con bonitas paredes de piedra seca. Escartín,
situado a 1320 m. de altitud, es un lugar deshabitado pero que, a pesar de la
ruina progresiva en que se halla, conserva muchos restos de su pasado esplendor.
Pueden verse muchas casas con arcos en las puertas, varios hornos y pozos y una
magnífica iglesia dedicada a San Julián con dos enormes arcos fajones
apuntados. En Escartín, hicimos una larga parada para comer y recorrer con
calma las calles de esta bella e imponente localidad que, como tantas otras,
quedó despoblada en la pasada década de los sesenta.
Desde Escartín, descendimos hacia el barranco de Otal por
el camino que lleva al también despoblado Basarán. Es esta una senda más
estrecha y menos transitada, muy invadida por la vegetación y que desciende de
manera bastante pronunciada. Tras pasar por el barranco de las Huertas,
llegamos al antiguo molino de Casa Buisán,
desde el que nos acercamos a ver una preciosa cascada próxima. Un poco más abajo,
se halla el paraje conocido como Puen d’as Crabas, con otra cascada
impresionante. Tras cruzar el barranco, seguimos en dirección a Bergua,
desechando el camino que sube a Basarán. Tras llegar de nuevo a la confluencia
de los barrancos Forcos y de la Pera, subimos de nuevo a Bergua y terminamos la
excursión.
Fue un recorrido de 14 km
y 900 m. de desnivel, en el que invertimos algo más de seis horas con
las paradas. La próxima excursión programada por el CER será un recorrido por
las fajas Racón y Canarellos, en Ordesa.
(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón)
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