El
pasado domingo, el Centro Excursionista Ribagorza celebró su habitual cotillón
navideño en la ermita de San Martín, en el término municipal de Secastilla. La
actividad, con la que el CER despidió oficialmente la temporada 2021, consistió
en un almuerzo al aire libre y en una excursión circular desde Graus, con
subida por Grustán y descenso por la ermita de San Pedro de Verona. Como en las
ediciones anteriores, la comida fue preparada por los prestigiosos cocineros de
la Peña La Meliguera de Capella.
En la
actividad, participamos cuarenta personas, de las que una treintena realizamos
la excursión andando desde Graus. Iniciamos el recorrido a las 8.30 horas en la
glorieta Joaquín Costa, bien abrigados para combatir el intenso frío matinal. También
la niebla acechaba desde el embalse de Barasona y la parte baja del valle. Tomamos
el paseo que va en paralelo al río Ésera y, en el camping Regrustán, cruzamos
la carretera A-139 y seguimos la pista de tierra por la que discurre el GR-1.
Siguiendo
las marcas rojiblancas, fuimos ascendiendo hacia el despoblado Grustán, situado
en una amplia elevación rocosa con aspecto de inexpugnable fortaleza natural.
No tardamos mucho en disfrutar de un sol magnífico y dejar atrás la niebla, que
veíamos debajo de nosotros como un blanquecino mar de nubes. Al cabo de unos
cuatro kilómetros y medio, y tras alrededor de hora y media de camino, llegamos
a Grustán, lugar en ruinas del que sólo su magnífica iglesia de Santa María se
mantiene en pie. Se trata de una construcción románica, de exterior restaurado
hace unos años y cuyo interior, más descuidado, pudimos visitar.
Tras
una relajante parada, atravesamos el despoblado y descendimos por un sendero
que conduce de nuevo a la pista que habíamos abandonado. Aquí, seguimos el
nuevo tramo del GR-1 que fue señalizado hace poco más de un año y acorta algo
el recorrido anterior. Pasamos por un horno de cal y por bellos parajes de
bosques de pinos hasta desembocar de nuevo en la pista, a la altura del Tozal
Panchudo. Continuamos por el GR-1 y, al poco rato, lo abandonamos por otra
pista a la izquierda, que en unos quince minutos nos llevó a la ermita de San
Martín, a 1.116 m. de altitud. Se trata de una construcción religiosa en un
recinto cerrado, con patio y caballerizas, y situada en lo alto de la sierra de
Torón o de Panillo, que separa los valles del Ésera y el Cinca. Desde el lugar,
se disfruta de unas magníficas vistas del Pirineo y de diversos pueblos de Ribagorza
y Sobrarbe. Allí, llegamos sobre las 12.15 horas y, en la explanada contigua a
la ermita, en diversas mesas dispuestas para la ocasión, disfrutamos de un
extraordinario almuerzo con cotillón navideño.
Sobre
las 15 horas, treinta excursionistas iniciamos el camino de retorno a Graus, descendiendo
hasta la ermita de San Pedro de Verona. Desde allí, por el camino de la Piedra
Plana y El Torroc, llegamos a la placeta de San Miguel de Graus alrededor de
las 17.30 horas, justo antes de que empezara a oscurecer. En total, entre la
mañana y la tarde, quienes hicimos el itinerario completo recorrimos 22,6 km
con 750 m. de desnivel acumulado.
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