El Centro
Excursionista Ribagorza realizó el pasado fin de semana, por primera vez en su
historia con este formato, una excursión completamente nocturna, de 20 km de
distancia, durante la madrugada del domingo, desde las 0.45 hasta las 6.45
horas, con un recorrido desde la localidad ribagorzana de Ejep hasta el castillo
medieval del Mon de Perarrúa, con vuelta a Ejep pasando por la ermita de San
Sebastián. Al final de la excursión, los caminantes disfrutamos, ya entrado el
día, de un suculento almuerzo en la Plaza Mayor de Ejep, junto a la iglesia
parroquial de San Pedro.
Los
diecinueve participantes en la caminata salimos de Graus a las 12.30 horas para
dirigirnos en nuestros vehículos a la cercana localidad de Ejep (Ixep en el
habla ribagorzana), donde comenzamos a andar a las 0.45 horas. Con la luna
llena presidiendo el cielo estrellado, casi no era necesario llevar los
frontales que, sin embargo, algunos portaban encendidos para iluminar mejor el
camino algo irregular y con algunos charcos en varios tramos. Siguiendo el
PR-HU49, tomamos una pista de tierra que lleva al Castillo del Mon de Perarrúa.
Dejamos a nuestra izquierda, algo más arriba del camino, el despoblado Arués y,
ya siempre por la pista, llegamos al Mon de Perarrúa, una localidad despoblada,
cuyas casas, alguna de ellas habitada con frecuencia, se hallan diseminadas y
separadas unas de otras. Dejamos a la derecha las casas Collada y Castán y
llegamos a la casa Molí, en un cruce de caminos. Continuamos hacia el castillo
medieval, con las sombras a nuestra izquierda de las antiguas escuelas y la
casa Sancerni.
El
castillo medieval del Mon de Perarrúa era el objetivo principal de nuestro
recorrido. Se trata de un conjunto compuesto por los restos de una gran torre
troncocónica, que data del siglo XI, y de la iglesia de San Clemente ya del
siglo XVIII. Iluminado el recinto durante nuestra visita, hicimos allí una
larga parada, accediendo a su parte interior por una plataforma metálica con
escaleras que fue añadida en la restauración realizada hace unos años.
Tras
el receso, retornamos por el mismo camino de la ida. Sin embargo, antes de llegar
a Ejep, nos desviamos para visitar, ya con la primera claridad del alba, la
ermita de San Sebastián, famosa por contener en el interior de uno de sus muros
el tronco de una gran carrasca que parece emerger de la construcción. Ya por
sendero, y con los primeros rayos de sol, llegamos a Ejep a las 6.45 horas. El
recorrido había sido de 20 km, con 270 m. de desnivel acumulado y un tiempo
invertido de seis horas incluyendo las paradas.
En la
Plaza Mayor del pueblo, algunos compañeros que no estuvieron en la excursión ya
tenían preparadas las mesas para el almuerzo. Los veintidós comensales dimos
buena cuenta de las ensaladas, los huevos fritos, la longaniza y las trenzas de
postre antes de regresar a Graus sobre las 9.30 horas. Venciendo
placenteramente al sueño, habíamos disfrutado de una experiencia única y
diferente, en una preciosa noche de luna llena y con un magnífico ambiente en
el grupo.
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