El
complot mongol. Rafael Bernal. Libros del Asteroide. 2013. 249 páginas.
El
complot mongol es una espléndida novela negra publicada en México en 1969, considerada
por muchos como la obra con la que se inicia verdaderamente en aquel país este
género literario hoy tan en boga en todo el mundo. Su autor es Rafael Bernal (Ciudad
de México, 1915 - Berna, Suiza, 1972), un hombre polifacético y de gran cultura,
que fue diplomático y periodista y adaptó numerosas obras de teatro para la
radio y la televisión mejicanas. Como escritor, cultivó todos los géneros y
destacó sobre todo como dramaturgo y novelista.
Libros
del Asteroide ha rescatado recientemente esta obra apenas conocida en nuestro
país, pero que cuenta sin embargo con numerosas ediciones en México, donde
incluso se hizo de ella una novela gráfica con dibujos de Ricardo Peláez. Una
de esas viñetas sirve de portada a la edición española de Libros del Asteroide,
que contiene también un prólogo de Yuri Herrera y un posfacio de Élmer Mendoza.
El
complot mongol transcurre en Ciudad de México durante unos pocos días de la
década de los sesenta, poco después del asesinato en Dallas de John F. Kennedy.
Justamente tras este famoso magnicidio, llegan a los servicios secretos
mejicanos algunos rumores que vinculan a China con la preparación de un
atentado contra el nuevo presidente estadounidense en su próxima visita al país
vecino. Para investigar sobre el asunto es contratado Filiberto García, un
detective privado –prototipo de personaje desencantado y antihéroe– que se
define a sí mismo como un fabricante de cadáveres, un hombre consciente de ser
el encargado de hacer el trabajo sucio de quienes dan las órdenes pero no quieren
mancharse directamente las manos de sangre. García, que conoce a fondo el
barrio chino de la capital mejicana, deberá trabajar conjuntamente con un
agente estadounidense del FBI y otro del KGB soviético para desbaratar una
trama que cada vez se va complicando más.
Aunque
haya en ella mucha ironía y mucho humor negro relacionado con la presencia de
la muerte, El complot mongol es una novela extremadamente triste, con algunos
memorables personajes solitarios como el propio García o la joven
chino-mejicana Martita. Otro de sus grandes logros es la manera en que está
narrada y el uso que se hace en ella del lenguaje coloquial y callejero
mejicano. El relato combina de manera magistral, y siempre con Filiberto García
como eje narrativo, la presencia del narrador en tercera persona con los
monólogos interiores y pensamientos del propio detective. Este utiliza un
lenguaje lleno de modismos y giros populares con omnipresencia de la palabra
“pinche”, vocablo que, según escribió el recientemente fallecido José Emilio
Pacheco en uno de sus últimos artículos, es el más autóctono y reiterado de
todos los términos usados actualmente en México.
El
complot mongol ha sido para mí un sorprendente descubrimiento literario, que
viene a confirmar que no solo se escribe buena novela negra en Estados Unidos o
en Escandinavia. También la hay, y desde hace ya bastantes años, en nuestra
literatura de habla hispana.
Carlos Bravo Suárez
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